Ishiro Honda es bien conocido (y nunca lo suficientemente valorado) por ser uno de los reyes de la ciencia ficción japonesa de los 50 y 60, años en los que aportó numerosos films
Kaiju Eiga, tras su exitazo con la inmortal
Japón bajo el terror del monstruo (1954).
Los hijos del volcán (1956),
Mothra (1961) o
La batalla de los simios gigantes (1966) son algunas de sus mejores aportaciones al género que le hizo famoso. Se suele infravalorar el trabajo de
Honda debido a su encasillamiento en el género de los monstruos gigantes pero sin duda fue un director polivalente y que abordó multitud de géneros siempre ofreciendo un estilo bastante personal. Resulta muy desconocida su etapa en los años 50 alejada del género puramente
kaiju y donde se encargó de melodramas, musicales, cine bélico o romances juveniles con unas aportaciones donde se le ha comparado con el cine de
Mikio Naruse. Desgraciadamente esta cara de su filmografía y presente en films como
The Blue Pearl (1951),
The Man who came to Port (1951) (una de las primeras apariciones en pantalla del gran
Toshiro Mifune y donde compartía plano con
Takashi Shimura),
Eagle of the Pacific (1953),
Farewell Rabaul (1954) o
A Rainbow plays in my heart (1957) (donde volvía a juntar a la pareja
Akira Takarada y
Momoko Kochi del
Godzilla original) ha quedado totalmente invisibilizada y la
Toho tampoco ha hecho mucho por reivindicarlas.
Siguiendo con esta línea apartada del
Kaiju-Eiga,
Ishiro Honda realizó una trilogía de
films en los que abordó la ciencia ficción de una manera adulta y cercana al terror. Unos trabajos curiosos por alejarse de los monstruos gigantes que tanto éxito le proporcionaron. En el blog analizaremos, a su debido tiempo, la discreta
The Human Vapor (1960) y la excelente
Matango (1963). Ahora nos detendremos en la entrega inicial de esta particular trilogía (sin nada que ver entre ellas): la muy curiosa
The H-Man (1958).
La policía de Tokio persigue a un narcotraficante que ha desaparecido dejando abandonada su ropa. Un joven científico asegura que hay unas criaturas, producto de la radiación, relacionadas con el caso.
The H-Man es una propuesta sorprendente, adulta y bien cercana al género de terror. Ya de entrada, la ambientación elegida para la historia es bien atrayente, donde
Honda nos introduce en los bajos fondos de Tokyo con matones, narcotraficantes y bailarinas de cabaret ligeritas de ropa. Una temática bien oscura y que parece emparentarse mucho más con el
noir que estaba realizando
Teruo Ishii en esos momentos con la serie de
films de las
Chitai que con otros homólogos del género. El guión viene firmado por
Takeshi Kimura, habitual colaborador de
Honda y que se encargó de una línea de
films del director de carácter más nihilista y terrorífica (como la citada
Matango) y donde se evidenciaba una especial obsesión por los cambios que provocaba la radiactividad en el organismo humano.
Kimura se encargó de volver a aprovecharse del desgraciado incidente del
Dragón Afortunado nº 5, el buque pesquero japonés que se vio atrapado por la contaminación radiactiva de la Bomba H, probada por los americanos cerca del atolón Bikini. Los pescadores fueron cayendo enfermos o incluso algún miembro de la tripulación murió debido al incidente. El film es más explícito respecto al incidente de lo que fue el primer
Godzilla mostrando a unas cenizas producto de las pruebas atómicas en el Pacífico y que han terminado por contaminar a la tripulación de un barco mutando estos en una criatura líquida que absorbe a la gente. Se ha querido ver en el film un grito desesperado del infierno sufrido por los
hibakusha (los afectados por la bomba en Hiroshima y Nagasaki) así como el ostracismo al que se vieron obligados a sufrir. Quizás dicha afirmación está cogida con pinzas pero no hay que negar cierto elemento alegórico en las escenas del film.
The H-Man mezcla la sci-fi con el cine policial negro (por el que Honda sentía predilección). Una mezcla que se explota en la primera mitad del film, donde se sigue una investigación policial en unos minutos de metraje que se hacen algo largos y lentos, para explotar en su segunda mitad en los típicos y necesarios ambientes monstruosos. Es de destacar el clímax final, con una masacre en plena sala de baile y con el ejército japonés acorralando a la criatura viscosa en las alcantarillas. La criatura protagonista podría ser una versión oscura de la masa de The Blob (1958), el clásico americano de serie B protagonizado por Steve McQueen y estrenada el mismo año. Pero donde el film americano cae en el típico producto sci fi de la época, The H-Man resulta mucho más interesante por el trasfondo atómico indicado anteriormente. Resulta bien curioso y terrorífico que los estragos que causa la masa en los cuerpos humanos, así como las marcas que deja en la piel, se refieren explícitamente a las marcas dejadas por la bomba atómica en los supervivientes y víctimas de Hiroshima y Nagasaki. Como siempre pasa en estos films japoneses, las referencias al trauma atómico del pueblo japonés resultan estimulantes.A nivel técnico, el film funciona estupendamente, a pesar del año de realización, con una masa devoradora que pese a no aparecer excesivo tiempo en pantalla, provoca inquietud, misterio y sus apariciones son muy destacables, especialmente cuando los cuerpos humanos se funden literalmente bajo su ataque.
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La desaparición misteriosa de un narcotraficante... |
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La investigación nos lleva a agradecidos ambientes de cabaret. |
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Detrás de todo está una mortífera masa radiactiva. |
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¿Habrá alguna manera de detener a H-Man?
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Mala pinta tiene la cosa. |
Tenemos actores habituales tanto de la saga Godzilla como del resto de la filmografía de
Honda como
Kenji Sahara (
Los hijos del volcán,
King Kong contra Godzilla o
Godzilla contra los monstruos) o
Akihiko Hirata (el Dr. Serizawa en el primer Godzilla). Presencias que para el fan resultan muy simpáticas y agradecidas.
Haruo Nakajima, el hombre bajo el disfraz de Godzilla y de otras criaturas, también participa, interpretando a dos víctimas humanas de la masa negra. Por supuesto, en el equipo técnico de la película están incluidos los
all stars de la época:
Tomoyuki Tanaka en producción y
Eiji Tsuburaya como director de efectos especiales. En sustitución de
Akira Ifukube,
Masaru Sato se encarga de la banda sonora (también se encargará de la música de
Los monstruos del mar o
El hijo de Godzilla ya con
Jun Fukuda).
Como curiosidad: el efecto creado para que se disolvieran los cuerpos humanos lo crearon con muñecos hinchables de tamaño real y grabando a cámara rápida el proceso de destrucción del cuerpo para luego pasarlo a velocidad normal en el montaje creando así el efecto tan curioso que vemos en pantalla.
The H-Man (1958) es un film destacable y bien curioso. Parece que cuando Ishiro Honda se aparta del género Kaiju demuestra en otros campos sus quilates como director, sin duda, y en este caso, acierta con una propuesta adulta, cercana al terror y con un uso excelente del color. Algo lenta en su primera mitad pero estimulante en general presentando a una simpática criatura viscosa y radiactiva, investigación policial y ambientes de cabaret. Toda una curiosidad.
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