CRÍTICAS PELÍCULAS

viernes, 20 de noviembre de 2020

VANGUARD (2020)


Hace muchos años que Jackie Chan no está al mismo nivel que en sus tiempos dorados ofreciendo unos trabajos demasiado alejados de sus mejores obras de los 80. Aunque es normal, demasiado que está vivo (66 años tiene el actor) con todas las escenas suicidas que ha rodado en su filmografía. Si Chan no es capaz de mantener la misma energía en las coreografías marciales el foco de calidad tendría que orientarse hacia el argumento del film en cuestión o adaptar la trama y situaciones de acción según las capacidades actuales del actor, pero esto no ha sido mayoritariamente así. En sus últimos quince años de carrera, Jackie ha hecho cosas como Hora Punta 3 (2007), El súper canguro (2010) o, más recientemente, truños como Bleeding Steel (2017), Kung Fu Yoga (2017) o Atrapa a un ladrón (2016). Para echarse las manos a la cabeza, aunque siempre hay algo rescatable. El reino prohibido (2008), donde compartía plano con Jet Li, tenía su gracia y El extranjero (2017) la disfruté bastante con esa mezcla de Rambo, trama terrorista con el IRA irlandés y algo de artes marciales con el ex-James Bond, Pierce Brosnan

Pero la mala racha se ha acabado. Vanguard (2020) viene a demostrar que Jackie aún nos puede hacer disfrutar como en los viejos tiempos con una vibrante cinta de acción sin apenas descanso, con muchas hostias y destrucción. El film sigue a la organización Vanguard, una compañía de guardaespaldas quien tiene que proteger a un empresario de un grupo de mercenarios de armas tomar. Detrás del asunto está el hijo de un antiguo socio en busca de venganza y ya de paso seguir con el imperio del mal de su padre.

Vanguard (2020) viene dirigida por Stanley Tong, quien ya había colaborado con Jackie hasta 6 veces como en varias entregas de la saga Police Story como la excelente Supercop (1992) o en Duro de matar (1995). También es responsable de Supercop 2 (1993) con Michelle Yeoh o de algunos episodios de la serie Martial Law con Sammo Hung. Vanguard (2020) es inteligente al decidir reposar el peso de la acción y las coreografías en los compañeros de grupo de Jackie, realizando estos un excelente trabajo en ese sentido con unas coreografías muy majas y vibrantes. El film desde el minuto 1 empieza arriba y no admite demasiados bajones de ritmo destacando el adrenalítico prólogo o set pieces como el momento en el río o el climax final en Dubai. Jackie concentra pocos momentos de artes marciales propiamente dichos pero éstas están bien exprimidas por el actor. La película es consciente de la edad de Chan (y hay algunas coñas al respecto) y no lo hace rejuvenecer porqué si. 
La organización Vanguard. Dispuestos a ayudar a un empresario en busca y captura.

El grupo de mercenarios van a por su hija, quien protege a animales en África.

El junior de Vanguard le hace tilín la muchacha.

Los acontecimientos los guían hasta Dubai.

El film resulta razonablemente entretenido pero si dejamos los momentos de acción poco más hay. La trama romanticona entre la simpática y aventurera hija del empresario y el junior del grupo de Vanguard es bastante sonrojante especialmente con esos minutos en la selva africana con la pareja subidos a una especie de banco/cabaña encaramada a un árbol. Los momentos pretendidamente dramáticos no funcionan demasiado principalmente porque no logran que los personajes nos importen. Así también, el film no evita ciertos tics del cine chino reciente como esos fundidos a negro que se me hacen bastante extraños o esa tendencia al despiporre digital. Muchos de los efectos infográficos de la cinta dan bastante el cante aunque si entras en el juego los pasas por alto a excepción de la presencia de esos animales de la sabana africana (león y hienas incluídas) atacando a los personajes y que me dieron algo de verguenzilla ajena. 

Pese a todo lo apuntado, Vanguard es un buen entretenimiento y que nos devuelve al Jackie Chan que nos gusta. Con numerosas y vibrantes escenas de acción, muchos stunts, patadas, escenas peligrosas, explosiones a mansalva y algunos momentos de humor. Un conjunto que logra no bajar el nivel de intensidad y que muestra un buen nivel de producción con numerosas localizaciones. Vanguard no viene a salvar la vida a Jackie Chan pero es mucho más de lo que nos esperábamos de él visto lo que ha hecho últimamente. Entretenimiento sin pretensiones con una calidad de escenas de artes marciales más que notable. Y como en sus mejores tiempos, Jackie estuvo a punto de morir en una de las escenas de acción del film donde la moto de agua que conducía volcó quedando el actor atrapado bajo el agua. En los créditos finales del film podéis ver el momento.

Vanguard tenía la intención de estrenarse durante la festividad del año nuevo chino, concretamente el 25 de enero de 2020, pero la pandemia del coronavirus impidió su estreno.

lunes, 16 de noviembre de 2020

GODZILLA: CITY ON THE EDGE OF BATTLE (2018)


A pesar del aluvión de criticas negativas que recibió Godzilla: El Planeta de los Monstruos (2017), a mi me pareció un film más que aceptable y que en muchos puntos suponía un soplo de aire fresco a todo lo que habíamos visto anteriormente gracias a su tono y propuestas más cercanas a la ciencia ficción pura que a la fantasía habitual del Kaiju. Unos meses después, en mayo de 2018, llegó a Japón la secuela de título Godzilla: City on the Edge of Battle (2018). Como marcan los cánones de las trilogías, este segundo capítulo pone al límite a sus personajes, abre nuevos conceptos explorando el mundo presentado en el anterior episodio suponiendo el punto más oscuro de la trilogía. 

En el film Haruo y sus acompañantes entablan contacto con la tribu indígena Houtua, los cuales rinden culto a una deidad. Siguiendo el rastro del arma Mechagodzilla, lo único que podría vencer al saurio, el grupo descubre que dicho metal ha evolucionado y ha creado una ciudad siguiendo con su misión original: la destrucción de Godzilla.

Godzilla: City on the edge of battle
(2018) más allá de guardar un guiño en su título al mítico episodio de Star Trek: The City on the Edge of Forever (1967) incide en ese tono frío y poco amable de la anterior explorando las pinceladas filosóficas solamente apuntadas en la primera entrega y que aquí encuentran su protagonismo con un resultado fascinante pero que resultará inesperado y bastante "durillo" para el espectador medio en busca de juerga monstruosa. 

La trilogía se afianza con este City on the edge of battle siendo la entrega más equilibrada del tríptico abriendo nuevos campos en su universo y tratando ideas de carácter filosófico o existencialista muy interesantes e inéditos en la saga del saurio cargadas de complejidad: Quienes somos como humanidad, nuestra unión y dependencia con la tecnología, convertirnos en monstruos para combatir al monstruo... Conceptos muy interesantes abordados, eso sí, entre mucha tecnocháchara y personajes poco empáticos dentro de un conjunto más parco aún que la anterior en momentos monstruosos pero que resulta interesante por ofrecer cosas totalmente nuevas. 

Es admirable la capacidad del film (y la trilogía en general) de romper nuestras propias expectativas especialmente cuando el esperado Mechagodzilla es reducido a una descomunal ciudad-trampa incapaz de ofrecer las típicas y clásicas batallas cuerpo a cuerpo contra el monstruo. Un cambio en la mitología de la saga que yo agradezco enormemente tras décadas viendo el enésimo y repetitivo enfrentamiento contra la némesis cibernética. Recordemos que la trilogía está dirigida a cuatro manos por Hiroyuki Seshita y Kôbun Shizuno, ambos con visiones opuestas sobre el personaje. Las diferencias de enfoque entre los dos ya se denotaron en la producción de la primera entrega y según va avanzando la trilogía las ideas del segundo irán cogiendo mucho más peso. Al parecer, para City on the edge of battle, Hiroyuki Seshita junto al guionista Gen Urobuchi, ambos fans de Godzilla, tenían la idea de presentar a un Mechagodzilla más clásico volviendo a la vida con una monstruosa altura de 1000 metros (como aguantaría todo ese peso, es un misterio) y que se enfrentaría al saurio en el clímax de la historia. Dichas ideas más clásicas fueron descartadas por Kobun Shizuno quien recordemos no era muy fan de las cintas de monstruos e insistió en reducir al mínimo las batallas entre bestias en favor de dar al film un tono más intimista y filosófico. Por este motivo, el Mechagodzilla propuesto por Seshita solo pudo verse en el material promocional del film.
Haruo tiene a Godzilla entre ceja y ceja.

¡Sorpresa! Una civilización sobrevive bajo tierra. Las gemelas Maina y Miana son las guardianas de una deidad.

Godzilla continua imparable.

El Nanometal podría ser la clave. Mechagodzilla se ha convertido en una ciudad-trampa.

Siempre hay tiempo para el amor.

Pero el enfrentamiento final pondrá a Haruo entre las cuerdas.

Godzilla: City on the edge of battle
(2018) acierta expandiendo su propio universo de forma interesante. La historia consigue enganchar de primeras con el descubrimiento de una civilización subterránea, los Hontua y en un guiño a la futura aparición de Mothra, conocemos a dos muchachas gemelas las cuales son guardianas de un huevo. Descubrimos más cosas sobre las diferentes familias alienígenas que acompañan a los humanos en la misión como son los Exif y los Bilusaludos. Los primeros de tendencia religiosa mientras que los segundos abrazando la simbiosis con la tecnología. El romance entre Haruo y Yuko da algo de interés a los personajes en un conjunto con un tono y un ritmo mucho mejor equilibrado que su precedente. Godzilla aquí ya tiene unos increíbles 300 metros de altura y es presentado como un ente silencioso e imparable que no cesa de perseguir a los protagonistas, los últimos guerreros de la humanidad empeñados hasta la locura en vencer al monstruo y recuperar el planeta. El saurio radiactivo tiene aún menor presencia y personalidad que en El planeta de los monstruos pero resulta imponente en el clímax final de la cinta con un desenlace apocalíptico que pone al límite de la desesperación a Haruo siendo una conclusión sobresaliente y que pone los dientes largos frente a lo que nos encontraremos en la conclusión de la trilogía.

El film, eso sí, no abandona algunos de los errores de Godzilla: El planeta de los monstruos como es esa frialdad temática, la extraña animación 3D o algunos conceptos que no terminan por desarrollarse. Pero Godzilla: City on the edge of battle supone un episodio notable e interesante que utiliza a los monstruos como excusa para hablar de temas totalmente inéditos en la saga relacionados con la pérdida de la humanidad, el uso descontrolado de la tecnología, religión y filosofía. Todo en un conjunto de ritmo bien equilibrado, sin abandonar los guiños a los clásicos (Mothra o las Aelinas) y que consigue afianzar la personalidad de esta trilogía.

jueves, 12 de noviembre de 2020

GODZILLA: EL PLANETA DE LOS MONSTRUOS (2017)


Tras el exitazo que supuso Shin Godzilla (2016) a nivel de taquilla y de crítica y a falta de un par de años para presenciar una nueva encarnación del saurio en Hollywood, Toho nos sorprendió a todos con el anuncio de la realización de una trilogía animada del monstruo. La noticia supuso una sorpresa agradable ya que el anime es un campo en el que tras 60 años de historia del monstruo radiactivo nunca había sido abordado, si obviamos las series americanas animadas de Hanna Barbera o el Godzilla animado de 1999. Otro dato positivo es que los films serían distribuidos a nivel mundial por Netflix unos meses después del estreno en Japón. Los fans del saurio estábamos de enhorabuena. En el último trimestre de 2017 se estrenaba en Japón, el primer episodio de esta trilogía y que tuvo por título: Godzilla: El planeta de los monstruos (2017).

En el film la humanidad es atacada por diversos monstruos gigantes, entre ellos el peor de todos, Godzilla. La hecatombe nuclear obliga a los supervivientes a dejar el que fuera su hogar durante mucho tiempo para intentar mudarse a otro planeta que por desgracia no podrá albergarlos. Su única esperanza de sobrevivir es volver a la Tierra y vencer a Godzilla. Sin embargo, tras su regreso habrán pasado 20.000 años...

Me ha sorprendido gratamente Godzilla: El planeta de los monstruos (2017). El film (como el resto de la trilogía) ha caído en las manos de Kobun Shizuno (responsable de varios títulos de la saga de El Detective Conan) y Hiroyuki Seshita, los cuales han tenido carta blanca para encauzar la historia. 

El film es novedoso en la saga por aportar una ambientación futurista y una serie de planteamientos que la acercan a la ciencia ficción pura. Tratar aspectos como la destrucción de la humanidad, viajes estelares, el posible aspecto de una futura Tierra de 20.000 años en adelante, un Godzilla que parece haberse hecho el planeta a su imagen y semejanza así como la aplicación de la teoría de la relatividad en la historia me han supuesto todo un soplo de aire fresco respecto a todo lo que se ha hecho anteriormente en la saga. Planteamientos muy interesantes que desgraciadamente no acaban de enganchar y profundizar del todo en la narración por culpa de un tono y personajes excesivamente fríos y poco empáticos con el espectador.

La animación realizada por la Polygon Pictures, abundante en 3D, se me hace algo rara e incómoda de ver, acostumbrado que está uno a la animación tradicional. Si bien, como episodio de introducción sirve y muy bien para adentrarnos en los aspectos de la trama y que (esperemos) acaben por profundizar y explotar en las siguientes entregas. No está exenta de buenos momentos: ese inicio apocalíptico con los monstruos atacando a la Tierra (incluso Hedorah cae por ahí) o el enfrentamiento final con el saurio. Además el “girito” final (aunque ya bastante usado en el genero de monstruos o animales rabiosos) no deja de ser efectivo. ¿Cómo lograrán estos soldados poder vencer a esta enorme mole de 300 metros en la que se ha convertido nuestro Godzilla?
Godzilla expulsó a la humanidad de la Tierra. Ahora piensan recuperarla.

A su regreso, unas criaturas aladas les atacan
Por obra de la relatividad vuelven 20.000 años en el futuro. La Tierra ya no es lo que era.


Haruo se la tiene jurada a Godzilla.

El saurio se ha adueñado del planeta.

Idean un plan para derrotar al monstruo.

Pero el monstruo es duro de pelar.

Por lo visto, y a tenor de entrevistas publicadas a finales de 2018, la Toho insistió en minimizar las apariciones de los monstruos así como las típicas batallas entre Kaijus para tal de darle una visión totalmente diferente al saurio radiactivo marcándose como, uno de los objetivos, atraer al público femenino. Este concepto difería de las intenciones del director Hiroyuki Seshita, quien fan que era del monstruo quería llevarlo a una historia de tono más clásico. Su co-director, Kobun Shizuno, quien nunca había mostrado un excesivo interés hacia nuestro Godzilla, siguió las directrices de Toho e insistió en darle un nuevo camino a las películas dando poco tiempo de pantalla a los monstruos aportando en su lugar aspectos más densos y profundas de poso filosófico y religioso. Este hecho se hará más evidente en las 2 entregas posteriores.


Tenemos cameos estelares en el prólogo inicial, algunos de monstruos poco vistos como Dogora, Hedorah u Orga. Originalmente, el film estaba planteado como una serie de animación pero debido al exitazo de Shin Godzilla (2016) se decidió convertir la idea en una trilogía para cine. Godzilla: El planeta de los monstruos es un muy aceptable film que marca el inicio de una trilogía polémica y discutible pero diferente en todos los aspectos respecto a la historia del saurio. Un film en donde Godzilla se le vuelve a dar un aura demoníaca y apocalíptica como eterno castigo de la humanidad. Papel que le sienta estupendamente. Tan estupendamente como llamar Haruo al héroe de la historia siendo todo un emocionante homenaje al tristemente fallecido en 2017 Haruo Nakajima, el héroe tras el disfraz del Godzilla original.

viernes, 6 de noviembre de 2020

APOCALIPSIS 1999 (1974)


En los 70 hubieron varias producciones por parte de la Toho que supusieron todo un esfuerzo por realizar cine de desastres serio y adulto apartándose de la infantilización que el Kaiju Eiga sufría en ese momento con Godzilla convertido en el superhéroe favorito de los niños (Gorgo y Superman se citan en Tokyo de 1973 es el ejemplo perfecto de ello). El hundimiento de Japón (1973) fue un loable esfuerzo en ese sentido por parte de Toho realizando uno de los films definitivos sobre catástrofes naturales con las placas tectónicas cercanas a Japón colapsando y llevándose consigue toda la isla en un despliegue de terremotos, maremotos y demás desastres que azotaban espectacularmente las maquetas de las ciudades japonesas. Apocalipsis 1999 (1974) o "The prophecies of Nostradamus" venía a incidir en ese despliegue catastrófico de El hundimiento de Japón sumándole además toda la preocupación en torno a la contaminación que estaba afectando a la naturaleza y al mundo utilizando las profecías de Nostradamus (bastante de moda en aquellos años) como base. Una fiebre ecologista que afectó al cine japonés de la época si recordamos Hedorah, la burbuja tóxica (1971), donde Godzilla, literalmente, destrozaba a puñetazos una masa informe de lodo contaminante. Apocalipsis 1999 congregó un despliegue de medios espectacular e inaudito contando con la co-producción de la americana UPA y la distribución asegurada de la Paramount Pictures en occidente aunque, como veremos a continuación, el film acabó siendo una pieza maldita para Toho, por desgracia.

En el film un científico japonés, tras un exhaustivo estudio sobre las profecías de Nostradamus, descubre que el fin del mundo está cerca. Nadie hace caso a sus advertencias, hasta que una serie de extraños fenómenos como un recalentamiento inusual de la atmósfera o varias mutaciones de animales ponen en alerta a la población. Pero quizás ya es demasiado tarde.

Apocalipsis 1999 es asombrosamente actual y deprime al ver que todas las alertas de la película en materia ecologista como son el calentamiento global, la contaminación del mar y de los alimentos o la superpoblación no han sido solucionados, al contrario, seguimos encallados en los mismos problemas. Pese a albergar numerosas escenas abundantes en diálogo científico, todos los argumentos del doctor Nishiyama (un Tetsuro Nanba soportando sobre sus hombros la tensión de la historia de manera muy emocional) me parecieron totalmente lógicos y plausibles en un film de estas características logrando un clima de tensión e inquietud muy palpable a lo largo del metraje. 

Cinematográficamente el film está muy conseguido encargándose Toshio Masuda de la dirección. Ojo con este nombre ya que Masuda arrastra un currículum interesante siendo uno de los directores de la bélica Tora! Tora! Tora! (1970) o participando en el clásico anime Space Battleship Yamato (1974). El nivel de producción es excelente al igual que la composición de su banda sonora (de Isao Tomita) llena de pasajes entre terroríficos y dramáticos. El film nos presenta cómo diversos fenómenos extraños asolan Japón (y el resto del mundo) los cuales ya nos van poniendo en alerta como la aparición de unas babosas gigantes, los nacimientos de fetos deformes o grupos de niños con poderes varios (gran velocidad o saltos increíbles) derivados de la contaminación radiactiva del ambiente. Pronto estos fenómenos crecerán en intensidad encontrándonos pronto con deformidades grotescas, canibalismo y contaminación cada vez más peligrosa.

Todo resulta serio, adulto e inquietante en Apocalipsis 1999 (si nos olvidamos de algunas exageraciones típicas de la ciencia ficción japonesa y algún momento low-cost risible). Cuando el desastre masivo llega en forma de terremotos, maremotos y desastre nuclear el film no tiene contemplaciones habiendo masacres en masa inauditas en un film de estas características. Por ejemplo, esa explosión en cadena de una caravana de coches en la autopista con los inquilinos de los autos (incluidos niños) siendo pasto de las llamas es muy shocking. De entre los numerosos momentos de destrucción he podido detectar varios momentos como es la citada escena en la autopista que luego fueron reutilizados en Godzilla (1984). Es notorio porque los dos films se llevan 10 años y aún así cuela perfectamente en el film del saurio radiactivo. 

El film también aprovecha para explorar las reacciones de la población al fin del mundo. Por un lado los jóvenes, quien en una visión bastante naif y algo ridícula se empeñan románticamente en suicidarse en masa (impagable ese momento de un grupo de moteros hippies despeñándose por un acantilado. En una de esas caídas se ve perfectamente como el stunt se da una leche tremenda contra las rocas, creo que involuntariamente, claro). La población de Tokyo, mientras, se niegan al racionamento alimenticio que les impone el gobierno y siembran el caos en las calles con saqueos y destrozos. Una visión amarga del futuro de la humanidad y que culmina con un auténtico apocalipsis nuclear. Resulta muy fuerte ver cómo, en una secuencia, la planta nuclear de Fukushima es destruída sembrando la radiactividad por el país. ¡En 1974! Increíble. El film presenta además mucha imagen de archivo para describir el deterioro del mundo siendo momentos crudos e incómodos por enseñar sin ningún problema hambruna en África, animales muertos, cadáveres, guerras y demás.

Una familia japonesa protege las profecías de Nostradamus desde el siglo XIX.

En el presente (1999), el doctor Nishiyama advierte que el planeta va camino de su destrucción

La contaminación comienza a hacer estragos en todo el mundo.

La destrucción se adueña de Japón

El apocalipsis nuclear será una realidad. ¿O no?

Por supuesto, Apocalipsis 1999 contiene momentos algo sonrojantes que la hacen apartar de su seriedad temática como es la aparición de esos murciélagos descomunales en Nueva Guinea siendo éstos bastante pobretones técnicamente (sujetos por una cuerda, directamente). La gran abundancia de diálogo frente a los peligros de la contaminación y el futuro del mundo puede ser un handicap de cara al espectador impaciente aunque yo logré entrar en ese tono sin ningún problema. 

Como curiosidad, Koji Hashimoto ejerce tareas de ayudante de dirección tanto en el presente film como en El hundimiento de Japón. Hashimoto se encargará 10 años después del regreso del saurio radiactivo en Godzilla (1984). Tal vez eso explique la presencia de varios stock shots de Apocalipsis 1999 en la entrega del monstruo. También tenemos a Yoshimitsu Banno (director de la también ecologista e imposible Hedorah, la burbuja tóxica) ejerciendo tareas de guión y de ayudante de dirección. Y de entre el equipo de efectos especiales están unos viejos conocidos como Teruyoshi Nakano y Koichi Kawakita quienes trabajaron en numerosos films de la serie Godzilla. De entre el reparto también encontramos a viejos conocidos de la saga del saurio radiactivo como Akihiko Hirata (Doctor Serizawa en Japón bajo el terror del monstruo), Hiroshi Koizumi (Mothra o Godzilla contra los monstruos) o Takashi Shimura (Japón bajo el terror del monstruo). 



Apocalipsis 1999 resulta sorprendente. Es alarmista y ecologista y va a ello hasta el hueso encontrándonos con un conjunto estimulante y lleno de momentos inquietantes. En un país experto en destruir sus ciudades en el cine, el presente film se lleva la palma en ese sentido, con un nivel de destrucción y masacre de población que pocas veces he visto en el cine nipón. Además, su categoría de film maldito y prácticamente desaparecido le da un plus de misterio muy agradecido. Todo un clásico japonés a reivindicar. 

Apocalipsis 1999, a pesar de resultar el film más taquillero de su año en Japón, terminó por tener un difícil recorrido cinematográfico. Los motivos los podemos encontrar seguramente en lo inquietante de algunas de sus escenas relacionados con las malformaciones físicas y que recibieron duras críticas en su momento. La aparición de esos nativos en Nueva Guinea deformados por la radiactividad y convertidos en caníbales resulta sorprendente y grotesco. Más aún los efectos de la contaminación en fetos y niños protagonizando un momento final, en ese sentido, absolutamente terrorífico que riete tú del final de la inglesa Threads (1984). La deformidad es un tema que, por lo visto, llena de incomodidad a los japoneses. Algo similar ocurrió con Horror of a deformed man (1969), la obra maestra de Teruo Ishii, polémica precisamente por su tratamiendo de la deformidad física que hizo que la Toei retirara rápidamente todas las copias en circulación y no ha sido hasta hace pocos años que el film ha tenido su edición física en DVD.

Así, Apocalipsis 1999 tuvo hasta tres montajes diferentes. La versión original que pudo verse en cines japoneses duraba 113 minutos. Dicha versión pudo verse en alguna emisión televisiva en 1980 antes de desaparecer totalmente. En EEUU, el film se remontó a una versión de 90 minutos eliminando muchas escenas de diálogo así como algunos de los momentos más polémicos. Dicha versión americana fue de nuevo remontada para sus emisiones televisivas teniendo finalmente 88 minutos. A finales de los 80, Toho intentó editar el film en VHS en Japón aunque finalmente el lanzamiento fue parado precisamente por los motivos comentados. Toda una lástima. Si podemos disfrutar de la versión original japonesa es porque un empleado de Toho sacó a escondidas una de las copias de este supuesto lanzamiento. Una copia que circula por la red y que solo está disponible en una calidad de imagen más bien justita.

miércoles, 4 de noviembre de 2020

THE H-MAN (1958)



Ishiro Honda
es bien conocido (y nunca lo suficientemente valorado) por ser uno de los reyes de la ciencia ficción japonesa de los 50 y 60, años en los que aportó numerosos films Kaiju Eiga, tras su exitazo con la inmortal Japón bajo el terror del monstruo (1954). Los hijos del volcán (1956), Mothra (1961) o La batalla de los simios gigantes (1966) son algunas de sus mejores aportaciones al género que le hizo famoso. Se suele infravalorar el trabajo de Honda debido a su encasillamiento en el género de los monstruos gigantes pero sin duda fue un director polivalente y que abordó multitud de géneros siempre ofreciendo un estilo bastante personal. Resulta muy desconocida su etapa en los años 50 alejada del género puramente kaiju y donde se encargó de melodramas, musicales, cine bélico o romances juveniles con unas aportaciones donde se le ha comparado con el cine de Mikio Naruse. Desgraciadamente esta cara de su filmografía y presente en films como The Blue Pearl (1951), The Man who came to Port (1951) (una de las primeras apariciones en pantalla del gran Toshiro Mifune y donde compartía plano con Takashi Shimura), Eagle of the Pacific (1953), Farewell Rabaul (1954) o A Rainbow plays in my heart (1957) (donde volvía a juntar a la pareja Akira Takarada y Momoko Kochi del Godzilla original) ha quedado totalmente invisibilizada y la Toho tampoco ha hecho mucho por reivindicarlas. 

Siguiendo con esta línea apartada del Kaiju-Eiga, Ishiro Honda realizó una trilogía de films en los que abordó la ciencia ficción de una manera adulta y cercana al terror. Unos trabajos curiosos por alejarse de los monstruos gigantes que tanto éxito le proporcionaron. En el blog analizaremos, a su debido tiempo, la discreta The Human Vapor (1960) y la excelente Matango (1963). Ahora nos detendremos en la entrega inicial de esta particular trilogía (sin nada que ver entre ellas): la muy curiosa The H-Man (1958).

La policía de Tokio persigue a un narcotraficante que ha desaparecido dejando abandonada su ropa. Un joven científico asegura que hay unas criaturas, producto de la radiación, relacionadas con el caso. 

The H-Man
es una propuesta sorprendente, adulta y bien cercana al género de terror. Ya de entrada, la ambientación elegida para la historia es bien atrayente, donde Honda nos introduce en los bajos fondos de Tokyo con matones, narcotraficantes y bailarinas de cabaret ligeritas de ropa. Una temática bien oscura y que parece emparentarse mucho más con el noir que estaba realizando Teruo Ishii en esos momentos con la serie de films de las Chitai que con otros homólogos del género. El guión viene firmado por Takeshi Kimura, habitual colaborador de Honda y que se encargó de una línea de films del director de carácter más nihilista y terrorífica (como la citada Matango) y donde se evidenciaba una especial obsesión por los cambios que provocaba la radiactividad en el organismo humano. Kimura se encargó de volver a aprovecharse del desgraciado incidente del Dragón Afortunado nº 5, el buque pesquero japonés que se vio atrapado por la contaminación radiactiva de la Bomba H, probada por los americanos cerca del atolón Bikini. Los pescadores fueron cayendo enfermos o incluso algún miembro de la tripulación murió debido al incidente. El film es más explícito respecto al incidente de lo que fue el primer Godzilla mostrando a unas cenizas producto de las pruebas atómicas en el Pacífico y que han terminado por contaminar a la tripulación de un barco mutando estos en una criatura líquida que absorbe a la gente. Se ha querido ver en el film un grito desesperado del infierno sufrido por los hibakusha (los afectados por la bomba en Hiroshima y Nagasaki) así como el ostracismo al que se vieron obligados a sufrir. Quizás dicha afirmación está cogida con pinzas pero no hay que negar cierto elemento alegórico en las escenas del film. 

The H-Man mezcla la sci-fi con el cine policial negro (por el que Honda sentía predilección). Una mezcla que se explota en la primera mitad del film, donde se sigue una investigación policial en unos minutos de metraje que se hacen algo largos y lentos, para explotar en su segunda mitad en los típicos y necesarios ambientes monstruosos. Es de destacar el clímax final, con una masacre en plena sala de baile y con el ejército japonés acorralando a la criatura viscosa en las alcantarillas. La criatura protagonista podría ser una versión oscura de la masa de The Blob (1958), el clásico americano de serie B protagonizado por Steve McQueen y estrenada el mismo año. Pero donde el film americano cae en el típico producto sci fi de la época, The H-Man resulta mucho más interesante por el trasfondo atómico indicado anteriormente. Resulta bien curioso y terrorífico que los estragos que causa la masa en los cuerpos humanos, así como las marcas que deja en la piel, se refieren explícitamente a las marcas dejadas por la bomba atómica en los supervivientes y víctimas de Hiroshima y Nagasaki. Como siempre pasa en estos films japoneses, las referencias al trauma atómico del pueblo japonés resultan estimulantes.A nivel técnico, el film funciona estupendamente, a pesar del año de realización, con una masa devoradora que pese a no aparecer excesivo tiempo en pantalla, provoca inquietud, misterio y sus apariciones son muy destacables, especialmente cuando los cuerpos humanos se funden literalmente bajo su ataque.

La desaparición misteriosa de un narcotraficante...

La investigación nos lleva a agradecidos ambientes de cabaret.

Detrás de todo está una mortífera masa radiactiva.

¿Habrá alguna manera de detener a H-Man?

Mala pinta tiene la cosa.


Tenemos actores habituales tanto de la saga Godzilla como del resto de la filmografía de Honda como Kenji Sahara (Los hijos del volcán, King Kong contra Godzilla o Godzilla contra los monstruos) o Akihiko Hirata (el Dr. Serizawa en el primer Godzilla). Presencias que para el fan resultan muy simpáticas y agradecidas. Haruo Nakajima, el hombre bajo el disfraz de Godzilla y de otras criaturas, también participa, interpretando a dos víctimas humanas de la masa negra. Por supuesto, en el equipo técnico de la película están incluidos los all stars de la época: Tomoyuki Tanaka en producción y Eiji Tsuburaya como director de efectos especiales. En sustitución de Akira Ifukube, Masaru Sato se encarga de la banda sonora (también se encargará de la música de Los monstruos del mar o El hijo de Godzilla ya con Jun Fukuda).

Como curiosidad: el efecto creado para que se disolvieran los cuerpos humanos lo crearon con muñecos hinchables de tamaño real y grabando a cámara rápida el proceso de destrucción del cuerpo para luego pasarlo a velocidad normal en el montaje creando así el efecto tan curioso que vemos en pantalla.

The H-Man (1958) es un film destacable y bien curioso. Parece que cuando Ishiro Honda se aparta del género Kaiju demuestra en otros campos sus quilates como director, sin duda, y en este caso, acierta con una propuesta adulta, cercana al terror y con un uso excelente del color. Algo lenta en su primera mitad pero estimulante en general presentando a una simpática criatura viscosa y radiactiva, investigación policial y ambientes de cabaret. Toda una curiosidad.