CRÍTICAS PELÍCULAS

domingo, 26 de marzo de 2023

(HARU) (1996)


Dentro del cine japonés, la década de los 90 está considerada como una época de renovación, una nueva ola de filmes y directores con ideas nuevas y refrescantes que abandonaban esos años de decadencia situados en los años 80 donde los grandes estudios se vieron en verdaderos aprietos económicos. Unos años de expansión con directores como Takeshi Kitano, Sabu o Shunji Iwai ofreciendo unos trabajos personales que además triunfaban y maravillaban en festivales internacionales. El mercado del V-Cinema seguía imparable sirviendo además de excelente cantera para que jóvenes directores dieran sus primeros pasos antes de dar el salto al cine.

El filme que nos ocupa hoy está dirigido por un director con solera como es Yoshimitsu Morita. De trayectoria bien variada y movida desde inicios de los años 80 donde coqueteó con el Roman Porno (Pink cut: Futoku aishite fukaku aishite (1983)) aunque, pronto, su cine derivó hacia otros caminos como la comedia cargada de mala leche de The Family Game (1983), la comedia adolescente de Main Theme (1984) o el drama romántico de Kitchen (1989). Un director interesante que encuentra, a opinión personal, su mejor trabajo en (Haru) (1996), del cual también se encarga del guión.

Dos jóvenes, Hoshi y Haru, se encuentran online a través de un foro sobre cine. Pronto se interesan el uno por el otro y empiezan a enviarse correos electrónicos donde empiezan a confesarse sus secretos, miedos y frustraciones diarias.

(Haru) es una conmovedora historia de amor que encuentra en los nuevos formatos digitales como los chats, los foros de internet o el e-mail, como una forma de expresión y de contar historias. En una manera que me recordó a los mundos digitales de Todo sobre Lily (2001), aunque adelantándose cinco años, lo que puede parecer un varapalo para el espectador a la hora de enfrentarse a dos horas de metraje, se convierte en su mayor fortaleza utilizando constantemente los textos virtuales para ir relatando una emocionante y preciosa historia de amor de dos personas llenas de frustraciones y traumas personales. 

Dos personas solitarias que se encuentran por casualidad en un foro sobre cine y donde en base a chats y e-mails van mostrando poco a poco lo más profundo de su ser. Su soledad, sus frustraciones laborales o sus problemas de pareja, a la vez que su relación va tornándose más íntima aún con la dificultad de no poder verse a lo largo de toda la película. En este sentido es muy interesante realizar el experimento de comparar producciones indigestas de Hollywood como Tienes un e-mail (1998) con el presente filme. Las comparaciones son odiosas pero es notable observar las diferencias de tono e intenciones de (Haru) siendo éste un filme de aire melancólico, pausado, sutil y que poco a poco logra llegar a lo más profundo de tu corazón removiendo tu ser sin haberte dado cuenta y de la forma más sencilla.

La mayor pasión de Haru es el fútbol americano pero lo dejó debido a sus problemas de salud.

Conoce a Hoshi a través de un foro sobre cine y comienzan a enviarse e-mails.

Su relación irá haciéndose cada vez más íntima.

Junto a la avalancha de e-mails de Haru y Hoshi vamos viendo de manera paralela las grises vidas de estos dos jóvenes y en este sentido destaca la interpretación de su pareja protagonista. Seiyo Uchino, quien interpreta a Haru, un joven con un trabajo aburrido, que ha tenido que dejar su mayor pasión, como es el fútbol americano, debido a sus problemas de salud. A Uchino lo veremos en otro de los trabajos de Morita como es The Black House (1999) o en First Love (2019) de Takashi Miike. Si bien, quien se lleva toda mi fascinación es Eri Fukatsu. Preciosa, frágil, vulnerable pero valiente mujer, intentando superarse como persona enfrentándose a trabajos de diversa índole a la vez que intenta olvidar una muerte pasada. Fukatsu también disfruta de una larga trayectoria en cines con ejemplos tales como Bayside Shakedown (1998), Villain (2010) o Survival Family (2016). Aunque lo que aquí desprende la actriz es pura luz.

(Haru) es un drama romántico bello y sutil, que innova en su forma de abordar el romance, modernizando a través de las nuevas tecnologías la forma de comunicación romanticona. Del correo postal a los correos electrónicos. Un filme que presenta con sencillez las vidas de unos personajes solitarios y que atraviesan con dificultades pero con entereza los obstáculos de la vida diaria. De un uso de la cámara delicado, a veces invisible, con una banda sonora notable que refuerza el aire melancólico de la propuesta con piezas a piano a la vez de temas más movidos con influencia del swing. Se dejan entrever detalles interesantes como que, aún en unos usos incipientes del chat y el e-mail, hombres y mujeres no pueden evitar mentir al otro mostrando una cara falsa a los demás para aparentar lo que no es. La película sabe guardarse varios giros de guión, pequeños, pero suficientes para sacarle a uno la sonrisa.


(Haru) ha sido todo un descubrimiento la mar de gratificante para el que esto escribe. Un filme que le ha llegado al corazón gracias a su tono y relación entre sus protagonistas en una película deliciosa, capaz de crear un pequeño universo en el que uno desea estar. Uno de los dramas más interesantes y destacables del cine nipón de los 90. La película ganó algunos premios como "Mejor actriz" (para Fukatsu) y "Mejor guión" en los Yokohama Film Festival 1997 o "Mejor Director" en los Hochi Film Awards 1996.

lunes, 20 de marzo de 2023

BLIND BEAST (1969)


Yasuzo Masumura es uno de los directores más destacados de la historia del cine japonés y un director, creo, injustamente olvidado en occidente en favor de los míticos e intocables como Akira Kurosawa, Mizoguchi y Ozu. Masumura, alumno de Luchino Visconti, e influenciado por el neorrealismo italiano y las nuevas olas inicia en Japón su andadura como director con obras capitales como Kisses (1957) o La muchacha bajo el cielo azul (1957) con quien ya contaba en su reparto con su musa Ayako Wakao, quien trabajaría en numerosos filmes del director.

Unos primeros trabajos englobados en el nuevo cine juvenil o el Sun Tribe pero lejos de querer encasillarse en dicha moda, el cine de Masumura pronto vira hacia otras vertientes apasionantes en donde su estilo va por caminos imprevisibles y siempre con una obsesión por retratar la perversidad humana, tanto desde un punto de vista sexual como del propio sistema social japonés. 

Es habitual encontrarse en los filmes de Masumura personajes con motivaciones dudosas y perversas o bien historias de una persona enfrentándose en solitario contra el sistema destapando las miserias del poder japonés y su sociedad. A Wife Confesses (1961), Irezumi (1966), Manji (1964), La mujer de Seisaku (1965) o Red Angel (1965) son obras capitales de su filmografía y ejemplos de obligado visionado para todo amante del cine. Si bien, es una de sus obras más radicales y atrevidas la que ha quedado como uno de sus trabajos más recordados. Estamos hablando de Blind Beast (1969).

Un escultor ciego obsesionado con la "belleza" de la piel femenina, Michio, vive recluido junto a su madre en un estudio lleno de reproducciones parciales o totales de mujeres. Decidido a crear su obra magna, secuestra a una bella modelo, Aki y la retiene hasta que esta accede a posar para él.

Blind Beast (1969) es con derecho propio uno de los mayores clásicos del cine japonés de los 60. Una obra radical y que pone contra las cuerdas al espectador con un relato que se adentra en caminos de pura perversión y sexo enfermo. Masumura ya llevaba varios trabajos adaptando libremente historias del célebre Edogawa Rampo, escritor polémico y responsable del llamado "eroguro" (erotismo grotesco), una respuesta crítica y desafiante a la censura y a los temas tabú de Japón en lo referente al sexo y a la violencia. Tras el erotismo de Red Angel protagonizado por tullidos y afectados por la guerra, en Blind Beast esto se lleva un paso aún más allá logrando un resultado perturbador.

Michio, un escultor ciego obsesionado con la belleza femenina, ve en Aki la creación de su obra magna.

Aki acaba secuestrada en el peculiar estudio de los horrores de Michio.

Los días allí cada vez son más tensos...

La pareja se entregará a un amor irracional y enfermo con el sadomasoquismo como protagonista.

Blind Beast logra adentrarnos en un mundo de pesadillas y sin duda es una propuesta insólita y original. Con solo 3 personajes (el escultor, su madre y la modelo) y unos mínimos escenarios a Masumura le basta y sobra para adentrar al espectador en un mundo agónico y asfixiante ayudado por una ambientación arty surrealista. El estudio de Michio, el escultor, es digno de un Salvador Dalí extremo, lleno de cuerpos femeninos desnudos gigantes esculpidos en la sala y en paredes logrando una sensación inquietante e incómoda. 

Así, esa relación y reflexión entre artista y su obra de arte se antoja interesante y rica en lo que ayuda sus fascinantes personajes. Michio (Eiji Funakoshi), ciego pero que debido a su discapacidad ha logrado tener un sentido del tacto más que fino es un artista de múltiples represiones, de madre sobreprotectora (fantástica Noriko Sengoku) y obsesionado con su propia obra. Mako Midori (Aki) está estupenda y tremendamente sensual en un personaje que pasa por diferentes fases. Siendo primero forzada a un presidio, para ir poco a poco sintiéndose interesada en Michio y la fascinación que él siente por ella con lo que poco a poco irá entregándose a su cometido artístico. Un elemento que la madre de Michio verá como una amenaza para la estabilidad de ella y su hijo.

La tensión entre los tres crecerá provocando que el propio Michio mate a su madre, para posteriormente, dándose cuenta de lo que ha hecho y a la manipulación a la que ha sido sometido por Aki, agredirá sexualmente a esta. Un momento incómodo pero que no es baladí, habiendo un cambio en las motivaciones de sus personajes quienes se entregarán al fin del arte en una relación en el que buscarán las posibilidades sensoriales del cuerpo en una carrera cada vez más extrema y autodestructiva. El torrente de brutalidades (mayoritariamente en unos acertados e inquietantes fuera de plano) que podemos ver en el último tramo de Blind Beast se antoja inolvidable e increiblemente perturbador a partes iguales.

Bind Beast es una de las cimas de una filmografía magnífica como es la de Yasuzo Masumura con la que es, quizás, su obra más recordada por todos sus perturbadores momentos. Si logramos no quedarnos con esto, asistimos a una rica reflexión sobre el arte, el artista y su obra, el poder del sexo femenino y un aspecto muy interesante como es el triunfo de la búsqueda del placer o de las motivaciones individuales (aún a costa de la propia autodestrucción) como respuesta insurgente frente a un país que desde el sistema se obliga al pensamiento de colmena. A ser una masa casi sin pensamiento y donde toda individualidad parece querer ser destruida (otra de las constantes del cine de Masumura). Un mensaje que da colofón a una década de grandes movimientos sociales y manifestaciones como fue la de los 60 en Japón.

Planos magníficos como el de los personajes caminando a través de la escultura de esa mujer gigante desnuda o el inolvidable tramo final del filme confluyen en una película difícil de olvidar y que al acabarla ya no serás el mismo.

martes, 14 de marzo de 2023

BLUE SPRING (2001)


La crisis económica golpeó de una manera feroz a la población japonesa durante los años 90 y parte de los primeros 2000. Dentro de ese clima de pesadumbre uno de los sectores más afectados fue el de los jóvenes, presos de un presente y sobretodo un futuro sin oportunidades ni aspiraciones. Unos años en donde el acoso escolar, la violencia adolescente o los suicidios crecieron de una manera notable, algo que el cine del país plasmó de forma incisiva durante la década en una corriente de filmes de tono nihilista, desesperanzador y triste. Shunji Iwai radiografió de manera muy acertada a la juventud japonesa de los 90 en obras como Picnic (1996) o Todo sobre Lily (2001). Su amigo Hideaki Anno plasmó de manera excelente las ansiedad y depresiones de esta generación perdida en su Neon Genesis Evangelion (1995) o Love & Pop (1998), la cual exploraba el fenómeno del enjo kosai. Harmful Insect (2001), The Blue Light (2003), Battle Royale (2000) o ejemplos del V-Cinema verdadera y horripilantemente nihilistas como Fudoh: The New Generation (1996) de Takashi MiikeGirl Hell 1999 (1999)... hay decenas de ejemplos cinematográficas que captan la desesperación y depresión de la juventud japonesa de la crisis. Si bien, uno de los casos más singulares de esta corriente es la fundamental Blue Spring (2001).

La historia de Blue Spring se desarrolla en un instituto para chicos, concentrándose en un grupo de ellos en su último año en el instituto antes de su ingreso en la universidad, quienes van a decidir su próximo líder a través del juego de las palmadas. Agarrados a la barandilla del tejado de la escuela, quien dé más palmadas sin caerse, se convierte en líder del grupo y del instituto.

Blue Spring fue uno de los primeros filmes japoneses que pude ver en mi adolescencia y me marcó especialmente y con razón. El filme captura excelentemente ese clima de crisis total, tanto económica como de valores y falta de perspectivas vista desde el punto de vista de los jóvenes. Es una película que supura puro espíritu punk, dándole una vuelta a esos filmes de rebelión estudiantil de los años 70 pero añadiendo una capa de realismo y dureza en sus sucios ambientes así como en la plasmación de la violencia.

Uno de los puntos más satisfactorios es ese nihilismo que se respira en el filme y que transmiten sus protagonistas. Unos personajes que parece que lo tienen todo perdido, envueltos de un estado de apatía y que apenas dan valor a sus propias vidas visto ese juego peligroso y mortal en la azotea del instituto para intentar ganar la hegemonía del edificio, al parecer el único espacio que aspiran a conquistar antes de dejarlo y adentrarse en el oscuro mundo adulto. El elemento más icónico de Blue Spring son las escenas en las que los personajes realizan ese juego de liderazgo en la azotea, plasmada desde la cámara de manera excelente con un uso de los planos aéreos y los contrapicados modélico, sumado a lo realmente peligroso del asunto para los actores ya que parece no haber ningún truco de por medio. La magia del cine...

El ritmo del filme es cadencioso y casi da la sensación de ser casi un documental con una cámara que se cuela en espacios privados en el mundo de estos adolescentes. La plasmación de los ambientes del instituto es seductora, con un edificio marginal, dejado y en indigencia lleno de suciedad y grafitis, donde los profesores poco tienen que hacer. El tono de Blue Spring pese a anclarse en la realidad no deja de contener cierto aire mágico o de fábula cruel donde, en un relato de plena violencia, también hay espacio para plasmar una bonita pero triste historia de amistad entre sus protagonistas.

Un instituto como uno cualquiera... Un juego peligroso para decidir el líder del edificio.

La violencia campa a sus anchas en el centro.

La lucha por la hegemonía del lugar se intensificará...

La representación de su violencia también marca al espectador, realizada de una manera seca, dura y sin contemplaciones. Hay escenas en ese sentido para el recuerdo y que duelen al verlas como ese momento con la genitalia de un estudiante siendo machacada con un bate de béisbol o cuando otro alumno es pateado en la cabeza mientras muerde entre los dientes una lata de cola cola. Todo este clima lo apoya una sensacional banda sonora de tintes punk-rock de parte de la banda Thee Michelle Gun Elephant, cuyas canciones están bien presentes en los momentos clave del filme.

Blue Spring viene dirigida por Toshiaki Toyoda, quien también realiza el guión del filme el cual adapta el manga de Taiyou MatsumotoToyoda debutó con Tokyo Rampage (1998) y en sus inicios parece especializarse en temáticas con esta nueva juventud nipona abocada a la violencia y siendo caldo de cultivo para un futuro en la yakuza. Resulta curioso el hecho de que Toyoda fue arrestado en 2005 por ser encontrado en su domicilio con 4 gramos de cocaína por lo que le cayeron 7 años de cárcel. Con esta detención vino la cancelación de su página web así como del estreno de su Hanging Garden (2005). Tras este varapalo, su trabajo ha continuado hasta nuestros días encargándose, curiosamente (debido a contener ambientes y premisas parecidas a Blue Spring), de la dirección de Crows 3 (2014).

En el reparto de Blue Spring destaca el protagónico de Ryuhei Matsuda, actor de abultada filmografía y que pudimos ver en trabajos de Takashi Miike como Big Bang Love Juvenile A (2005) o en cintas como Love Ghost (2001). Sosuke Takaoka también es un habitual de Miike apareciendo en filmes como 13 asesinos (2010) o Crows (2007) además de la fundamental Battle Royale (2000).

Blue Spring es un pequeño clásico del cine independiente japonés de inicios del milenio. Un retrato brutal en un instituto japonés en guerra, con jóvenes sin perspectivas y abocados a la autodestrucción en un conjunto fresquito, de 80 minutos, en un visionado que deja huella gracias a una planificación narrativa con numerosos momentos poderosos visualmente.

“Todas las flores acaban por marchitarse y hay flores que nunca florecen”