CRÍTICAS PELÍCULAS

sábado, 28 de diciembre de 2019

JAPÓN BAJO EL TERROR DEL MONSTRUO (1954)

Godzilla fue un proyecto que nació bajo la influencia del cine de ciencia ficción americano siguiendo muy de cerca los pasos de El monstruo de los tiempos remotos (1953) aparte del evidente clásico King Kong (1933), pero añadiendo un elemento que a la postre lo diferenciaba de todos los films de la época y con la misma temática: el ataque nuclear y sus consecuencias plasmado por un país que lo había sufrido en primera persona 9 años antes en Hiroshima y Nagasaki. Japón bajo el terror del monstruo no tiene nada que ver con el tono que tendrían el resto de films de la interminable saga del saurio radiactivo (32 películas y 3 versiones americanas). Éste es un film serio, maduro, a veces violento, otras veces pesimista y con momentos terroríficos que por medio de la fantasía crea una realista parábola de la guerra y crítica del uso de las armas nucleares, siendo además este film el pistoletazo de salida del subgénero del "kaiju-eiga", el cine de monstruos gigantes japoneses. Hay que entender el contexto histórico en Japón, una sociedad que desde el fin de la guerra en 1945 hasta abril de 1952 vivió la ocupación americana en su país, los cuales reprimían cualquier expresión de exaltación nacional. Por supuesto las heridas de la guerra estaban más que abiertas y la situación se agravaba con cosas como la prohibición de tratar el tema atómico en los medios de comunicación o en el cine o la condena al ostracismo de los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki (los llamados Hibakusha), con las consecuencias de la bomba marcados en su cuerpo para siempre. En este contexto la presencia de Godzilla como exorcismo brutal para el público japonés de la época era obligatorio.

Godzilla, de turismo por Tokyo por primera vez
La historia es simple: unos barcos desaparecen misteriosamente, unos científicos investigan una isla en los alrededores y allí descubren a una bestia prehistórica de enormes dimensiones mutada por las radiaciones atómicas del Pacífico y que más tarde destruirá Tokio. 
Ishiro Honda, el Kurosawa de la ciencia ficción japonesa (director de los kaiju más destacables de los años 50 y 60) logra darle un tono muy realista al producto acercándolo al documental. El film cuenta con Tomoyuki Tanaka a la producción (ideólogo del proyecto en su búsqueda de un monstruo del impacto de King Kong pero en Japón), el mago de los efectos especiales Eiji Tsuburaya y Akira Ifukube a la banda sonora. El equipo de 4 funciona y funcionará como un tiro en el género proporcionando una edad de oro en el Kaiju durante los años 50 y 60 gracias a la visión tan personal y única de los monstruos. El nivel actoral es más alto de lo normal en un film de este tipo, tenemos al gran Takashi Shimura, habitual de los films de Kurosawa donde interpreta a un paleontólogo de aire derrotista y fascinado por la inmensa figura de Godzilla y su enorme valor científico. Akira Takarada (que se convertirá en un rostro habitual de la saga) y Momoko Kochi interpretan a la pareja de jóvenes enamorados afectados por la tragedia y Akihiko Hirata interpreta al "Tarantiniano" profesor Serizawa, uno de los personajes más interesantes del film envuelto de pesimismo y tragedia (otro personaje afectado físicamente por la II Guerra). Ese acercamiento a la realidad japonesa, el trato de la paranoia atómica entre la población, las alusiones explícitas a los bombardeos americanos sobre Tokyo... es uno de los mayores valores del film y que crece cada vez más a medida que pasa el tiempo. 
La destrucción de Tokyo. Ficción y realidad se dan la mano
La isla de Odo ha sido destruida
El saurio, finalmente, asola Tokyo
El doctor Serizawa parece tener la clave para acabar con Godzilla
Ishiro Honda, prisionero de guerra por los chinos y traumatizado para siempre por el horror de Hiroshima, contagia las imágenes de su experiencia. De hecho, en medio de la escritura del guión del film, en 1954, tuvo lugar el desgraciado incidente del buque pesquero "Dragón Afortunado nº5", donde unos pescadores japoneses fueron atrapados por la contaminación atómica de la bomba H más potente jamás explotada hasta el momento (en el Atolón Bikini) y los pescadores, durante el paso de los años, fueron muriendo progresivamente. La experiencia se incorpora al film y se evidencia sobretodo en los primeros minutos de metraje. Respecto al monstruo, aún me sorprenden las escenas de destrucción del film; sí, es un hombre disfrazado (con la intención inicial de utilizar el stop-motion pero descartado por la premura del tiempo de producción del film), pero la forma en la que está rodado, con esa tensión y ese siniestro blanco y negro el cual da un ambiente de pesadilla, es absolutamente magistral, aumentado con la sensación de gigantismo que da el monstruo con esos andares a cámara lenta, todo obra del mago Tsuburaya (creador posteriormente de Ultraman) y su equipo de efectos especiales quienes se enfrentaron a técnicas nunca antes utilizadas en el país por primera vez por lo que usaron el ensayo-error con los diferentes y limitados elementos de los cuales disponían.
Haruo Nakajima, primera vez en el traje de Godzilla
Todo el film alberga un alto sentimiento de tristeza y dramatismo, potenciado por las numerosas referencias a la destrucción provocada por las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki (un momento del film en donde una madre en medio de la destrucción le dice a sus dos hijos que se van a reunir con su padre, posiblemente muerto en la guerra) y llegando al clímax en este sentido con las escalofriantes escenas en el hospital después de la destrucción de Tokio, con muertos y niños contaminados por la radiactividad calcadas a lo que pasó en la realidad. Momentos así de crudos no se volverían a repetir en la saga la cual se convertiría en algo mucho más "flower-power". Hasta el saurio radiactivo es mostrado más como un pobre animal devuelto a la fuerza a un mundo extraño, despertado de nuevo debido a las bombas atómicas. Sensación acrecentada con su rugido (obra de Akira Ifukube al igual que el sonido de los pasos de la criatura) más parecido a un lamento. Un detalle curioso es que en los primeros bocetos del diseño original de Godzilla, su cuerpo estaba plagado de cicatrices fruto de la bomba atómica así como una cabeza y cuello cuya forma recordaba a un hongo atómico. Estas ideas fueron desechadas aunque recuperadas parcialmente por Hideaki Anno y Shinji Iguchi en Shin Godzilla (2016).

Los efectos especiales, si en algunos momentos resultan sorprendentes en otros han quedado bastante desfasados, como por ejemplo la esperada primera aparición de Godzilla en la isla de Odo en donde el monigote que aparece por cabeza es poco creíble, aunque estos efectos resultaron terroríficos en su momento vista hoy resultan muy entrañables en su artesanía y un ejercicio de detallismo espectacular en las maquetas de la ciudad de Tokio. Y para qué engañarnos, tienen algo que el CGI no es capaz de conservar ni una sola vez desde que el efecto digital hizo el primer acto de presencia: encanto y personalidad.
Foto de rodaje
Raymond Burr en Godzilla, King of the monsters (1956)
El éxito de la película en su país fue espectacular con más de 9 millones de espectadores (superando a Los siete samurais) y junto a Rashomon de Kurosawa fueron los primeros films japoneses en traspasar sus fronteras y estrenarse en Estados Unidos. Tras pasar la versión original japonesa por un circuito reducido de filmotecas y otras salas especializadas, en 1956, EEUU realizó un remontaje poniendo como protagonista a un yanqui como Raymond Burr, y eliminando cualquier crítica a la energía nuclear y a las guerras, y titulándola "Godzilla. King of monsters". Dicho film eliminaba un buen número de secuencias de la versión original japonesa, metiendo con calzador a Raymond Burr en escenas clave (como en la Isla de Odo o las escenas del hospital) haciendo uso de cutres dobles de los actores originales. Un remontaje chapucero pero no exento de diversión y que al menos, denota un interés por crear un montaje justificado e interesante. Por desgracia ésta fue la versión que se estrenó por todo el mundo. En España, a tenor de recortes de periódicos y testimonios parece que tuvimos la suerte de ver el film original japonés. 

Cartel de Cozzilla (1977)
Pero la historia de Japón bajo el terror del monstruo no acaba aquí y es que el film fue objeto de otro remontaje todavía más delirante y bizarro. En 1977, Luigi Cozzi (perpretador de exploits italianos como Contaminación. Alien invade la Tierra) cogió Godzilla: King of the monsters con Raymond Burr (debido a la negativa de la Toho de cederle la versión original japonesa) y la volvió a remontar coloreando sus imágenes a 4 colores con una técnica llamada Spectorama dando un resultado absolutamente alucinógeno. Por lo menos Cozzi fue más respetuoso con el mensaje original del film aunque quizás fue demasiado lejos añadiendo escenas de documentales sobre la bomba atómica dando una imagen muy cruda y gore al film con cadáveres, muertos y demás horror (todo muy italiano) además de una nueva banda sonora con sintetizador. Cozzilla (1977), que es como se llamó al invento, es toda una curiosidad a la que la Toho tildó de "abominación". Como apunte, parte de la banda sonora escuchada aquí fue reutilizada en Zombie 2 (1978) de Lucio Fulci ya que compartían mismo compositor: Fabio Frizzi. Muy curioso.

Pero esto no acaba aquí porque las Filipinas también realizó su propio remontaje del film. En una perspectiva similar a la versión de Raymond Burr, esta versión producida por Cirio Santiago y dirigida por Teodorico C. Santos se quedaba únicamente con las escenas del monstruo de la película original y las metía entre un metraje con actores autóctonos en una nueva trama rodada en Manila.

¡También hubo remontaje filipino!
Un experimento para ver y creer. El film se tituló Tokyo 1960 (1957) y formaba parte de una serie especial de films estrenados en aquellos años en las Filipinas y protagonizados por monstruos atómicos en los que se incluían Tanong Pukik (1956) o Tuko Sa Madre Kawaw (1959). Desgraciadamente, Tokyo 1960 es un film que ha quedado perdido en los confines de los tiempos estando desaparecidas todas las copias de la misma. Una lástima (o no).


Volviendo al original japonés, Japón bajo el terror del monstruo (1954) es una joya a redescubrir y que sorprenderá a más de uno. Un film excelso en lecturas y que gana cada vez más con nuevos visionados. Pacifista en su alegato contra las armas nucleares. Retrato de una época del pueblo japonés que nunca deberían ni deberíamos olvidar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario