CRÍTICAS PELÍCULAS

lunes, 30 de diciembre de 2019

LOS MONSTRUOS INVADEN LA TIERRA (1965)

Desde los últimos éxitos de la saga, Godzilla estaba viviendo una edad de oro, pero el saurio debía ponerse las pilas si no quería perder el trono, ya que otros estudios de Japón y competidores de la Toho, también querían su parte del pastel en esta nueva moda de monstruos gigantes: la primera entrega de Gamera, El mundo bajo el terror (1965), estaba por estrenarse así también la trilogía del Daimajin de 1966. Aún así, Ghidorah (1964) había sido todo un éxito y la confirmación para Toho del camino a seguir e ir convirtiendo a Godzilla en un buen bicho.

Los monstruos invaden la tierra (1965) suponía una nueva vuelta de tuerca a lo ya visto. Pero ¿con qué se podía sorprender entonces al público a estas alturas?; pues mezclando las clásicas historias de invasión extraterrestre de toda la vida con los monstruos gigantes, y dándole un tono irresistible de aventura espacial muy en la línea de Battle from outer space (1958) de Ishiro Honda. El resultado fue una de las entregas clásicas más recordadas y mejor acabadas. 

El filme comienza con el descubrimiento de un nuevo planeta en el sistema solar, el satélite X. Envían un cohete al lugar y allí descubren una civilización alienígena aterrorizada por el monstruo Ghidorah, que vive por los alrededores. Suplican a los humanos que dejen traer a su planeta a Godzilla y Rodan para destruir a Ghidorah, pero una vez los monstruos están en el poder de los aliens y son controlados por ellos, se dirigirán a la Tierra para destruirla.
Es evidente el impacto de la ciencia ficción americana en Japón, donde en buena parte de los años 50 se hicieron versiones muy personales y "a la japonesa" de los éxitos americanos. El primer Godzilla ya era una versión de El monstruo de tiempos remotos (1953), así como The Mysterians (1957) lo era de La guerra de los mundos (1953), o el clásico Asalto a la tierra (1956) de Cuando los mundos chocan (1951). Era inevitable que el kaiju y la space opera se unieran. Lo interesante del film es que se dosifican sabiamente las apariciones de los monstruos a apenas 10 minutos (muy intensos todos ellos), y se trabaja a un nivel decente el aspecto humano de la trama, con unos personajes que se han convertido en clásicos y de los más recordados de la saga; Akira Kubo como el inocente y torpe inventor, Akira Takarada (en su tercera aparición en la saga) de astronauta y su compañero americano, el galán Nick Adams (tristemente fallecido dos años después por una sobredosis y que tuvo tiempo de aparecer en otro kaiju, Frankenstein conquers the world (1965)), o la abrumadora y sensual presencia de Kumi Mizuno como reina de los alienígenas. 
Los habitantes del Planeta X. ¿Vienen de buenas?
Parece que no. Los monstruos atacan la Tierra.
Godzilla, bailando, no tiene nada que envidiar a Fred Astaire
El presupuesto aún siendo cada vez menor en la saga permite que que aún así se consigan grandes momentos como la maravillosa y kitsch ambientación en el planeta X o la base alienígena. Que los habitantes del planeta X controlen telepáticamente a los monstruos es una buena excusa para que Godzilla (que en el anterior film se había pasado al bando de los buenos), vuelva a destrozar maquetas. En esta entrega hay un momento muy polémico entre los fans, y es la secuencia en el que Godzilla, tras vencer a Ghidorah en el planeta X, comienza a dar saltos de alegría en un momento, la verdad, muy desafortunado, y que es otro de los síntomas de la infantilización de la serie. Por lo visto fue un momento que fue rodado bajo los deseos de Eiji Tsuburaya (creador de Godzilla y mago de los efectos especiales de la saga) y a escondidas de Ishiro Honda. Cuando Honda vio la película se sintió abochornado por la imagen. "Godzilla no es así...", diría. Seguramente este fue el momento que hizo que el director se quisiera alejar de la saga del saurio radiactivo.

El punto negativo es que el film se siente como un episodio de una serie de televisión por lo repetitivo del asunto, ya que aparecen los mismos monstruos que la anterior entrega de la saga (excepto Mothra) y además ya hay los primeros indicios de stock shots provenientes de otros films (de Los hijos del volcán en este caso), para abaratar costes, aunque están inteligentemente colocados entre las nuevas secuencias (no como la desvergüenza con la que se realizará en las entregas de los años 70). La trama tampoco es que sea un prodigio de originalidad pero es de agradecer que se pueda seguir con interés aún a pesar los sinsentidos del guión, ya que los extraterrestres podrían atacar directamente la Tierra sin necesidad de montar todo este complejo plan de pedir permiso a la humanidad para llevar a los monstruos hasta el satélite X...
Tsuburaya y Godzilla planeando el siguiente desastre.

Los monstruos invaden la tierra (1965) es una joyita que ha influenciado a directores como Tim Burton y que resulta todo un entretenimiento de calidad. Además, Akira Ifukube vuelve a hacer que se me ponga la piel de gallina con la clásica banda sonora de la película. Fue otro éxito para la saga con 5,13 millones de espectadores. El film se reestrenó en Japón en 1970.

Y para acabar, una curiosidad. Existen rumores de una versión porno de Los monstruos invaden la tierra. A un lumbreras se le ocurrió la buena idea de eliminar todos los momentos con los monstruos e insertar docenas de escenas subiditas de tono. Es un filme que no he podido encontrar nunca y que me muero de curiosidad por ver algún día. Si hay alguna alma caritativa que la encuentre, que contacte conmigo.

GHIDORAH, EL DRAGÓN DE TRES CABEZAS (1964)


Para evitar el cansancio del público frente a la saga se intentó que cada entrega tuviera novedades.
Si lo que la gente quería ver eran monstruos gigantes, batallas y destrucción, eso tendrían. Si Godzilla contra los monstruos (1964) supuso un crossover entre dos criaturas de la Toho (Godzilla y Mothra) que hasta el momento no habían compartido pantalla juntos, Ghidorah, el dragón de tres cabezas (1964) sería algo así como Los vengadores (2012) versión kaiju. En el quinto film de la saga se reúnen hasta 4 monstruos, lo que se conocería en la saga como monster mash o en japonés uchu kaiju eiga. No solamente reaparece Mothra junto al saurio radiactivo sino también Rodan (aparecido en el clásico Los hijos del volcán de 1956), quienes unirán sus fuerzas contra Ghidorah, el enemigo más recordado y carismático de la saga. Además hubo un esfuerzo en hacer que las tramas humanas fueran algo más interesantes y se jugó a hacer un thriller policíaco en torno a una organización extranjera que quiere asesinar a una princesa, la cual dice ser de Marte, y que un policía de Tokyo intentará proteger. El elemento más llamativo y que lo convierte en un título clave en la filmografía de Godzilla es que el saurio radiactivo se convierte en un buen bicho y acabará defendiendo a la humanidad de la amenaza extraterrestre.
La película es bastante inferior en calidad a la anterior, pero lo compensa con un alto grado de diversión.
La historia empieza con una extraña ola de calor en pleno invierno, a la vez que aparece una extraña profetisa que dice venir de Marte y que advierte de la llegada de un monstruo que destruyó a toda su civilización y que hará lo mismo con la Tierra, mientras el pájaro gigante Rodan surge de un volcán y se enfrenta a Godzilla. Un meteorito impactará en Japón y de él surgirá Ghidorah, el dragón de tres cabezas. 
Ghidorah, el enemigo más poderoso de Godzilla
El film incorpora varias novedades: una historia policíaca y de gángsters, que pese a no ser demasiado excitante se hace distraída, además de la incorporación por primera vez en la saga de una amenaza extraterrestre que ataca la Tierra, en este caso el monstruo Ghidorah. Los efectos especiales están en general muy conseguidos, la primera aparición de Godzilla en el puerto por la noche es excelente, sobre todo con esas escenas donde Rodan vuela entre las nubes dirigiéndose a la ciudad... pero donde el film falla es en las batallas; totalmente ridículas e infantiles con los monstruos comportándose como niños pequeños, lanzándose piedras a cabezazos, Godzilla llevándose las manos a su trasero porque se ha quemado con un rayo de otro monstruo entre otras estupideces. Un cachondeo y primeros síntomas de la progresiva infantilización de la saga.
Pero sin duda, quien se lleva todo el protagonismo y se come la película es el monstruo Ghidorah, la nueva incorporación a la saga. Un dragón extraterrestre dorado y de tres cabezas, todo un prodigio de los efectos especiales que convierte cualquier momento en el que aparece en oro puro. Simplemente soberbio. 
Rodan también se apunta a la fiesta
Godzilla deberá decidir si defender a la Tierra o destruirla
Respecto a la voluntad de la Toho de convertir a Godzilla en el protector de la humanidad, la verdad me parece una decisión, a priori, bastante incomprensible, de pasar a ser una metáfora de la bomba atómica y en definitiva del castigo de Japón ahora pasa a ser un defensor del mismo. Una de las razones era que la saga estaba perdiendo a su público adulto y para atraer a los niños a los cines qué mejor que convertir al monstruo en una especie de superhéroe (aunque por el momento no se llega a los extremos ridículos de los films de Godzilla de los años 70). Otra razón lógica es que en 1964, en pleno boom económico en Japón se quisiera dejar atrás de una vez por todas los sombríos recuerdos de la II Guerra Mundial por lo que Godzilla (antaño representación de esos recuerdos) decidió cambiar a una imagen mucho más optimista y colorida. Pese a todas estas razones, Ishiro Honda nunca compartió esta progresiva infantilización de su personaje y a partir de aquí iría perdiendo interés en la saga.
Rodan ya había aparecido anteriormente en un film muy notable (ya comentado en este blog) titulado Los hijos del volcán (1956), aunque el aspecto del bicho nada tiene que ver con lo que vemos aquí, toda una caricatura de si mismo, parecido al pájaro loco y que provoca más risa que miedo.
La oruga Mothra también vuelve, e intentará convencer a Godzilla y Rodan de aliarse contra Ghidorah en una escena deliciosa. El guión de la historia contiene ciertas perlas totalmente delirantes y psicotrónicas, como las discusiones entre los monstruos o la explicación que nos da un científico sobre el por qué la princesa de Marte está viva deberían figurar en uno de los argumentos más rebuscados y risibles de la historia de la ciencia ficción (el actor totalmente serio e imperturbable dice que la mujer cayó en un agujero negro y luego en un agujero blanco entre otras peripecias sobrehumanas).
La batalla final. 3 contra 1.
A pesar de ciertos descalabros en el guión y algunos momentos monstruosos bastante sonrojantes, es un film entretenido y divertidísimo, el cual pasa volando gracias a su aglomeración de monstruos, grandiosos momentos de destrucción y una trama humana bastante distraída. La película funcionó bastante bien en taquilla, con aproximadamente 5,4 millones de espectadores. El film se reestrenó en Japón en 1971.

domingo, 29 de diciembre de 2019

GODZILLA CONTRA LOS MONSTRUOS (1964)


Seguimos analizando la saga Godzilla y esta vez nos adentramos en uno de los films más míticos de la saga: Godzilla contra los monstruos (1964). Tras el exitazo a nivel mundial de King Kong contra Godzilla (1962), los ejecutivos de la Toho dieron con la clave sobre qué es lo que había que hacer con el personaje de Godzilla: convertirlo en un entretenimiento juvenil muy colorido y repleto de batallas colosales entre monstruos. Fue a partir de entonces, en estos primeros 60, cuando Godzilla se convirtió en un icono de la cultura pop y de lo kitsch. Su éxito animó a que empezaran a salir imitaciones japonesas por todas partes, desde los films de Gamera a la magnifica trilogía del Daimajin, hasta series Z como Gappa, el monstruo que amenaza el mundo (1967) o The X from outer space (1967). Incluso tuvimos un Godzilla surcoreano, Yonggary, el monstruo del abismo (1967) y norcoreano, Pulgasari (1985) (pero eso es otra historia).

A finales de los 50 aparecieron varios kaiju como Rodan o Mothra, pero la expansión del género llegaría en la década de los 60. Tanta sobre exposición kaiju y los bajos presupuestos de dichas imitaciones provocaron una rápida decadencia e infantilización del género. Pero antes de eso, se hicieron varias películas muy cuidadas y entretenidas como la que hoy nos ocupa y en donde se decidió volver a enfrentar a Godzilla (en su cuarta entrega) contra otro monstruo ya conocido por el público. Tras barajar varias opciones (¡¡¡¡había un proyecto de enfrentarlo al Batman de Adam West!!!!) finalmente el nuevo enemigo a batir sería Mothra, la polilla gigante, protagonista de uno de las cintas más destacadas de Ishiro Honda, Mothra (1961).

El resultado fue sin duda, un magnifico ejemplo de cine fantástico perfectamente a la altura del primer Godzilla, donde se recupera la seriedad de aquella pero otorgando poesía, terror, espectáculo y entretenimiento puro. El film da comienzo con el descubrimiento de un huevo gigante en una playa. Unos hombres de negocios lo compran para hacer un parque de atracciones y así ganar dinero pero aparecen unas diminutas gemelas que dicen ser las guardianas de Mothra y que tienen que devolver el huevo a su lugar de origen. De repente reaparece Godzilla y comienza a destruirlo todo a su paso.

Sin duda nos encontramos ante la mejor y la más sólida de todas las películas de la etapa clásica de la saga. Aquí se recupera el tono serio y dramático de Japón bajo el terror del monstruo (1954) pero añadiendo las nuevas coordenadas de la serie con el obligatorio enfrentamiento entre monstruos mostrando a un Ishiro Honda (dirección) y a un Eiji Tsuburaya (efectos especiales) en su mejor momento creativo.

Esta vez el color y el Tohomascope es utilizado al máximo de sus posibilidades, creando bellos paisajes y panorámicas. Los efectos especiales además están mucho más cuidados que la anterior entrega. Los momentos de destrucción son sobrecogedores, con un Godzilla avanzando lentamente por Tokyo, incidiendo en el gran tamaño del monstruo respecto a la multitud aterrada y acompañado de la inolvidable música de Akira Ifukube atronando a lo largo de todo el metraje con emocionantes resultados. Mothra es un prodigio de los efectos especiales (de la época). Hasta la llegada de los efectos digitales a la saga no se volvería a ver una Mothra tan realista. La batalla entre los dos monstruos es magnífica, dramática y por fin es coreografiada de una forma realista, retratando a los monstruos como lo que son, animales luchando entre sí y no como hombres disfrazados.

Las connotaciones de la batalla entre las dos bestias, para el público japonés, iba más allá que estar viendo a dos hombres disfrazados dándose de leches. Lo que el público japonés estaba viendo y de ahí la perdurabilidad de esta entrega frente a otras era un enfrentamiento entre la encarnación de la bomba atómica, de los errores humanos, el mal y la destrucción del hombre moderno (en el caso de Godzilla) contra una divinidad que representa el poder de la naturaleza, la bondad y el equilibrio del mundo (en el caso de la mariposa Mothra). Dentro de las creencias del pueblo japonés, en el que la naturaleza (repleto de dioses) para ellos es la que decide el orden de nuestro mundo y al cual hay que tener eterno respeto, este enfrentamiento es más decisivo que nunca.
Fantástico momento de Godzilla surgiendo a través del barro
La batalla entre el saurio y la polilla gigante es inevitable
Las pequeñas orugas de Mothra
La saga aún estaba orientada a un sector juvenil/adulto, así que hay alguna que otra escena violenta. Se vuelve a tratar el tema sobre el uso de las armas atómicas y sus consecuencias, lo que sin duda es de agradecer. Si hay algo que decir en contra del film es lo llano de algunos personajes, como los malvados de la historia (muy naif) y que a fin de cuentas, es un más de lo mismo, hecho con más seriedad, con soluciones de guión más elaboradas y un mayor énfasis en lo épico, pero más de lo mismo. De todas formas, Godzilla contra los monstruos (1964) es un film irresistiblemte entretenido, espectacular y con un guión y unos efectos especiales mucho más cuidados de lo habitual. Una cinta que destila magia por los cuatro costados. El film resultó ser otro gran éxito para la Toho con 7,2 millones de espectadores.

El cartel americano del film.
Esta vez la versión americana del film respetó el metraje japonés, a pesar de que incluyeron una escena adicional de Godzilla siendo atacado por unos misiles sorprendentemente bien realizada. La titularon Godzilla vs The thing, en referencia al clásico americano The thing, el enigma del otro mundo (1951) y en el cartel publicitario se ocultaba la presencia de Mothra, mostrando en su lugar una enorme interrogante que escondía lo que parecía ser una criatura tentacular.

Y para acabar...¡atención!, este es el último film de la etapa clásica en la que Godzilla es el malo de la película, una razón más para disfrutarla. A partir de la siguiente entrega, el saurio se convertirá en el protector de la humanidad, ya que la Toho pensó que ganaría mucha audiencia infantil si convertía a su monstruo en el bueno, lo que a la larga sería su propia perdición.

KING KONG CONTRA GODZILLA (1962)

El Kaiju Eiga, el cine de monstruos japoneses, era una realidad desde la última entrega de Godzilla en 1955, y se pudieron ver cómo decenas de imitaciones asaltaban los cines japoneses, con mayor o menor gloria. El cine japonés dejó obras maestras de la ciencia ficción como Mothra (1961) o Los hijos del volcán (1956) o films más discretos como Varan, the unbelievable (1958), la mayoría de ellas dirigidas por Ishiro Honda y todas producidas por la Toho. Incluso los ingleses quisieron hacer su particular versión de Godzilla con la pasable Gorgo (1961). La Toho tuvo la oportunidad única de conseguir los derechos del mítico personaje de King Kong durante los 60 y por motivos que explicaré más adelante desaprovecharon una oportunidad de oro. Inicialmente este proyecto era una idea soñada por Willis O'Brien llamado King Kong vs Prometheo en la que el simio se enfrentaba a una especie de monstruo de Frankenstein agigantado. El proyecto fue pasando de estudio en estudio sin ningún éxito. La única que parecía interesada por el proyecto resultó ser la Toho, pero más tarde acordaron con la RKO que el enemigo con el que se enfrentaría King Kong sería Godzilla. Willis O' Brien, ilusionado, no tardó en realizar diseños de las bestias y enviárselas a la Toho, quienes hicieron caso omiso al pionero de los efectos especiales. El film iba a tomar otros caminos.

Godzilla dispuesto a enfrentarse al simio gigante
Una expedición científica organizada por Mr. Tako, presidente de una firma de productos farmacéuticos, viaja a la isla Farou para recoger bayas rojas con fuertes poderes somníferos. En la isla los miembros de la expedición descubrirán un gorila de enormes dimensiones que acabarán llevándose a Tokyo. El gigantesco simio será utilizado después por las autoridades para detener a Godzilla, liberado después de la explosión del iceberg que lo mantenía prisionero, con una apoteósica lucha final en el Monte Fuji.

A pesar del enorme éxito que tuvo no sólo en Japón sino en el resto del mundo, King Kong contra Godzilla no es la obra definitiva de la ciencia ficción como tendría que haber sido. Supongo que Ishiro Honda estaba cansado de la seriedad que siempre tenían los kaiju eiga y quiso divertirse haciendo una parodia del género. El personaje de Godzilla antaño era una figura que infundía terror y era una parábola de la guerra atómica, mientras que King Kong era un personaje que desprendía poesía en su versión de 1933. La seriedad que se le podría dar al film se difumina para convertirse en un espectáculo kitsch, una comedia freak divertidísima, eso si.

El simio, mientras tanto, se las ve con un pulpo
El color no sienta nada bien a Godzilla ya que se nota más que nunca que los monstruos son hombres disfrazados y ni intentan disimularlo, al igual que los tanques y aviones utilizados, los cuales se notan a la legua que son juguetes. Lo mismo se puede decir de la mayoría de maquetas utilizadas, en general deslucidas. El aspecto ridículo y absolutamente risible de King Kong no mejora las cosas, y para colmo, la gran batalla entre los dos monstruos tampoco es que sea demasiado remarcable, ya que se acerca mucho más a las batallas de lucha libre de la etapa de decadencia del personaje en los 70 con patadas voladoras y golpes de boxeo.
 
No obstante, estamos ante un film muy entrañable y en definitiva mítico, que gracias al gran talento de Honda se hace disfrutable y divertidísimo gracias a su entretenidísimo ritmo. Tras tanta imitación, Godzilla ya no funcionaba como parábola de la guerra atómica, eran otros tiempos, así que la serie deriva en un espectáculo de color con batallas colosales, un tono que la franquicia nunca abandonaría. El problema con King Kong contra Godzilla es que se plantea como una parodia y en ese sentido resulta divertida y acertada, el problema es que ese tono paródico ha acabado con jugarle en su contra ya que las futuras producciones Kaiju y demás entregas de Godzilla acabaron convirtiendo precisamente en esto, un festival imposible de luchas de sumo monstruosas e infantiles por lo que el paso del tiempo no le ha sentado demasiado bien.

Más os vale no perturbar el sueño de King Kong
Ahora, varias curiosidades. En su estreno japonés la gente vitoreaba a Godzilla y abucheaba a King Kong, ya que para ellos era símbolo del poder americano. Si alguien le parece extraño que King Kong se alimente de la electricidad, eso es un resto de las primeras ideas de Willis O'Brien con el desaparecido Godzilla vs Prometeo, donde como hemos apuntado anteriormente, aparecía Frankenstein. La Toho no olvidó dichas ideas y recuperó a la criatura de Shelley (aunque muy a la japonesa) en la imperdible Frankenstein conquers the world (1965). Mucho se ha hablado de que hay varios finales diferentes; un final japonés con Godzilla venciendo y un final internacional que da la victoria a King Kong. En realidad, no existen dos finales del mismo film, tanto en el montaje japonés como en el americano el final es el mismo y acaba perdiendo... lo tendréis que descubrir vosotros mismos.
 
En USA, como de costumbre, hicieron su propia versión del film, eliminando muchas secuencias del original japonés e introduciendo en su lugar más de veinte minutos de escenas con actores totalmente inexpresivos y acartonados en decorados patéticos y recitando diálogos ridículos dónde únicamente narran lo que está pasando. Impagable es el momento en que uno de los actores americanos se hace valer de un libro infantil de dinosaurios para describir a Godzilla. Desgraciadamente ésta es la versión que se estrenó en gran parte del globo. La versión original japonesa es difícil de encontrar en condiciones. Para 1970 el film fue objeto de un reestreno en Japón cuyo montaje estrenado tenía una duración de unos 75 minutos, eliminando hasta 20 minutos de la versión original. Dichas escenas recortadas acabaron en un limbo y no fue hasta hace unos pocos años que esas imágenes fueron objeto de una restauración para la comercialización del montaje original japonés de 1962, aunque no se evite notar la diferencia de calidad de imagen entre unas escenas y otras.

Lucha de cerebros. Fotograma del remontaje americano del film
King Kong contra Godzilla (1962) fue un éxito sin precedentes en Japón y la entrega más taquillera de la serie Godzilla, consiguiendo llevar al cine a más de 11 millones de espectadores. Se reestrenó en 1970 y 1977 consiguiendo un mayor éxito si cabe con 13 millones de espectadores, además de su gran éxito internacional siendo uno de los films japoneses más populares de todos los tiempos. Por si fuera poco junto a Titanic fue uno de los VHS más alquilados de la historia.
En resumen, una entrega divertida, que no se toma en serio a sí misma y que vale la pena ver sólo por lo mítico de la propuesta, pero no es un film tan cuidado como la primera entrega de la saga. A partir de este momento la saga se convertiría en un espectáculo de lucha entre monstruos a cada cuál más surrealista y el personaje de King Kong no se retomaría hasta 1967 con la genial King Kong se escapa.

GODZILLA CONTRAATACA (1955)

El éxito en Japón del primer Godzilla fue impresionante, más de 9 millones de espectadores vieron el film, superando incluso a "Los Siete Samuráis" de Akira Kurosawa, así que por supuesto, la secuela no se hizo esperar. Cinco meses después del estreno del primer film, "Godzilla Contraataca", o Godzilla raids again, irrumpía las pantallas, esta vez sin Ishiro Honda detrás de las cámaras, el cual no pudo ocuparse del proyecto por problemas de agenda; en su lugar, el desconocido Motoyoshi Oda se hizo con la dirección. Estas prisas en la producción del film se notaron y mucho en el montaje final, haciendo un film fantástico y muy entretenido en sus primeros 45 minutos, y bastante soporífero en sus 40 minutos restantes.

La historia se inicia con el descubrimiento en una isla de un nuevo Godzilla luchando contra otro monstruo gigante, Anguirus. La batalla entre los dos monstruos llegará hasta la ciudad de Osaka.
 
Siguiendo las influencias de films clásicos como King Kong (1933) o El mundo perdido (1925) y sus famosas escenas de batalla entre seres colosales, se añade un elemento que acabaría siendo imprescindible en el futuro del kaiju-eiga como es introducir una batalla colosal entre dos monstruos gigantes mientras destrozan los detallados decorados de las ciudades japonesas. Aquí, el primer enemigo de Godzilla es el citado Anguirus, una especie de dinosaurio cuadrúpedo similar al anquilosaurio pero con una coraza llena de pinchos (dicho monstruo aparecería en futuras entregas de la saga aunque esta vez como aliado del saurio).

Godzilla ha vuelto, pero esta vez viene acompañado
A pesar de tener un inicio muy prometedor, el film tiene unos problemas muy graves de ritmo. En su primera mitad todo está muy conseguido: la tensión, la acción, las apariciones de los monstruos son fantásticas, los efectos especiales brillan en muchos momentos...pero una vez Godzilla (no hay explicación alguna sobre el por qué regresa si su cuerpo fue reducido a la nada en la anterior. Regresa y punto) deja fuera de combate a Anguirus, tenemos que aguantar más de media hora de diálogos aburridos entre unos personajes que no nos importan nada y sin chispa hasta llegar a su aceptable final, en el que acorralan a Godzilla en una isla de hielo y ahí lo sepultan entre la nieve. El único personaje que repite de la anterior entrega es el profesor Yamane, interpretado por Takashi Shimura, el cual aparece 5 minutos con cierto aire paródico para intentar aclarar la inexplicable aparición de este segundo Godzilla con un gracioso aire de superioridad: “Ya sabía yo que aparecería otro Godzilla”. 

Una isla de hielo parece ser la última esperanza
Los efectos especiales, obra otra vez de Eiji Tsuburaya, tienen momentos geniales en las secuencias de destrucción de Osaka y especialmente las batallas entre los monstruos realizados a cámara rápida (debido a un error técnico aunque como les gustó el resultado lo dejaron tal y como está), dando un resultado quizás algo ridículo vistos hoy en día pero realista al mostrar a los monstruos como animales rabiosos. La batalla en plena ciudad entre Godzilla y Anguirus es sin duda, la mejor escena del film. Así, el film contiene imágenes con mucha fuerza aprovechando el, otra vez, siniestro blanco y negro, como esa escena en la que un personaje mira por la ventana hacia la ciudad y ve un hongo atómico o la fantástica batalla contra Anguirus como apuntaba anteriormente.
 
A pesar de lo soporífero del último tercio del film, hay que comentar a su favor que acaban resultando interesantes por su retrato de la reconstrucción de una ciudad y de la vuelta a la normalidad de la vida de sus personajes tras la tragedia, rodados de una forma esperanzadora de cara al espectador japonés, que aún sufría las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial.

El film repitió éxito en Japón, con 8.340.000 espectadores. Para su venta internacional, el film recibió el interés en 1956 de la compañia americana AB-PT (American Broadcasting Company y Paramount Theaters quienes en su currículum contaban con cosas como The beginning of the end) aunque con la intención de realizar una historia nueva desechando todas las escenas con japoneses de la versión original y reutilizando únicamente las escenas con los monstruos quienes fueron convertidos en esta nueva historia en dos dinosaurios anónimos. El invento se iba a llamar The Volcano Monsters y aún teniendo finiquitado el guión y los disfraces de los monstruos enviados por Toho, la quiebra del estudio impidió su realización. En 1958 la Warner Bros. volvió a adquirir el film realizando un horroroso remontaje titulado Gigantis, the fire monster y donde se bautizaba a Godzilla como Gigantis. Se realizó además un doblaje tremendamente ridículo y cómico añadiéndole una innecesaria e insoportable voz en off, stock shots de otros films e imágenes de archivo de misiles en los créditos iniciales. Para colmo se eliminó la banda sonora original sustituyéndola por música de otros films de ciencia ficción. Dicho engendro acabó pasando sin pena ni gloria por los cines americanos ya que al año de su estreno, 1959, la fiebre por los monstruos gigantes en EEUU ya había aflojado.
El remontaje americano del film

Volviendo al original japonés, Godzilla Contraataca (1955), es una película curiosa aunque no excesivamente destacable, entretenida en su primera mitad pero fallida en el resto. Las prisas le hicieron mucho daño a este film. El saurio radiactivo no volvería a las pantallas hasta 1962 con el clásico King Kong contra Godzilla.

sábado, 28 de diciembre de 2019

JAPÓN BAJO EL TERROR DEL MONSTRUO (1954)

Godzilla fue un proyecto que nació bajo la influencia del cine de ciencia ficción americano siguiendo muy de cerca los pasos de El monstruo de los tiempos remotos (1953) aparte del evidente clásico King Kong (1933), pero añadiendo un elemento que a la postre lo diferenciaba de todos los films de la época y con la misma temática: el ataque nuclear y sus consecuencias plasmado por un país que lo había sufrido en primera persona 9 años antes en Hiroshima y Nagasaki. Japón bajo el terror del monstruo no tiene nada que ver con el tono que tendrían el resto de films de la interminable saga del saurio radiactivo (32 películas y 3 versiones americanas). Éste es un film serio, maduro, a veces violento, otras veces pesimista y con momentos terroríficos que por medio de la fantasía crea una realista parábola de la guerra y crítica del uso de las armas nucleares, siendo además este film el pistoletazo de salida del subgénero del "kaiju-eiga", el cine de monstruos gigantes japoneses. Hay que entender el contexto histórico en Japón, una sociedad que desde el fin de la guerra en 1945 hasta abril de 1952 vivió la ocupación americana en su país, los cuales reprimían cualquier expresión de exaltación nacional. Por supuesto las heridas de la guerra estaban más que abiertas y la situación se agravaba con cosas como la prohibición de tratar el tema atómico en los medios de comunicación o en el cine o la condena al ostracismo de los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki (los llamados Hibakusha), con las consecuencias de la bomba marcados en su cuerpo para siempre. En este contexto la presencia de Godzilla como exorcismo brutal para el público japonés de la época era obligatorio.

Godzilla, de turismo por Tokyo por primera vez
La historia es simple: unos barcos desaparecen misteriosamente, unos científicos investigan una isla en los alrededores y allí descubren a una bestia prehistórica de enormes dimensiones mutada por las radiaciones atómicas del Pacífico y que más tarde destruirá Tokio. 
Ishiro Honda, el Kurosawa de la ciencia ficción japonesa (director de los kaiju más destacables de los años 50 y 60) logra darle un tono muy realista al producto acercándolo al documental. El film cuenta con Tomoyuki Tanaka a la producción (ideólogo del proyecto en su búsqueda de un monstruo del impacto de King Kong pero en Japón), el mago de los efectos especiales Eiji Tsuburaya y Akira Ifukube a la banda sonora. El equipo de 4 funciona y funcionará como un tiro en el género proporcionando una edad de oro en el Kaiju durante los años 50 y 60 gracias a la visión tan personal y única de los monstruos. El nivel actoral es más alto de lo normal en un film de este tipo, tenemos al gran Takashi Shimura, habitual de los films de Kurosawa donde interpreta a un paleontólogo de aire derrotista y fascinado por la inmensa figura de Godzilla y su enorme valor científico. Akira Takarada (que se convertirá en un rostro habitual de la saga) y Momoko Kochi interpretan a la pareja de jóvenes enamorados afectados por la tragedia y Akihiko Hirata interpreta al "Tarantiniano" profesor Serizawa, uno de los personajes más interesantes del film envuelto de pesimismo y tragedia (otro personaje afectado físicamente por la II Guerra). Ese acercamiento a la realidad japonesa, el trato de la paranoia atómica entre la población, las alusiones explícitas a los bombardeos americanos sobre Tokyo... es uno de los mayores valores del film y que crece cada vez más a medida que pasa el tiempo. 
La destrucción de Tokyo. Ficción y realidad se dan la mano
La isla de Odo ha sido destruida
El saurio, finalmente, asola Tokyo
El doctor Serizawa parece tener la clave para acabar con Godzilla
Ishiro Honda, prisionero de guerra por los chinos y traumatizado para siempre por el horror de Hiroshima, contagia las imágenes de su experiencia. De hecho, en medio de la escritura del guión del film, en 1954, tuvo lugar el desgraciado incidente del buque pesquero "Dragón Afortunado nº5", donde unos pescadores japoneses fueron atrapados por la contaminación atómica de la bomba H más potente jamás explotada hasta el momento (en el Atolón Bikini) y los pescadores, durante el paso de los años, fueron muriendo progresivamente. La experiencia se incorpora al film y se evidencia sobretodo en los primeros minutos de metraje. Respecto al monstruo, aún me sorprenden las escenas de destrucción del film; sí, es un hombre disfrazado (con la intención inicial de utilizar el stop-motion pero descartado por la premura del tiempo de producción del film), pero la forma en la que está rodado, con esa tensión y ese siniestro blanco y negro el cual da un ambiente de pesadilla, es absolutamente magistral, aumentado con la sensación de gigantismo que da el monstruo con esos andares a cámara lenta, todo obra del mago Tsuburaya (creador posteriormente de Ultraman) y su equipo de efectos especiales quienes se enfrentaron a técnicas nunca antes utilizadas en el país por primera vez por lo que usaron el ensayo-error con los diferentes y limitados elementos de los cuales disponían.
Haruo Nakajima, primera vez en el traje de Godzilla
Todo el film alberga un alto sentimiento de tristeza y dramatismo, potenciado por las numerosas referencias a la destrucción provocada por las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki (un momento del film en donde una madre en medio de la destrucción le dice a sus dos hijos que se van a reunir con su padre, posiblemente muerto en la guerra) y llegando al clímax en este sentido con las escalofriantes escenas en el hospital después de la destrucción de Tokio, con muertos y niños contaminados por la radiactividad calcadas a lo que pasó en la realidad. Momentos así de crudos no se volverían a repetir en la saga la cual se convertiría en algo mucho más "flower-power". Hasta el saurio radiactivo es mostrado más como un pobre animal devuelto a la fuerza a un mundo extraño, despertado de nuevo debido a las bombas atómicas. Sensación acrecentada con su rugido (obra de Akira Ifukube al igual que el sonido de los pasos de la criatura) más parecido a un lamento. Un detalle curioso es que en los primeros bocetos del diseño original de Godzilla, su cuerpo estaba plagado de cicatrices fruto de la bomba atómica así como una cabeza y cuello cuya forma recordaba a un hongo atómico. Estas ideas fueron desechadas aunque recuperadas parcialmente por Hideaki Anno y Shinji Iguchi en Shin Godzilla (2016).

Los efectos especiales, si en algunos momentos resultan sorprendentes en otros han quedado bastante desfasados, como por ejemplo la esperada primera aparición de Godzilla en la isla de Odo en donde el monigote que aparece por cabeza es poco creíble, aunque estos efectos resultaron terroríficos en su momento vista hoy resultan muy entrañables en su artesanía y un ejercicio de detallismo espectacular en las maquetas de la ciudad de Tokio. Y para qué engañarnos, tienen algo que el CGI no es capaz de conservar ni una sola vez desde que el efecto digital hizo el primer acto de presencia: encanto y personalidad.
Foto de rodaje
Raymond Burr en Godzilla, King of the monsters (1956)
El éxito de la película en su país fue espectacular con más de 9 millones de espectadores (superando a Los siete samurais) y junto a Rashomon de Kurosawa fueron los primeros films japoneses en traspasar sus fronteras y estrenarse en Estados Unidos. Tras pasar la versión original japonesa por un circuito reducido de filmotecas y otras salas especializadas, en 1956, EEUU realizó un remontaje poniendo como protagonista a un yanqui como Raymond Burr, y eliminando cualquier crítica a la energía nuclear y a las guerras, y titulándola "Godzilla. King of monsters". Dicho film eliminaba un buen número de secuencias de la versión original japonesa, metiendo con calzador a Raymond Burr en escenas clave (como en la Isla de Odo o las escenas del hospital) haciendo uso de cutres dobles de los actores originales. Un remontaje chapucero pero no exento de diversión y que al menos, denota un interés por crear un montaje justificado e interesante. Por desgracia ésta fue la versión que se estrenó por todo el mundo. En España, a tenor de recortes de periódicos y testimonios parece que tuvimos la suerte de ver el film original japonés. 

Cartel de Cozzilla (1977)
Pero la historia de Japón bajo el terror del monstruo no acaba aquí y es que el film fue objeto de otro remontaje todavía más delirante y bizarro. En 1977, Luigi Cozzi (perpretador de exploits italianos como Contaminación. Alien invade la Tierra) cogió Godzilla: King of the monsters con Raymond Burr (debido a la negativa de la Toho de cederle la versión original japonesa) y la volvió a remontar coloreando sus imágenes a 4 colores con una técnica llamada Spectorama dando un resultado absolutamente alucinógeno. Por lo menos Cozzi fue más respetuoso con el mensaje original del film aunque quizás fue demasiado lejos añadiendo escenas de documentales sobre la bomba atómica dando una imagen muy cruda y gore al film con cadáveres, muertos y demás horror (todo muy italiano) además de una nueva banda sonora con sintetizador. Cozzilla (1977), que es como se llamó al invento, es toda una curiosidad a la que la Toho tildó de "abominación". Como apunte, parte de la banda sonora escuchada aquí fue reutilizada en Zombie 2 (1978) de Lucio Fulci ya que compartían mismo compositor: Fabio Frizzi. Muy curioso.

Pero esto no acaba aquí porque las Filipinas también realizó su propio remontaje del film. En una perspectiva similar a la versión de Raymond Burr, esta versión producida por Cirio Santiago y dirigida por Teodorico C. Santos se quedaba únicamente con las escenas del monstruo de la película original y las metía entre un metraje con actores autóctonos en una nueva trama rodada en Manila.

¡También hubo remontaje filipino!
Un experimento para ver y creer. El film se tituló Tokyo 1960 (1957) y formaba parte de una serie especial de films estrenados en aquellos años en las Filipinas y protagonizados por monstruos atómicos en los que se incluían Tanong Pukik (1956) o Tuko Sa Madre Kawaw (1959). Desgraciadamente, Tokyo 1960 es un film que ha quedado perdido en los confines de los tiempos estando desaparecidas todas las copias de la misma. Una lástima (o no).


Volviendo al original japonés, Japón bajo el terror del monstruo (1954) es una joya a redescubrir y que sorprenderá a más de uno. Un film excelso en lecturas y que gana cada vez más con nuevos visionados. Pacifista en su alegato contra las armas nucleares. Retrato de una época del pueblo japonés que nunca deberían ni deberíamos olvidar.

domingo, 22 de diciembre de 2019

ESPECIAL SHUNJI IWAI


Shunji Iwai es un director a descubrir. De estilo único, poeta de la imagen, catalizador excelente de las angustias adolescentes y radiógrafo de la sociedad japonesa de fin e inicio de milenio además de ser todo un artista "completo": director, compositor, guionista, documentalista... Una de las cabezas visibles del cine independiente japonés de los 90.
Nacido en 1963 en Sendai, se graduó en 1987 tras estudiar en la Universidad Nacional de Yokohama. En 1988 ya entró en el mundo del entretenimiento japonés dirigiendo videoclips y numerosos films directos a TV hasta que en 1993, el film Fireworks consiguió cierta atención entre los críticos recibiendo un premio por parte de la Asociación de Directores Japoneses. Desde entonces, no ha hecho más que acumular obras notables, originales y personales: el romance melancólico de Love Letter (1995), la sociedad utópica de la sci-fi de Swallowtail Butterfly (1996), el hermoso cuento en medio de Tokyo de Historia de Abril (1998)... hasta llegar a su obra cumbre y absoluta; las descarnadas vivencias adolescentes de Todo sobre Lily (2001). Adentraos en la filmografía de un director arriesgado, sensible y único. No os dejará indiferentes.


FIREWORKS. SHOULD WE SEE IT FROM THE SIDE OR FROM THE BOTTOM? (1993)

UNDO (1994)

LOVE LETTER (1995)

PICNIC (1996)

SWALLOWTAIL BUTTERFLY (1996)

HISTORIA DE ABRIL (1998)

TODO SOBRE LILY (2001)

JAM FILMS (2002)

HANA & ALICE (2004) 

THE KON ICHIKAWA STORY (2006)


CHANG-OK'S LETTER (2017) (SERIE DE TV)

NI HAO, ZHIHUA (2018)

LAST LETTER (2020)

THE 12 DAY TALE OF THE MONSTER THAT DIED IN 8 (2020)