CRÍTICAS PELÍCULAS

viernes, 18 de noviembre de 2022

EL DEMONIO (1978)


Desde mediados de los años 60 el cine japonés comenzó a experimentar una lenta pero preocupante decadencia traducido en una disminución en el número de espectadores que acudían a las salas. Uno de los motivos fue el gran auge de la televisión en los hogares nipones. Dicha decadencia provocó que los estudios idearan nuevas maneras de atraer al público. Esto se tradujo en un aumento del cine erótico (como hizo la Nikkatsu con sus Roman Porno) o un creciente nivel de violencia en ciertos géneros, por ejemplo, los yakuza-eiga. Pese a ello, es una época llena de joyas sorprendentes. La década de los 70 en Japón alumbró la que fue una de sus obras más interesantes, perturbadoras y rompedoras: El demonio (1978).

El filme da con una premisa ya de por si llamativa. La antigua amante de un hombre se presenta un día en casa de éste y de su actual mujer, con sus tres hijos y desaparece, abandonando así a los tres niños. Para ella, es una venganza y una forma de darle una lección a este hombre que considera irresponsable. Esta situación inesperada no le gusta nada a la esposa legítima, que empieza a sentir un odio incontrolable hacia los niños y piensa hacerlos desaparecer del todo...

Distribuida por la ShochikuEl demonio (1978) es un drama psicológico perturbador y que logra incomodar al espectador gracias a unas decisiones de guión que ponen en verdaderas tesituras morales a su turbio protagonista. La película pone sobre la mesa temas como el maltrato infantil, las relaciones tóxicas, la irresponsabilidad de unos padres con los niños pagando las consecuencias de sus actos, manipulaciones conyugales...

El planteamiento del filme es siniestro y éste va avanzando de forma brillante llevándote hacia terrenos cada vez más negrizos. Aquí destaca el papel de la pareja del filme. Takeshita, el marido, interpretado por Ken Ogata, de abultada filmografía (La venganza es mía (1979) o La balada de Narayama (1983) de Shohei Imamura) mientras que Shima Iwashita, interpreta a Oume, su esposa. Las dos interpretaciones resultan muy notables en su representación de seres sin escrúpulos. En el caso de Iwashita clava el personaje de esposa tóxica y manipuladora hasta llegar a niveles tétricos, mientras que Ogata resulta sobresaliente en el papel de marido pusilánime y perdedor. Punto y aparte son los niños de la película, que resultan sobrecogedores en su interpretación transmitiendo muy bien al espectador lo que les está sucediendo.

Takeshita es sorprendido un buen dia por una antigua amante.

Como venganza dejará en casa a sus hijos en casa de Takeshita y su esposa.

Su presencia causará el desequilibrio mental de la pareja.

Llegando a límites insospechados...

El filme está rodado de forma elegante y aunque hay vestigios de los tics habituales del cine japonés de los 70 (el uso de los zooms, por ejemplo), resulta imaginativa y trabajada. A la dirección está Yoshitaro Nomura, otro de los grandes nombres de la nueva ola japonesa, director de trabajos tan interesantes como la desafiante Zero Focus (1961) o El castillo de arena (1974). Sin duda Nomura consigue una plasmación macabra de la nueva familia japonesa así como la aceptación o no de la responsabilidad de cuidar a hijos que no son de tu sangre. Nomura consigue una atmósfera oscura y claustrofóbica en la película y llega a su cenit con imágenes tan sobrecogedoras como esos primeros planos de Oume, la esposa, casi sacados de una J-Horror o aquel momento culminante en el acantilado con Takeshita acometiendo o no cierto crimen...

El demonio (1978) es una de las mejores películas japonesas de la década de los 70. Una obra que logra incomodar con un guión potente y asfixiante que pone el foco en los seres menos pensados como son un grupo de niños inocentes, víctimas de la irresponsabilidad y maldades adultas. Aquí no se salva ninguno de los adultos, desde la amante que es capaz de dejar a sus propios hijos a su suerte por una venganza, a una esposa capaz de pensar en el crimen de unos niños hasta llegar al marido putero y manipulable. Una obra que desafía inteligentemente al espectador y que logra mantenerse en el recuerdo.

El filme logró un buen número de premios en su momento destacando los galardones de la Academia de Cine japonés de 1979 para "Mejor actor" (Ken Ogata) y "Mejor Director" para Nomura. Repitiendo mismos premios en los Blue Ribbon Awards 1979. Los galardones para la interpretación de Ogata se repitieron en los Kinema Junpo Awards o en los Hochi Film Awards.


martes, 8 de noviembre de 2022

DEAD FRIEND (2004)


Como se indicó en el análisis de Phone (2002), los primeros años 2000 fueron una etapa de esplendor del cine de terror asiático. Una fiebre que se originó tras el megaéxito de The Ring en Japón y que ocasionó la aparición de cientos de imitaciones que abarrotaron y agotaron el mercado rápidamente. La fiebre se extendió de Japón a Corea, de Hong Kong a China, a Tailandia... En Corea del Sur hubieron varios ejemplos de cine de terror cuya calidad se elevó sobre la media. Uno de estos casos es Dead Friend (2004).

Min Ji-won es una estudiante universitaria que está en tratamiento médico tras sufrir un accidente. Padece de amnesia y de una grave enfermedad cardiaca, y acude semanalmente a la consulta de un psiquiatra sin experimentar ninguna mejoría. Agobiada por la enfermedad y por la compañía de una madre dominante que la espera cada día en una casa sórdida y tétrica, la joven se plantea comenzar una nueva vida en el extranjero. Lo único que le pesa es tener que abandonar a su nuevo compañero de facultad, el único que le apoya y le ayuda a recuperar paulatinamente la memoria de lo sucedido. Al mismo tiempo, algunas de sus antiguas compañeras de instituto están falleciendo en extrañas circunstancias...

Dead Friend no es una gran película de terror, precisamente, pero está cargada de numerosos elementos que la llenan de una gran diversión. No se deja ni uno de los lugares comunes del género, desde la trama enrevesada, en forma de puzzle y que gira en torno a la amnesia de su protagonista, la fantasma melenuda, la ambientación de instituto, el bullying, venganzas de ultratumba y el final sorpresa que nunca te hubieras esperado.

Aún con ello, el filme se hace lo suficientemente entretenido como para aguantar su visionado sin un pestañeo. El reparto es mayoritariamente juvenil y éstos hacen lo que pueden. Un conjunto de caras bonitas pero con poco talento para la actuación que no hacen sino aumentar las dosis de diversión del conjunto.

Min Ji-Won padece de amnesia.

Sus antiguas compañeras de instituto están muriendo en extrañas circunstancias...

Da comienzo un viaje a los recuerdos para tratar de desvelar el misterio.

Uno de los puntos fuertes de Dead Friend es su capacidad para saber dosificar los tiempos y tramos de la misma logrando marear e intrigar al espectador de una manera inteligente. Los momentos de terror son eficientes aunque muchos de ellos son a base de utilizar la imagen sobadisima de la fantasma vengadora de pelo largo. Si bien, hay momentos para el recuerdo como esa vomitera de agua incesante de uno de los personajes que culmina con resultados capilares... 

El desarrollo, basado en como su protagonista, Min Ji-Won va descubriendo el porqué de su amnesia y empieza a cabalgar entre sus propios recuerdos logra momentos interesantes destapando lo que fue un caso de bullying y el posterior suicidio de la joven Su-In, cosa que ha provocado la maldición fantasmal. Aunque no todo es lo que parece... Si Dead Friend sobresale por encima de la media es gracias a su sorprendente (pero de verdad) giro final de guión que la convierten de una pasable cinta de terror en algo más. Un giro final que a mi me pilló totalmente desprevenido y que aplaudí.

Dead Friend no se sale de la linea de otros productos similares cumpliendo punto por punto todos los lugares comunes del género de maldiciones fantasmales, pero es un filme realizado de forma eficiente, con un desarrollo interesante y que logra sobresalir gracias a su final. Un correcto filme de terror salido de Corea del Sur, que aún con su ocasional torpeza, interpretaciones dudosas, algunos efectos de forma que han quedado anticuados... es un ejemplo destacable del terror manufacturado en cadena en Corea para aprovecharse de la moda de las melenudas de ultratumba.