CRÍTICAS PELÍCULAS

jueves, 30 de julio de 2020

EL GRANDIOSO HOMBRE DE PEKÍN (1977)



Japón bajo el terror del monstruo
(1954), primer film de la saga Godzilla, dio el pistoletazo de salida al género del Kaiju-Eiga, el cine de monstruos japoneses, cuyo mayor momento de gloria lo encontraríamos desde finales de los 50 (con producciones como Mothra o Los Hijos del Volcán) hasta la sobresaturación de los años 60 donde experimentó una rápida decadencia al final de la década. La Toho monopolizó la mayoría de estas producciones aunque otros estudios japoneses quisieron llevarse también una parte del pastel como la Daiei (con Gamera o la trilogía Daimajin) o la Shochiku (The X From Outer Space). La fiebre por el kaiju se trasladó a otros países como la India (Gogola) o Corea del Sur (Yonggary o Space Monster Wangmagwi). 

El grandioso hombre de Pekín (1977) es un algo tardío intento por parte de la mítica Shaw Brothers por acercarse al género desde Hong Kong a la vez que se aprovecha del reciente éxito del King Kong (1976) de Dino de Laurentiis. En el film, nos encontramos a Johnnie (Danny Lee), un aguerrido aventurero que viaja hasta el norte de la India para tratar de probar la leyenda de un simio gigante que habita en la selva. Allí no solo se encontrará con el monazo sino además con su guardiana, una Tarzana con quien intimará. Aunque simio y mujer acabarán siendo trasladados a Hong Kong para ser explotados como atracciones de feria.

El grandioso hombre de Pekín (1977), como hemos mencionado, se aprovecha descaradamente de la reciente fiebre de la nueva versión de King Kong, estrenada poco antes aportando enormes dosis de momentos delirantes que harán las delicias de los amantes del cine más psicotrónico. 

Aquí, una estrella como Danny Lee (aparecido en numerosos films de artes marciales y acción como Hermanos de sangre (1973), ser el mítico Inframan (1975), aparecer en joyitas extrañas como The Oily Maniac (1976), un kaiju taiwanés como King of Snake (1984) hasta ser una mega star con filmes como The Killer (1989) de John Woo) interpreta a Johnnie, alguien el cual tendrá unos inolvidables días en la jungla y no precisamente gracias al "hombre de Pekín", sino porque se encuentra con una exhuberante Tarzana de ajustado y limitado bikini de leopardo y quien demuestra ser toda una experta en la vida en la selva: se revuelca jugando con un guepardo (drogado, el pobre, para mayor gloria y cuidado físico de la escena) y tiene un amigo especial, que no es nada más y nada menos que el gigantesco simio. 

Por supuesto, el amor surge entre la Tarzana y Johnny con hilarantes momentos con carreras por la jungla a cámara lenta o un revolcón en una cueva con el monete espiando de forma pervertida a la pareja. Evelyne Kraft interpreta a esta Tarzana de rasgos europeos, alguien que, hasta ese momento, había aparecido en diversos films alemanes, franceses e italianos y que tendrá un papel protagónico en el film alemán Lady Dracula de 1978.
Johnnie, un intrépido aventurero dispuesto a encontrar al "hombre de Pekín".

Creo que no le ha sentado bien la comida al simio...

El mono tiene una amiga, que no es otra que una atractiva Tarzana.

La muchacha se atreve a jugar hasta con un guepardo adormilado.

El amor surge entre Johnnie y la Tarzana bajo la atenta mirada del "hombre de Pekín".

Al simio se lo llevan para Hong Kong para venderlo como espectáculo.

Pero el mono escapa y siembra el caos.

¿Acabará el "hombre de Pekín" como King Kong?

La segunda mitad de la cinta transcurre en Hong Kong, donde se traslada al simio a la ciudad para hacer negocio con él. Mientras, la telenovela entre Tarzana y Johnny se va complicando, ya que, una vez llegada ésta a la ciudad, parece que todos se la quieren beneficiar: el hermano de Johnny, un empresario… 

No solo eso, sino que además le enseñan modales a la muchacha para que no sea una asalvajada. Delirante. Finalmente, pasa lo que tiene que pasar. El simio se escapa provocando el caos en la ciudad, destrozando varias maquetas y secuestrando a su Tarzana, pero como mandan los cánones, el destino de la bestia acabará de forma trágica y con resultados bastante gore. Pobre mono. 

Un apunte a destacar es que para la realización de los efectos especiales la Shaw Brothers contrató al equipo técnico de la Toho, quienes ya habían trabajado en otros kaiju, siendo dirigido el equipo por todo un veterano como Sadamasa Arikawa (trabajando además Koichi Kawakita quien luego realizó los efectos especiales de la etapa Heisei de Godzilla).


El grandioso hombre de Pekín (1977) dista mucho de ser una aproximación seria al mito de King Kong visto desde la óptica oportunista de la Shaw Brothers encontrándonos con un producto de momentos involuntariamente hilarantes, de gran ritmo y que te asegura unas buenas risas por su carácter de Serie (muy) B conteniendo algunos aciertos como esas secuencias de destrucción en la ciudad y algún que otro momento sorprendentemente violento. Y aunque el título lo indique, Pekín no aparece en la película... Fue conocida, de manera internacional, como Goliathon o The Mighty Pekin Man.

domingo, 19 de julio de 2020

NITS DE CINEMA ORIENTAL 2016

Tantos años sabiendo de la existencia de este festival dedicado al cine oriental más variado y nunca había podido asistir hasta ahora, en su edición 2016. Para colmo, está organizado en la ciudad de Vic.
Vic es una pequeña ciudad a unos 60 kilómetros aprox. de Barcelona y es un lugar que siempre llevaré en el corazón ya que fue allí donde realicé mis estudios universitarios de Comunicación Audiovisual. No solamente eso, sino que durante el último año de carrera pude vivir en la misma ciudad con otros tres compañeros de clase. La de historias que os podría contar y que guardan sus calles en secreto.
En un caluroso 16 de julio de 2016, mi pareja y yo nos dirigimos rumbo a Vic a visionar varias de las películas de la presente edición así como de disfrutar un poco de la ciudad. La edición de este año, además, tenía un plus bien especial para mí ya que la retrospectiva era dedicada al cine Kaiju para lo que proyectaron varias gemas del género (como Los monstruos del fin del mundo o Gappa) además de sacar un libro dedicado al tema: Kaiju! Cuaderno de campo (para el cual pude ser uno de los mecenas en su campaña de crowdfunding).



Kaiju! Cuaderno de campo es una obra excelente y bien rigurosa sobre el género el cual se diferencia de otros tomos relacionados con el tema plasmando a las diferentes criaturas como si de un cuaderno biológico se tratara analizando 10 de las criaturas más significativas del género explicando no solamente sus características físicas sino su historia y apariciones cinematográficas. El análisis se completa con la crítica de una de las películas más representativas de la criatura. Tras el análisis a los 10 kaijus escogidos (hay espacio para los más conocidos como Godzilla y Gamera o las ovejas negras de la familia como Guilala o el Frankenstein japonés) podemos encontrar reportajes muy interesantes sobre temas varios, desde un recorrido por la vida de Eiji Tsuburaya (por parte de Octavio López y Jonathan Bellés), el impacto de Godzilla en el merchandising o un imprescindible artículo por parte del erudito Domingo López descubriéndonos auténticas rarezas Kaiju de países como Corea, India, Filipinas o Tailandia. El tomo coordinado por Eduard Terrades, Carles Gañarul y Domingo López con excelentes dibujos de las criaturas por parte de Ganya se hace muy ameno, interesante y de excelente presentación y apartado visual.

Nos dirigimos al cinema Vigatà y al entrar al hall me embargó una sensación de cómoda familiaridad. Carteles con las películas que se proyectarían en el festival, una maquinita retro de videojuegos, además de varios stands con libros, películas o fotocromos originales de cine. Tras adjudicarme otro libro sobre el Kaiju (Lucha de Gigantes) nos introducimos en la sesión matinal que era nada más y nada menos que Gamera: Guardián del Universo (1995). El revival de la tortuga gigante realizado por Shusuke Kaneko, la cual fue el pistoletazo de salida a una trilogía que iría de menos a más convirtiéndose en la cima del género.

En el film que nos ocupa, una embarcación que lleva un cargamento de plutonio choca con un gran atolón en mitad del océano Pacífico. Segundos después, los horrorizados tripulantes observan como el atolón se aleja lentamente por sí mismo. Mientras, en la isla Himegami, un grupo de biólogos que investigaban una nueva especie de pájaro desaparecen junto a la aldea pesquera en la que residían. Ésta Guardian del Universo, se beneficia de un tono ligero y con ritmo ayudado por unos personajes carismáticos y una estructura que nos va enseñando poco a poco a las bestias. Con escenas excelentes (la trampa a los Gyaos en el estadio de beisbol o esa batalla final en Tokyo) nos demuestra un film que aunque sus efectos especiales se resientan en determinados momentos, es una reactualización del monstruo a los nuevos tiempos con seriedad y buen hacer. Un film de estética espectacular, de ritmo ágil, fresco y con muchas ideas y sanas intenciones borrando de un plumazo todo atisbo de cutreza e infantilismo visto en los films de la saga en los años 60 y 70. Una sesión que disfruté enormemente de no ser por unas personas que estaban en la fila de adelante y que no paraban de hablar y reír ruidosamente.

Salimos de ver Gamera y como si la tortuga también se hubiera paseado por Vic, descubrimos los presentes que había reventado una cañería en plena calle y un riachuelo de agua estaba recorriendo la salida del cine. Una casualidad muy divertida. Tras esquivar el riachuelo nos dirigimos a comer en un sitio cercano. Con el estómago lleno y siendo las 16h de la tarde nos volvimos al Vigatà dispuestos a aprovechar el tiempo y ver otro de los films del festival. En la programación tocaba el film indio Baaghi (2016), el cual ya lo comparaban como la The Raid de Bollywood. Esperando en el hall del cine, daban por la televisión el tráiler del Tetsudon de ese año, (un especial anual de cortometrajes japoneses de lo más locos y surrealistas) estaba admirando las fascinantes imágenes del tráiler cuando de repente noté una presencia en mi espalda. Me giro y ahí estaba el gran Reji Hoshino, impulsor y director del proyecto Tetsudon ataviado con su chaqueta, gorra y banderilla a juego. Me indica que la sesión de Tetsudon era esa misma noche. Yo le respondí, tras ver las imágenes de los cortos, que era muy fan del Kaiju y el tokusatsu como Ultraman y me comentó muy amablemente que en Tetsudon había participado gente que había trabajado en Ultra series. Tras un choque de manos a mi sorprendida pareja y a mi, Hoshino se retiró.

Tras este fascinante encuentro entramos en la sala dispuestos a ver Baaghi. Os he de confesar que hasta el momento mi experiencia con el cine procedente de la India es bastante mínimo. De hecho, hasta la fecha solo había visto la monumental Baahubali: Part 1 (2015), y porque formaba parte de una maratón de 5 películas en el Festival de Sitges 2015. Los prejuicios frente a ese cine (la abundancia de bailes y música, la interminable duración de sus películas... me tiraban para atrás) me hicieron cometer el error de no explorar esta cinematografía tan fascinante. Menuda sorpresa me llevé con Baaghi. El film sigue las aventuras de Ronny, un joven algo rebelde que acaba en una escuela de artes marciales para aprender así algo de disciplina. Hasta que un día cae rendido por los encantos de Sia, pero los problemas empiezan cuando unos maleantes asesinan a su maestro marcial.

Baaghi (2016) sigue la tradición del cine de Bollywood de concentrar en 2 horas y media las máximas sensaciones posibles en su metraje: trama romanticona, traiciones, humor, bailes, coreografías espectaculares y acción exagerada e impresionante. El film se divide en dos partes bien diferenciadas pero que funcionan como un tiro. En su primera mitad, la menos interesante para el fan de la acción, se concentra en escenas de humor, romance y entrenamiento marcial que me hicieron recordar los mejores momentos de films de la Shaw Brothers como La serpiente a la sombra del águila (1978). Baaghi nos descubre al que es el héroe definitivo del cine de acción, la perfección humana absoluta. Si Nietzsche fabulaba sobre el super-hombre creo que habría pensado en alguien como Tiger Shroff. El chico baila a la perfección, actúa de forma más que eficiente, rezuma carisma por sus poros… y mete unas hostias titánicas. Las escenas de acción de Baaghi están excelentemente coreografiadas y bien dosificadas en el metraje hasta llegar al clímax final del film (ese que más la emparenta con The Raid) con Tiger, solo contra toda la banda criminal en un edificio donde cada planta funciona como niveles de un videojuego hasta llegar al malo final. Todo sea por recuperar a su amor secuestrado.


Como digo, Baaghi (2016) es un caramelo. Una carta de presentación infalible de lo que es el cine de Bollywood además de ser perfecta para ver en pareja (contiene suficientes dosis de romance y tullinas como para contentar a las dos partes). Todo el film le rodea un aura de pura diversión, de que nada está tomado excesivamente en serio como podemos ver en esos exagerados y acaramelados momentos musicales entre la pareja o los momentos de acción, los cuales la benefician. Por supuesto, tu capacidad de aguante dependerá de la medida en que conectes con las particularidades de esta cinematografía y todo lo que le rodea, pero si entras en el juego la experiencia te resultará toda una fiesta.

Tras esta fabulosa experiencia y tras jugar un par de partidas a las "maquinitas" en el hall del Vigatà nos despedimos de este festival tan especial. Muy buenas sensaciones me ha dejado este día y con la promesa de volver todas las ediciones que buenamente se pueda.

NITS DE CINEMA ORIENTAL DE VIC











































viernes, 17 de julio de 2020

CRÓNICAS DE SITGES 2019 (2/3)


El cine japonés nunca deja de sorprenderme. No importa que haya visto casi un millar de películas del país nipón. Japón tiene la capacidad inimitable (y por eso los adoro por encima de todas las cosas) de retorcer las tramas, pautas estilísticas y tópicos de una manera que no te esperas, tal y como me pasó con We are Little Zombies (2019).

El film da inicio con cuatro niños desconocidos los cuales se conocen en un crematorio. Todos sus padres están muertos, pero ninguno de ellos ha derramado una lágrima. Son como zombies, sin emociones. A sus trece años de edad, sin futuro, sueños y sin poder seguir adelante, deciden formar una banda de rock, los "Little Zombies".

We are Little Zombies es la ópera prima de Makoto Nagahisa y resulta una experiencia única, excesiva y refrescante. El hilo que sigue el film reposa sobre las vivencias de 4 huérfanos unidos por la casualidad. Niños que no sienten encajar en esta sociedad hipermoderna donde parece primar la velocidad, la adicción digital y donde el amor y el cariño brillan por su ausencia. La película te rompe todos los esquemas al apostar por un ejercicio visual apabullante aunque a ratos agotador y agobiante pero novedoso y único con un montaje a mil por hora, música midi, entornos de 8-bits y surrealismo visual vario. Un conjunto donde no se evita el humor negro y una profundidad temática bien interesante tratando la depresión infantil, el desamparo de éstos en la sociedad actual, la poca perspectiva de futuro, la desconfianza hacia los adultos, entre otros.

Makoto Nagahisa, el director del film
Me hizo mucha gracia que el protagonista, Hikari, sea un adicto a los videojuegos y a la Game Boy y tanto la banda sonora de la película así como las canciones de la banda "Little Zombies" se utilizan sonidos de dicha consola. Me identifiqué con todo ese entorno videojueguil ya que uno de mis primos, forma parte de un dúo musical donde utilizan sonidos de Game Boy como base para sus canciones (hay de todo en esta vida), llamado Llança Sosun i Kaguda Yura. Toda una propuesta musical divertida y marciana.

Tras este momento de autobombo, seguimos con la estupenda We are little Zombies. El film, como comento, es una experiencia que te abruma y golpea los sentidos, con algunos cameos sorprendentes (como el de Rinko Kikuchi). El camino que emprenden sus 4 protagonistas para superar su duelo y autodescubrir lo que es sentirse vivos se hace algo alargado y extenuante pero la experiencia es sorprendente, rompedora y única. Un buen descubrimiento. Desde ya, mi película japonesa favorita de este 2019.

Parece que mi entusiasmo por la película no fue compartido por algunos de los presentes en la tempranera sesión de la Sala Tramuntana, donde (en un momento que hay un falso final del film) algunos de los presentes se levantaron ansiosos para correr a la cola de la siguiente película dándose cuenta que la historia de We are Little Zombies continuaba, por lo menos unos 20 minutos más. Esto es un problema, ¿Qué placer puedes sacar de un Festival de cine si vas a las sesiones con la ansiedad de ver el máximo de películas posible sin tiempo a saborearlas? En fin. We are Little Zombies (2019) es una joyita imprevisible y que el tiempo pondrá en su sitio. Ya tengo las canciones del joven grupo del film en mi listado de Spotify.



The Gangster, the Cop, the Devil (2019) es la segunda película en el Festival con Ma Dong Seok de protagónico tras Unstoppable y he de decir que la experiencia ha sido mucho mejor que con ésta última. En el film, un jefe de la mafia (Dong Seok) y un oficial de policía (Kim Moo Yeol) tendrán que dejar a un lado sus diferencias para unirse en la persecución de un asesino en serie de nombre K.

The Gangster, the Cop and the Devil es un thriller coreano en toda regla. Un film vibrante y cuya trama, aunque algo “increíble” te engancha desde el primer momento (por lo visto está basado en hechos reales ocurridos en Corea a principios de los 90). Que la policía coreana y la mafia unan fuerzas contra un asesino que está afectando a las dos partes proporciona buenos momentos tanto de comedia como de posibles traiciones entre los bandos. En eso ayuda los papeles protagonistas de un inmenso Dong Seok y un muy correcto Moo Yeol (quien hemos podido ver en numerosos éxitos coreanos como Guerra de Flechas (2011), A muse (2012) o Forgotten (2017)). El film pese a algunos momentos de confusión, mareo argumental y proliferación de personajes se convierte decididamente en un vehículo de acción y suspense muy notable con excelentes momentos de acción y persecuciones que te dejaran con la boca abierta y el corazón en un puño esperando a ver como se soluciona el desaguisado. Lee Won-Tae dirige este thriller de forma muy efectiva y notable. Sin ser la panacea es una de las películas coreanas del año.

CRÓNICAS DE SITGES 2019 (1/3)

Vuelta al Festival de Sitges, un festival que siempre me recibe con los brazos abiertos y donde ya acumulo 15 ediciones, todas ellas llenas de emociones y buenos momentos. Este 2019 no he podido acudir al Festival todo lo que quisiera por problemillas de carácter personal pero aún así he podido visionar algunos de los films que más ganas tenía de ver en esta edición.

The Forest of love (2019) es la nueva locura, en la ya extensa filmografía, de un ser único como el japonés Sion Sono, toda una figura anarquista y extrema y que nos ha regalado obras como la monumental Love exposure (2008), Suicide Club (2001) o Why don’t you play in hell (2013). Parece que a Sono le ha gustado el hecho de trabajar para plataformas streaming. Recordemos que en 2017 ya realizó para Amazon Prime la divertida y sangrienta serie Tokyo Vampire Hotel (y que en Sitges pudimos ver en una versión-película remontada y de dos horas) y es ahora con Netflix donde se atreve con un film como The Forest of Love. El film sigue al arrebatador Jo Murata, un hombre despiadado que usa su carisma para manipular a la gente. Cuando Murata conoce a Shin, éste decide que Murata y su turbulenta relación con Mitsuko serían el tema perfecto para su película. A medida que avanza el rodaje, las mentiras comienzan a no distinguirse de la verdad y los límites de la humanidad se ponen a prueba, dando como resultado actos tan estremecedores como repugnantes.

The Forest of Love presenta a un Sion Sono quizás más acomodado (que no más domesticado/relajado en materia de violencia) y que se regodea en sus patrones más característicos para deleite del fan. El film es todo un greatest hits de los mejores momentos de la obra de Sono teniendo un poco de todo: colegialas, explosiones de violencia cercanas al gore, personajes extremos y rayando en la locura, humor delirante, cine dentro de cine y sexo perverso. Aunque su extensa duración de 150 minutos pueda tirarnos para atrás, el metraje está bien dosificado y su visionado no se hace tan pesado como uno pueda pensar. Sin duda, la estrella del film es el personaje de Murata interpretado por un magnético Kippei Shina. Un estafador, un charlatán, un farsante, un Julio Iglesias japonés que deriva en un auténtico psicópata. Un personaje repugnante y brillante con especial gusto por engatusar a las jovencitas (claro) y que manipula a los personajes a su antojo. Todo un hallazgo.

The Forest of Love (2019) ofrece todo lo que nos gusta de Sion Sono aunque se denote una cierta repetición para satisfacer al espectador objetivo de estos films. No obstante, es un ejercicio de auténtica locura, con mucho humor negro, sadismo, seducción y violencia que hará las delicias del respetable.


Desde su aparición en la adrenalínica Train to Busan (2016), Ma Dong Seok se ha convertido en toda una estrella en Corea del Sur, protagonizando en su mayoría films de acción, repartiendo tortas a lo Bud Spencer. En el festival de este año se proyectan dos films protagonizados por Dong Seok siendo Unstoppable (2018) uno de ellos.

El film sigue a Dong-Chul, un antiguo matón que trata de llevar una vida honesta y pacífica dentro de la legalidad. Cuando un día una banda que trafica con mujeres secuestra a su esposa, Dong-Chul no verá otra salida que volver a sus antiguos métodos para poder encontrarla.

Han jodido al coreano equivocado, como aquél que dice... Por el argumento de Unstoppable podríamos pensar que estamos en otra de las películas de la filmografía de Steven Seagal, Van Damme o Statham… y así es. Si en lugar de a Dong Seok hubiéramos colocado a algún actor forzudo americano tampoco habría ninguna diferencia pero claro, esto es Corea y como marca el país, el film demuestra una factura visual excelente y bien cuidada y una plasmación de la acción bien potente. El problema es que hemos visto la historia mil millones de veces por lo que su visionado se hace ameno pero no sorprendente, salvado por el enorme carisma de un Ma Dong Seok en su salsa.


Train to Busan (2016) fue todo un éxito en Corea, alcanzando los 10 millones de espectadores en su estreno y teniendo una fuerte repercusión internacional convirtiéndola en todo un clásico moderno del género zombie. Corea lo vuelve a intentar con The Odd Family: Zombie on Sale (2019), film que presenta a una familia muy peculiar que trabaja en una gasolinera pero que están sufriendo graves problemas económicos hasta que un día reciben un golpe de suerte en forma de zombie. La familia decidirá aprovechar el muerto a su favor.

Viendo The Odd family me he acordado del clásico The Host (2006) de Bong Joon Ho, en su manera de retratar a una familia algo peculiar y muy lejos de lo que deberían ser unos personajes heroicos pero que al final acabas encariñándote por ellos. Sin entrar en comparaciones, he de decir que he disfrutado mucho del visionado de la presente película. Si bien, a veces cuesta conectar con el humor coreano, en el film, la comedia me ha parecido muy divertida y dándole una nueva vuelta de tuerca a la temática zombie con mucho humor, mala leche y desde una perspectiva poco clásica, hecho que puede provocar urticaria al purista. Pasando por la relación tan cercana que crea la familia con el zombie, los usos que hacen de éste para rejuvenecer a los ancianos y enfermos del lugar hasta llegar a la obligada invasión zombie que pone en jaque a la población.

Muy divertida y bien rodada, con unos ingeniosos y llamativos planos y con momentos hilarantes como la "rave of the dead" que se montan cerca del final. Lee Min-Jae construye una obra notable, divertida y de ajustada duración. Por lo pronto, el film no ha conseguido repetir los mismos números que Train to Busan en Corea, quedándose en unos pobretones 263.000 espectadores.

jueves, 16 de julio de 2020

VOICE (2005)

Pese a sus altibajos de calidad, la saga Whispering Corridors daba sus buenos frutos aprovechando además que no eran films excesivamente caros de producir. Aún con la moda fantasmal post-The Ring en todo su apogeo, la saga continuó con una cuarta entrega. Voice (2005), una vez más, es un producto de intachable factura visual y ambientación. La verdad, si algo tienen los coreanos es que ofrecen unos productos muy cuidados a nivel estético y visual y Voice es buen ejemplo de ello. El film consigue un equilibrio perfecto entre algunas de las propuestas de las 2 primeras entregas de la saga (Whispering Corridors y Memento Mori) con las nuevas coordenadas de carácter más comercial que ofrecía Wishing Stairs. Dicho equilibrio presente en Voice resulta en un film muy efectivo y destacable aún siendo un producto adolescente y de marcado carácter comercial. En el film, Young-Eon es una alumna de un instituto femenino que muere misteriosamente una noche mientras practicaba clase de canto. Al día siguiente, Young-Eon se da cuenta de que es un espíritu y nadie la puede ver ni oír. Más tarde descubre que solo su mejor amiga, Sun-Min, la puede escuchar pero no la puede ver. A partir de entonces, las dos intentarán averiguar quien asesinó a Young-Eon, investigación que pondrá a prueba la amistad de las dos muchachas.

Sorprende ver en el papel protagónico a Kim Ok Bin (claro, en 2005 cuando vimos este film no teníamos ni idea de la carrera cinematográfica que le aguardaba a la actriz), una de las actrices más interesantes de Corea quien más tarde apareció en Thirst (2009) de Park Chan Wook o La villana (2017). Kim Ok Bin hace una interpretación muy correcta de la adolescente Young-Eon, especialmente en los momentos dramáticos y a la hora de transmitir su drama de cara al espectador aunque se la nota algo más verde y forzada en los momentos de “mala” de la función. El planteamiento del film, a lo Ghost (1990), resulta un buen aliciente para engancharte en la historia. Que el fantasma de Young-Eon deambule por la escuela sin nadie que la pueda ver y dispuesta a descubrir la verdad tres su misterioso asesinato resulta interesante. La trama del film, como pasaba en anteriores entregas de la saga, sirve de excusa para tratar esas amistades a priori inquebrantables y que tienes en la adolescencia pero cuya estabilidad parece pender de un hilo cuando aparecen sentimientos de envidia, celos y competencia. En si, el film sabe guardar sus bazas y va colocando poco a poco pequeñas sorpresas y revelaciones que resultan efectivas. Su duración no es excesiva aunque si he de reconocer que ya en su clímax final ya andaba algo perdido y dormido con tanta vuelta de tuerca acumulada. A favor, he de comentar, que los momentos de terror, siendo algo lights, están bastante más trabajados que por ejemplo Wishing Stairs, evitando ser una copia de The Ring (como era habitual en esos años) y ofreciendo momentos inquietantes. Los asesinatos misteriosos vistos en el film son muy originales y sorprendentes siendo el primero, el que sufre Kim Ok Bin, una delicia imposible con la adolescente degollada por una partitura musical flotante.
Asesinada por una partitura. Brutal.

Young-Eon se da cuenta que se ha convertido en un fantasma.

Su amiga del alma, Sun-Min y una compañera médium, intentarán averiguar quien la asesinó.

Pero lo que descubrirán será más oscuro de lo que pensábamos.

El lifting de moda en Corea.
Voice (2005) es un muy efectivo ejercicio de terror. Un film entretenido que se vale de unos planteamientos iniciales atrayentes para el espectador y que logra aguantar tu atención con revelaciones y giros de guión soltados a cuentagotas por el metraje. Si bien, por contra, algunas de sus interpretaciones (las adolescentes del cast) son algo flojillas, hay una acumulación algo excesiva y cansina de sus momentos dramáticos y en su recta final, tras tantas vueltas de tuerca uno no evita acabar hastiado y confundido. Si bien, vale la pena un buen visionado. Un film entretenido, curioso y de ambientación muy cuidada. La guinda la pone esa inquietante y monumental pieza musical de los créditos finales para acabar de meterte algo de miedo en el cuerpo.

La saga de Whispering Corridors continuaría en 2009 con Double Suicide, una cinta que al contrario de las cuatro entregas precedentes no tiene ningún interés. Este 2020 veremos una sexta entrega. Parece que aún a pesar del paso del tiempo, Whispering Corridors sigue bien presente en el terror procedente de Corea del Sur.

lunes, 13 de julio de 2020

WISHING STAIRS (2003)


Como hemos analizado anteriormente, tanto el primer Whispering Corridors (1998) como Memento Mori (1999) fueron piezas de terror más que interesantes que utilizaban el elemento fantástico como excusa para tratar un drama psicológico cargado de crítica social (el sistema educativo coreano en el primer film y la homosexualidad en su secuela). Ambos filmes destacaban por ofrecer una propuesta insólita y única yendo a la contra de las herramientas naturales del género de horror. La tercera parte de esta peculiar saga, Wishing Stairs (2003), comparte muchos de los elementos de las anteriores pero por desgracia denotamos ya una cierta influencia exploit del fenómeno The Ring (1998) en su representación de los fantasmas aunque como veremos a continuación, la película presenta valores que pueden ser interesantes para el aficionado. El film sigue a dos amigas de una escuela de Arte y que estudian ballet. Éstas compiten por la única plaza en una escuela de danza rusa. Una leyenda urbana acerca de la escalera que dirige al edificio de los dormitorios explica que si al subir los 28 peldaños se encuentran 29, entonces se puede pedir un deseo y se cumplirá. Y Yun Ji-Seong sabe lo que quiere pedir. Pero lo que ella desconoce es que la escalera tiene consecuencias. Wishing Stairs (2003) apareció en un momento dulce en nuestro país para el cine asiático en general y el horror en particular. Recuerdo en esa primera mitad de los años 2000 un buen aluvión de estrenos en DVD y cine de muchos títulos, beneficiados por éxitos recientes de Asia como la citada The Ring (1998), Tigre y dragón (1999), Hero (2002), La maldición (2002) o Dos Hermanas (2003).
Wishing Stairs fue una de las beneficiadas en ese sentido por la fiebre por el horror oriental teniendo una fuerte distribución internacional. El presente film destaca por su cuidada factura visual entregándose definitivamente, en su ambientación, a clásicos del giallo italiano (como también tenía el primer Whispering Corridors), y en especial a Suspiria (1977) de Dario Argento en el sentido de ambientar la historia en un instituto privado que a la vez es una academia de danza y ballet. Así, la historia, en su primera mitad ofrece elementos muy a destacar. Sus dos protagonistas ofrecen personajes interesantes que sirven para explorar ciertas emociones y sentimientos humanos y cómo éstos llegan a autodestruirnos como son la envidia y el pisar a los demás para llegar sea como sea a nuestro objetivo. Tanto Yun como Sohee (interpretadas por Ji-Hyo Song y Han-Byeol Park la cual tiene cierto parecido con Jun Ji Hyung de My sassy girl (2001)), y siguiendo la tradición de la serie, se llega a denotar cierta tensión lésbica entre ellas aunque bastante más disimulada que en Memento Mori. Se vale de una pequeña leyenda urbana bastante atrayente como son esas escaleras que se encuentran junto al instituto y que pueden cumplir deseos aún a costa de tener una maldición fantasmal. En sí, toda esta primera mitad está muy bien conseguida por contener esta serie de elementos y unos personajes interesantes.
Yun y Sohee estudian juntas ballet y son amigas "a muerte"

Yun quiere conseguir a toda costa esa plaza en una escuela rusa. Acudirá a los escalones fantasmales para cumplir su deseo.

El resultado: SoHee tiene una mala caída.

Aunque volverá como fantasma para atormentar a Yun y a la escuela entera

Por desgracia su segunda mitad evidencia una pérdida de ritmo bastante alarmante acrecentado por un metraje algo largo y que hubiera necesitado algún recorte. Es una lástima que la historia acabe dándole una excesiva importancia al personaje de la adolescente obesa que de la noche a la mañana aparece delgada, la cual no logré empatizar en lo más mínimo. Para colmo, las secuencias de terror de la cinta acaban por ser bastante light y no resultan sorprendentes por ser su fantasma el enésimo clon de Sadako. Si bien, el film contiene algún que otro momento terrorífico muy efectivo como es la primera aparición de la fantasma de SoHee en los lavabos de la escuela la cual va acercándose a su víctima mientras va bailando un ballet del infierno. Un momento inquietante. Su clímax final es efectivo que no memorable y no acaba por premiar al paciente que ha aguantado casi dos horas de película.

Wishing Stairs (2003) es una correcta cinta de terror fantasmal con unas ideas de base muy atrayentes y una ambientación tétrica y excelente. Su estudio de las relaciones humanas y emociones autodestructivas focalizadas en sus protagonistas es muy interesante pero dichas ideas acaban dispersándose en un metraje que va cayendo en caída libre hacia terrenos poco interesantes, innecesarios y cansinos. Por suerte, el film se guarda algunos momentos terroríficos bastante efectivos.