CRÍTICAS PELÍCULAS

domingo, 29 de diciembre de 2019

GODZILLA CONTRA LOS MONSTRUOS (1964)


Seguimos analizando la saga Godzilla y esta vez nos adentramos en uno de los films más míticos de la saga: Godzilla contra los monstruos (1964). Tras el exitazo a nivel mundial de King Kong contra Godzilla (1962), los ejecutivos de la Toho dieron con la clave sobre qué es lo que había que hacer con el personaje de Godzilla: convertirlo en un entretenimiento juvenil muy colorido y repleto de batallas colosales entre monstruos. Fue a partir de entonces, en estos primeros 60, cuando Godzilla se convirtió en un icono de la cultura pop y de lo kitsch. Su éxito animó a que empezaran a salir imitaciones japonesas por todas partes, desde los films de Gamera a la magnifica trilogía del Daimajin, hasta series Z como Gappa, el monstruo que amenaza el mundo (1967) o The X from outer space (1967). Incluso tuvimos un Godzilla surcoreano, Yonggary, el monstruo del abismo (1967) y norcoreano, Pulgasari (1985) (pero eso es otra historia).

A finales de los 50 aparecieron varios kaiju como Rodan o Mothra, pero la expansión del género llegaría en la década de los 60. Tanta sobre exposición kaiju y los bajos presupuestos de dichas imitaciones provocaron una rápida decadencia e infantilización del género. Pero antes de eso, se hicieron varias películas muy cuidadas y entretenidas como la que hoy nos ocupa y en donde se decidió volver a enfrentar a Godzilla (en su cuarta entrega) contra otro monstruo ya conocido por el público. Tras barajar varias opciones (¡¡¡¡había un proyecto de enfrentarlo al Batman de Adam West!!!!) finalmente el nuevo enemigo a batir sería Mothra, la polilla gigante, protagonista de uno de las cintas más destacadas de Ishiro Honda, Mothra (1961).

El resultado fue sin duda, un magnifico ejemplo de cine fantástico perfectamente a la altura del primer Godzilla, donde se recupera la seriedad de aquella pero otorgando poesía, terror, espectáculo y entretenimiento puro. El film da comienzo con el descubrimiento de un huevo gigante en una playa. Unos hombres de negocios lo compran para hacer un parque de atracciones y así ganar dinero pero aparecen unas diminutas gemelas que dicen ser las guardianas de Mothra y que tienen que devolver el huevo a su lugar de origen. De repente reaparece Godzilla y comienza a destruirlo todo a su paso.

Sin duda nos encontramos ante la mejor y la más sólida de todas las películas de la etapa clásica de la saga. Aquí se recupera el tono serio y dramático de Japón bajo el terror del monstruo (1954) pero añadiendo las nuevas coordenadas de la serie con el obligatorio enfrentamiento entre monstruos mostrando a un Ishiro Honda (dirección) y a un Eiji Tsuburaya (efectos especiales) en su mejor momento creativo.

Esta vez el color y el Tohomascope es utilizado al máximo de sus posibilidades, creando bellos paisajes y panorámicas. Los efectos especiales además están mucho más cuidados que la anterior entrega. Los momentos de destrucción son sobrecogedores, con un Godzilla avanzando lentamente por Tokyo, incidiendo en el gran tamaño del monstruo respecto a la multitud aterrada y acompañado de la inolvidable música de Akira Ifukube atronando a lo largo de todo el metraje con emocionantes resultados. Mothra es un prodigio de los efectos especiales (de la época). Hasta la llegada de los efectos digitales a la saga no se volvería a ver una Mothra tan realista. La batalla entre los dos monstruos es magnífica, dramática y por fin es coreografiada de una forma realista, retratando a los monstruos como lo que son, animales luchando entre sí y no como hombres disfrazados.

Las connotaciones de la batalla entre las dos bestias, para el público japonés, iba más allá que estar viendo a dos hombres disfrazados dándose de leches. Lo que el público japonés estaba viendo y de ahí la perdurabilidad de esta entrega frente a otras era un enfrentamiento entre la encarnación de la bomba atómica, de los errores humanos, el mal y la destrucción del hombre moderno (en el caso de Godzilla) contra una divinidad que representa el poder de la naturaleza, la bondad y el equilibrio del mundo (en el caso de la mariposa Mothra). Dentro de las creencias del pueblo japonés, en el que la naturaleza (repleto de dioses) para ellos es la que decide el orden de nuestro mundo y al cual hay que tener eterno respeto, este enfrentamiento es más decisivo que nunca.
Fantástico momento de Godzilla surgiendo a través del barro
La batalla entre el saurio y la polilla gigante es inevitable
Las pequeñas orugas de Mothra
La saga aún estaba orientada a un sector juvenil/adulto, así que hay alguna que otra escena violenta. Se vuelve a tratar el tema sobre el uso de las armas atómicas y sus consecuencias, lo que sin duda es de agradecer. Si hay algo que decir en contra del film es lo llano de algunos personajes, como los malvados de la historia (muy naif) y que a fin de cuentas, es un más de lo mismo, hecho con más seriedad, con soluciones de guión más elaboradas y un mayor énfasis en lo épico, pero más de lo mismo. De todas formas, Godzilla contra los monstruos (1964) es un film irresistiblemte entretenido, espectacular y con un guión y unos efectos especiales mucho más cuidados de lo habitual. Una cinta que destila magia por los cuatro costados. El film resultó ser otro gran éxito para la Toho con 7,2 millones de espectadores.

El cartel americano del film.
Esta vez la versión americana del film respetó el metraje japonés, a pesar de que incluyeron una escena adicional de Godzilla siendo atacado por unos misiles sorprendentemente bien realizada. La titularon Godzilla vs The thing, en referencia al clásico americano The thing, el enigma del otro mundo (1951) y en el cartel publicitario se ocultaba la presencia de Mothra, mostrando en su lugar una enorme interrogante que escondía lo que parecía ser una criatura tentacular.

Y para acabar...¡atención!, este es el último film de la etapa clásica en la que Godzilla es el malo de la película, una razón más para disfrutarla. A partir de la siguiente entrega, el saurio se convertirá en el protector de la humanidad, ya que la Toho pensó que ganaría mucha audiencia infantil si convertía a su monstruo en el bueno, lo que a la larga sería su propia perdición.

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