CRÍTICAS PELÍCULAS

viernes, 28 de julio de 2023

ULTRAMAN ORB (2016)


Tras el éxito de las dos Ginga y X, las nuevas series de Ultraman estaban yendo como un tiro. Sin duda, un gran regreso del héroe entre las nuevas generaciones con un remodelado más colorido, espectacular y con un fuerte peso en la venta de juguetes. Aún con esta mercadotecnia explícita, la audiencia recibió con los brazos abiertos a estas nuevas encarnaciones de Ultraman, por lo que la maquinaria no se detuvo.

La siguiente serie de la franquicia fue Ultraman Orb (2016) y siguiendo esta tendencia en escalada, la serie fue un éxito aún mayor que la anterior provocando la aparición de películas y series precuela que lograran estirar todo lo que se pudiera el chicle.

Con un formato ya establecido de 25 episodios (con un molesto episodio resumen en medio), que fueron emitidos entre el 9 de julio y el 24 de diciembre de 2016, Ultraman Orb introduce las suficientes novedades como para al menos sentir esta nueva serie del personaje como algo un poco diferente a las anteriores encarnaciones. El humor de la serie es bastante diferencial, siendo una comedia en general exagerada, absurda y muy de manga, algo que en muchas ocasiones funciona a la perfección contagiándote de ese clima tan despreocupado de la serie. 

En ese sentido, el ultrahéroe de turno es Gai, un personaje de edad algo más madura de lo acostumbrado, cosa que se agradece y que no deja de burlarse de los tópicos del western y sus personajes solitarios. Ataviado con chaquetón, sombrero y harmónica se trata de un héroe muy paródico y que se gana las simpatias del respetable de inmediato. Para muestra su increíble presentación, saliendo de un camión en el que ha pasado varias horas en un congelador de comida y sin despeinarse. Interpretado por Hideo Ishiguro, Gai es un extraterrestre camuflado entre los humanos y es por supuesto Ultraman Orb, un héroe de luz que en gran parte de la serie no dispone de una forma propia, ya que ha perdido sus poderes en unos sucesos traumáticos. Algo que se aprovecha para que Gai utilice cartas con los poderes de los diferentes ultra brothers para fusionarse y emerger con nuevas formas poderosas. 

El pintoresco equipo de SSP. En busca de lo paranormal.
Por otro lado, los personajes principales no pertenecen a ninguna organización gubernamental ni militar, algo que se lleva repitiendo hasta la saciedad desde décadas atrás. En su lugar, tenemos a un trío de freaks, investigadores de lo paranormal y que han formado el grupo SSP (Something Search People), dejando a los militares y su lucha como algo de fondo, únicamente representado y con información limitada en el personaje de Shibukawa, el tío de Naomi, quien trabaja en VTL. Dicha organización solamente tendrá una presencia más explícita en los dos episodios finales de la serie. 

Dicho cambio resulta un soplo de aire fresco y los personajes por lo general se hacen bastante simpáticos. Naomi es todo un descubrimiento. Interpretada por Miyabi Matsuura y quien ofrece a un carácter femenino estrambótico, inocente, fuerte, tierno y que guarda alguna relación en su pasado con Gai pero del que poco recuerda. Todo un gusto ver a un personaje femenino de estas características, que se sale de lo habitual en otros personajes femeninos del tokusatsu y que además evoluciona de forma notable y hasta conmovedora en su relación cada vez más cercana con Gai.

Gai y Jugglus. No muy bien avenidos...

Ep. 4, Beware of Fire in the Midsummer Sky
El entretenido primer episodio de la serie, The Sunset Wanderer, ya incide en este humor con un Gai imposible atravesando los vientos huracanados de una tormenta para salvar a Naomi, sin inmutarse, del ataque de Birdon. Muchos monstruos clásicos hacen acto de presencia como Pandon en el divertidísimo ep. 4, Beware of Fire in the Midsummer Sky, y que cuenta una terrible ola de calor que asola a nuestros protagonistas.

Se apuesta por introducir la figura de un gran villano que vaya haciendo un pulso con Gai durante toda la serie. Pese a funcionar a ratos, Jugglus Juggler acaba siendo un villano interesante, que además destaca por su historia de fondo y su relación pasada con Gai. Jugglus viene interpretado por Takaya Aoyagi y el actor está en su salsa, creando un villano con entidad y que evoluciona hacia una degeneración cada vez más destructiva y cabrona. Así Jugglus empieza lanzando diferentes monstruosidades a Orb hasta acabar uniéndose a una especie de consorcio del mal habitado por aliens clásicos como Metron, Magma, Nackle o Mefilas. Si bien, acabará con todos ellos en el ep. 10, Juggler dies!, donde el villano consigue la carta más poderosa de todas, la de Ultraman Belial, el ultra malvado. 

Pese a que el nivel de guión en muchos episodios no es para tirar cohetes se consiguen momentos distraídos como en el ep. 7, A Future Shrouded in Fog, con una muchacha con sueños premonitorios y que predice la aparición de un monstruo justo al dia siguiente y que derrotará a Orb.

Galactron, el mejor villano de la serie en el ep. 14, Justice Out of Control

Orb fuera de control en el ep. 15, Never Say Never
Uno de los aspectos más interesantes de Ultraman Orb, es que a pesar de sus elevadas dosis de comedia y locura, aprovecha para introducir conceptos bastante oscuros y más profundos de lo acostumbrado. El equilibrio constante que mantiene Gai entre la luz y la oscuridad que hay en su interior, el control propio para no sucumbir a una fuente de poder que podría ser destructivo y que provocaría la muerte de seres queridos, el creer en uno mismo... Dichas ideas son exploradas en la que es el mejor tramo de toda la serie, comprendido entre los episodios 11 y 17 (quitando el molesto ep. 13 de resumen). 

Así, en el doble ep. 11 y 12, Trouble! Mama’s here! / The Dark King’s Blessing, incorpora a un personaje tronchante como es la madre de Naomi y con quien protagonizan un hilarante momento, casi sitcom, en un restaurante. El conjunto se vuelve bastante loco con la aparición de una fantasma protectora del bosque en formato gigante en medio de la ciudad y Juggler reviviendo a una bestialidad como es Maga-Orochi, con la conjunción de 6 cartas de bestias y la cual logra derrotar a Orb. En su continuación llega un punto dramático para Gai y es que para vencer a Maga Orochi fusiona las cartas de Zoffy y Belial para lograr una fusión salvaje y ultra poderosa, pero fuera de control por parte de Gai.

Ep. 22, The Unmarked Café
En el ep. 14, Justice Out of Control, la cosa avanza a pasos agigantados con la aparición, llegado de otra dimensión, de Galactron, un robot gigantesco en busca de paz pero que pretende resetear a toda la humanidad por todos sus abusos, guerras y demás errores. El robot posee y controla a Naomi dejando a Orb derrotado. El entuerto continúa con el shocking y dramático ep. 15, Never Say Never, con Gai presionándose a sí mismo sobre si debería utilizar o no la carta de Belial aunque dicho poder excesivo y oscuro lo acabe por dominar. El traumático final con Orb fuera de control, destrozando a Galactron aún con Naomi dentro de él, duele en el alma. Una conclusión que remite a uno de los momentos más duros de Neon Genesis Evangelion

El ep. 16, An Unforgettable Place, muestra a una sociedad y a un gobierno que se ha puesto en contra de Orb. Gai sintiéndose culpable se marcha hacia Rusalka, donde Gai conoció a Natasha en 1909 y sucedió la tragedia. No son las mejores horas de Gai presentando a un héroe culpable, hundido y sin saber que camino tomar. La cosa sigue a un gran nivel en el ep. 17, The Holy Sword Restored, donde destaca una bonita escena entre Gai y Naomi en el que hay diversas revelaciones y se muestran sentimientos. Un Gai, menos culpable, consigue dominar a Belial, pero lo más importante, acaba por creer en sí mismo y logra volver a tener su forma original de Orb con espectaculares resultados.

Ep. 20, Revenge's Trigger
El tramo final de la serie no llega al nivel visto anteriormente pero cuenta con momentos simpáticos como el ep. 19, The Demon Inside of Me, el cual vuelve a abordar nuestra dualidad luz/oscuridad, esta vez centrado en Naomi y una amiga de la adolescencia que parece haber desechado sus sueños por dejar su trabajo y casarse con un hombre rico. Contiene una acertada crítica hacia el papel de la mujer en la sociedad nipona.

El final de la serie resulta muy notable, como es costumbre en los finales de Ultraman. En el ep. 23, The Blade of Darkness, nos presenta ya a un Jugglus histérico perdido y que, tras un entrenamiento, se convierte en gigante. Aún así perderá en su batalla contra Orb y será capturado por la organización de VTL. La cosa continua en el excelente ep. 24, The Giga Lord Monster Strikes Back. Cargado de tensión con ese Jugglus a lo Joker, capturado, manipulando a los altos cargos y alertando de que el Maga-Orochi visto anteriormente era solo una larva y que está usando la Tierra como crisálida para alumbrar a Magata-Orochi. Los dirigentes optan por lanzar sobre Tokyo un misil destructor aún con una población que apenas puede evacuar. Ojo con su shocking final... 

Ep. 23, The Blade of Darkness

Ep. 25, The Wandering Sun
Y la serie concluye con 20 minutos cargados de emoción. The Wandering Sun, cierra el arco con Jugglus de notable manera, aunque algo facilona. El villano acudirá a la batalla junto a Orb y hasta se sacrificará por la causa. Aún así, la ejecución es estupenda, los personajes tienen una bonita despedida y Gai, más justificado que nunca, se marcha a una nueva aventura frente a un gran atardecer. Respecto al personaje de Jugglus Juggler éste volvería en Ultraman Z (2020) realizando entre las dos series un arco de redención estupendo.

Ultraman Orb, pese a no llegar a la calidad general de la anterior Ultraman X, supone un nuevo entretenimiento bastante destacable dentro de la franquicia. Si nos detenemos en sus efectos especiales estos vuelven a ser de un alto nivel, con unas maquetas espectaculares y un uso de la perspectiva excelente complementado con algún uso de CGI que no molesta y que está bien equilibrado con los efectos prácticos. 

Pese a episodios algo más tontetes o con unos guiones más endebles, el humor a veces resulte en exceso histrionico o exagerado, que algunos personajes no acaben por ser interesantes o que las escenas de transformación acaben siendo interminables... Ultraman Orb destaca por su carácter de comedia estrambótica pero que a la vez ofrece tramos dramáticos y profundos en donde se explora eficientemente el fondo y pasado de su héroe protagonista. Orb volvería en la película Ultraman Orb The Movie: Let Me Borrow the Power of Bonds! (2017) o en la decepcionante mini serie precuela Ultraman Orb: The Origin Saga (2017).

domingo, 9 de julio de 2023

IL MARE (2000)


El género estrella en Corea siempre ha sido el melodrama o el romance. Es un género bien establecido desde hace décadas y que siempre ha gozado del favor de la audiencia. El drama coreano viene con unas características muy propias ya que hay una óptica hacia el exceso, el derroche lacrimógeno y las fatalidades que siempre han estado atados al género, por otro lado, una mezcla entre la forma de expresar las emociones en el país (relacionadas con el "Han", el resentimiento acumulado) como también un gusto por la tragedia extrema.

La explosión del “Nuevo cine coreano” en los años 90 supone en muchos casos una reactualización de los géneros populares acompañados de nuevos puntos de vista y nuevas formes innovadoras de enfrentarse a las historias de siempre. Si nos centramos en el melodrama romántico hay una cinta que destaca especialmente en los albores del nuevo milenio: Il Mare (2000).

Habiéndose mudado recientemente a "Il mare", un nuevo edificio de apartamentos, Sung-Hyun encuentra una carta en su buzón. Se trata de una carta de amor de una mujer llamada Eun-Ju al hombre que la había abandonado. Ambos comienzan a escribirse y acuerdan un encuentro pero poco después se dan cuenta de que ¡viven en tiempos diferentes!

Il Mare (2000) supone una deliciosa y bien realizada muestra de drama romántico que, paradójicamente, no cae en excesos lacrimógenos o aprieta las tuercas del espectador con llantos interminables y fatalidades explícitas. Se trata de una inteligente propuesta sustentada en unas estupendas interpretaciones de su pareja protagonista y su excelente uso del espacio y los ambientes. 

Si bien un aspecto que marca la diferencia es la introducción del elemento fantástico en la trama, muy bien llevado por otro lado y que ayuda a la originalidad y singularidad de la propuesta. El hecho de que un buzón sea un canal de comunicación entre pasado, presente y futuro ayuda a potenciar ese amor imposible entre Eun Ju y Sung Hyun ya que no pueden verse y si uno de ellos va a buscar al otro no le reconocerá porque no es su línea temporal. El elemento fantástico no se queda estancado ahí ya que está bien aprovechado para proporcionar varios giros argumentales presentes en el último tercio del filme, muy acertados y que proporcionan buenas dosis de tensión y drama.

Sung Hyun acaba de mudarse a una casa situada en el lago. Pero recibe una carta de Eun Ju...

Aunque descubren que viven en tiempos diferentes. Su buzón es un portal de comunicación con el pasado.

A través de cartas, el amor nacerá entre los dos...

Lo cuidado de la ambientación, con esa casa imposible, de arquitectura súper moderna, alojada sobre un lago es notable, con un uso expresivo de las estaciones del año para remarcar las emociones de los personajes. Su pareja protagonista viene interpretada por lo mejorcito de la cinematografía coreana como son Jun Ji-Hyun (o Gianna Jan) y Lee Jung Jae, aquí muy jovencitos pero que pocos años después serían auténticas estrellas en el país. 

En el caso de la guapísima Gianna Jun gracias al exitazo tremendo de My sassy girl (2001) además de filmes como The Thieves (2012), The Berlin File (2013) o Assassination (2015). Lee Jung-Jae aparecerá en The Thieves (2012), New World (2013) o Hunt (2022) hasta ser uno de los rostros más conocidos del momento gracias a su papel en El juego del calamar (2021). Su director, Lee Hyun-Seung, tampoco ha gozado de una abultada trayectoria combinando tareas de guión con la dirección de filmes como Sunset on the Neon Lights (1995) o Handsight (2011), con Song Kang-Ho.

Il Mare (2000) es un delicioso drama, llevado con sencillez, candidez y aderezado con unas singulares notas de fantástico y que la convierten en una propuesta original dentro de su género. Un filme delicioso, pausado y cocido a fuego lento como un buen caldo. Dotado de un notable trabajo de guión y que logra excelentes momentos con su pareja protagonista, desde el transcurso de las primeras cartas entre ambos a poco a poco dar a conocer su soledad personal, desnudarse el uno al otro, hasta caer enamorados. El filme no descarta el elemento trágico omnipresente en el género, pero lo considero muy bien llevado en la presente, además aderezado con un plano final excelente y con el que no puedes guardar la sonrisa de satisfacción. Un notable filme y que tuvo un terrible remake americano, La casa del lago (2006) protagonizada por Keanu Reeves y Sandra Bullock.


jueves, 6 de julio de 2023

PEPPERMINT CANDY (1999)


Tras el fin de la dictadura en Corea del Sur en 1987, el cine pudo ver por fin relajada su censura, lo que permitió que una nueva generación de cineastas se atreviera a contar cosas que años atrás era impensable. Los años 90 vinieron acompañados de un plan del gobierno en el que se decidió apostar por el cine del país y la cultura en general como fuente de riqueza nacional tras ver que los beneficios obtenidos en Corea en taquilla de Parque Jurásico (1993) equivalían a las ventas de exportaciones de todo un año de Hyundai. Un dato que dio que pensar. 

1999 fue el año en el que una producción local, Shiri (1999), batió los récords de taquilla siendo el pistoletazo de salida a una tendencia que se viene cumpliendo hasta la actualidad: el apoyo constante del público coreano hacia sus producciones, cuidadísimas por otro lado y que han supuesto auténticos taquillazos. A día de hoy, el éxito de la producción audiovisual coreana es incontestable entre el mainstream gracias al triunfo de Parásitos (2019) en los Óscars o el fenómeno de El juego del calamar (2021) en Netflix. Pero volvamos a los años 90. Dicha nueva generación se la conoció como “Nuevo cine coreano”. De esta hornada salieron directores como Park Chan Wook, Bong Joon-Ho, Kim Jee Won o Lee Chang Dong.

Lee Chang-Dong es una de las voces más importantes de la nueva ola coreana. Fue ministro de cultura en el país entre 2003 y 2004 y resulta curioso que su filmografía se reduce a 6 películas realizadas entre 1997 y la actualidad, con unas producciones bastante separadas en el tiempo, lo que ha provocado que cada nuevo estreno suyo sea un pequeño acontecimiento entre el fandom.

Chang-Dong empezó en el negocio cinematográfico como guionista de filmes como A Single Spark (1995), antes de debutar con Green Fish (1997). Si bien, fue su segundo trabajo, Peppermint Candy (1999), el que acabó por ganar el apoyo del público y de la taquilla. 

La película da inicio con el suicidio de Yongho, el cual sirve como acto de entrada a la retrospectiva de la historia de su vida. Una historia que nos adentra en la convulsa situación de Corea del Sur entre los años 1979 y 1999, sus secuelas y su reflejo en los habitantes.

El cine de Lee Chang-Dong está muy atado a la historia reciente de Corea así como a las cicatrices, traumas y contradicciones de su sociedad con un gusto por hablar de personajes maltratados, solitarios o marginados enfrentados a un gran poder, ya sea el gobierno, el sistema, la iglesia (como en Secret Sunshine), el conservadurismo de la sociedad (como en Oasis) o el abuso de las clases altas hacia las bajas (como en la excelente Burning). 

En Peppermint Candy es muy evidente ya que supone un fascinante recorrido, a la inversa, de 20 años de historia del país, desde 1979 a 1999, viendo en el camino sucesos clave como la terrible masacre de Gwangju, las torturas policiales realizadas en la dictadura, la llegada de la democracia y los tiempos de bonanza económica hasta llegar a la gran crisis de finales de los 90.

El hilo conductor del filme es Yongho, el cual empieza siendo un hombre totalmente destrozado, abatido por los embistes de la vida y a gritos se lanza a un tren en marcha en el alucinante e histérico inicio de la película. Da inicio así a un viaje atrás en el tiempo para ver exactamente qué le ha pasado a este hombre para acabar así. Un elemento brillante de Peppermint Candy es su capacidad para resignificar escena a escena lo que hemos visto anteriormente. De ver a un hombre insoportable, que no deja de gritar y llorar, vemos tramo a tramo como este personaje se le quitan capas de encima en un ejercicio fascinante, original y demoledor desde un punto de visa dramático. 

Sin duda, es una apuesta arriesgada por parte de Chang-Dong ya que su personaje protagonista es una persona detestable. No tiene problema en usar la violencia contra su mujer o contra quien esté a su alrededor, es un infiel además de torturador durante sus años en la policía. Si bien, a medida que avanza el metraje los hechos vividos por Yongho se van resignificando de una manera cargada de fuerza. Resulta tristísimo ver cómo Yongho acaba engullido por un sistema en el que la violencia se ha convertido en algo institucional y social, lo que acaba condicionando y arruinando su vida. Cómo la dictadura y el militarismo acaba arruinando los sueños de este joven y su pura relación entre él y Sunim.

Yongho se suicida. Da inicio un viaje a su pasado.

1999. Los estragos de la crisis económica.

1993. Época de esplendor.

Los años 80 fueron la pérdida de la inocencia.

El ritmo es pausado pero no deja de avanzar (o retroceder) sin descanso convirtiendo la película en un puzzle al que no dejas de colocar nuevas piezas. El encuentro en 1993 entre Yongho y el joven al que torturó años antes coge de una fuerza tremenda y terrible al ver más tarde los hechos acaecidos en 1986. La ruptura entre Yongho y su amada Sunim tras éste propinar su primera paliza a un testigo traicionándose a si mismo, manoseando a la camarera (que luego será su esposa) delante de Sunim es una de tristeza infinita. Ese momento en el que Yongho, de policía acude a un pueblo a buscar a un sospechoso y pasa la noche con una chica donde en el acto íntimo se rompe emocionalmente en mil pedazos resulta doloroso a la par que excelentemente bien rodado con una intimidad e interpretaciones de alto nivel. 

Hay cierto realismo mágico presente en el filme como esas escenas del tren que están rebobinadas a la inversa, por no hablar de ese final ambiguo en donde se vuelve al mismo escenario que en el inicio y donde las lineas temporales parecen juntarse dando una cierta sensación de irrealidad o sensación de sueño. Un Yongho con poco más de 18 años, pareciendo ser consciente de lo que será su propia muerte en un futuro resulta la guinda puesta a esta producción.

Peppermint Candy está empapada de las vivencias de Lee Chang-Dong ya que él vivió toda la época del personaje principal y está representando a toda una generación de coreanos con las cicatrices aún abiertas y sangrantes, por lo que dicho plano de Yongho gritando a cámara frente a un tren, es una representación del dolor de esta generación.

Yongho viene interpretado por Sol Kyung-Gu, una de las caras más importantes del nuevo cine coreano aparecido en Memories of Murder (2003), la saga Public Enemy (2002) y aún continuando en activo con trabajos como 1987: When the day comes (2017). Sunim la interpreta Moon So-Ri, otra de las grandes actrices del país y que pudimos ver en filmes como La mujer del abogado (2003), The Handmaiden (2016) o Little Forest (2018). La pareja volvería a juntarse en el siguiente filme de Chang-Dong: Oasis (2002), realizando ambos unas interpretaciones extraordinarias.

Peppermint Candy (1999) es un film doloroso, lleva al espectador por lugares oscuros y duros pero está cargada de excelentes ideas visuales, una fuerza narrativa potente narrada a la inversa y una extraordinaria capacidad para resignificar sus imágenes. Sin duda, una de las joyas del cine coreano de finales de los años 90.