CRÍTICAS PELÍCULAS

miércoles, 15 de enero de 2020

SHIN GODZILLA (2016)


Godzilla (2014), la nueva versión americana del saurio radiactivo dirigida por Gareth Edwards, pese a que levantó cierta polvareda por las escasas apariciones de su monstruo protagonista y otros evidentes errores sí que fue un film que estaba por encima de la media, personal y más en la línea de los clásicos japoneses. Su éxito a nivel mundial provocó que la Toho anunciara, para sorpresa de muchos, que ellos también iban a hacer una nueva entrega de Godzilla. Un film que no tuviera nada que ver con el universo abierto por la última entrega americana. Esto supondría la primera entrega japonesa del monstruo desde el fracaso de Godzilla: Final Wars (2004). Godzilla, por fin, volvía a casa. 

La primera gran noticia fue cuando se anunció quien iba a encargarse del proyecto. Nada más y nada menos que Hideaki Anno y Shinji Higuchi. Higuchi, maestro de los efectos especiales y responsable de los efectos revolucionarios de la trilogía de los 90 de Gamera, un hombre que ha sabido darle una nueva óptica y modernización a los efectos tradicionales del género. Además de ser uno de los creadores (junto a Anno) de Gainax y una de las cabezas pensantes en Evangelion. Como director es responsable, entre otras, de la dupla de films de Ataque a los titanes (2015), de resultados desiguales. Hideaki Anno es un caso aparte, una figura única e increíblemente personal. Responsable de Neon Genesis Evangelion (1995) serie anime sobre el que se han vertido ríos de tinta y que supuso un antes y un después en el mundo de la animación japonesa, una serie inagotable y fascinante (The end of Evangelion (1997), film que remataba la trama de la serie, es toda una obra maestra). Sus trabajos tienen un estilo muy peculiar y marcado. Ha dirigido films de imagen real como la interesantísima Ritual (2000)

La Toho le propuso el proyecto de Shin Godzilla a Hideaki Anno justo cuando éste estaba pasando por una de sus depresiones tras acabar con Evangelion 3.33 You are not redo (2012), pese a que rechazó inicialmente la oferta, la acabó aceptando al enterarse de que su amigo (desde los años 80) Shinji Higuchi también estaba dentro del proyecto. En palabras de
Anno: “encargarse de Shin Godzilla y dejar temporalmente Evangelion, me salvó”. Con estos dos directores al frente, la nueva entrega de Godzilla iba a ser cuanto menos interesante y diferente a lo acostumbrado.
 
Un servidor pudo ver Shin Godzilla en el Festival de Sitges 2016, en pleno Auditori Melià (con la impresionante calidad de imagen y sonido que eso supone). Admitámoslo, se convirtió en una de las sesiones cinematográficas mas orgásmicas que he podido vivir. Un fan de Godzilla, de un género tan minoritario y que de repente ve una cola interminable de gente para asistir a la última producción japonesa del saurio radiactivo es cuanto menos emocionante y más al ver que hasta había gente sentada en los pasillos de la sala. Espectacular. El ambiente ayudó, por supuesto.

Algo se avista en la bahía de Tokyo
¿Los dirigentes estarán a la altura?

La criatura toma tierra y siembra el terror

Godzilla va evolucionando
Entrando en materia, Shin Godzilla (2016) me ha roto todos los esquemas. Esta nueva entrega supone muchas particularidades. Un film (por primera vez en la saga) que es un completo reboot que no tiene en cuenta ninguna de sus entregas previas. Japón se enfrenta a la amenaza de Godzilla por primera vez y en la actualidad. Shin Godzilla rompe con los patrones del género y los renueva totalmente en una estrategia arriesgada. Este Godzilla no tiene nada que ver con los anteriores, hecho que espantará o se amará por igual. La trama se inicia con una misteriosa erupción submarina la cual pone en alerta al gobierno japonés quien ve impotente como de la bahía de Tokio aparece una criatura grotesca que empieza a destruirlo todo.
Uno de los puntos más destacables de la presente cinta es que recupera a Godzilla (y de forma más explícita que nunca) como metáfora y simbolismo para retratar los problemas del Japón actual y de su gobierno. 

La tragedia de Fukushima en 2011 y la pobre respuesta del gobierno para resolver el desastre sirven de contexto para Shin Godzilla al igual que las bombas de Hiroshima lo hicieron para la original Japón bajo el terror del monstruo (1954). Dicha propuesta hace que el film sea el más político y burocrático de la saga y con mucha diferencia. Parte de culpa de la óptica tan singular del film es obra de Hideaki Anno quien imprime a la presente entrega de sus habituales obsesiones y estilo. Inicialmente, Shin Godzilla incluía una love story entre dos personajes abandonados en medio del desastre. Dicha parte ciudadana fue cortada por lo sano por Anno quien hizo un mayor énfasis en la ambientación de despacho.

La parte política es el aspecto más arriesgado y peliagudo del film ya que se tiene que poner mucho de tu parte para aceptar si entras o no en el juego que propone el film. Una propuesta que provocará fascinación o rechazo a partes iguales y ya explorada en el Godzilla de 1984 pero llevada, en esta ocasión, al límite. Todo esto hace que un 80% del film está narrado entre pasillos y despachos, con docenas de personajes diferentes disparando diálogos a velocidad de vértigo, a mil planos por segundo e intertítulos por doquier… 

De hecho, Hideaki Anno, influenciado por los diálogos de films como La red social (2010), amenazaba a los actores que o recitaban sus frases más rápido de lo normal o se vería obligado a cortar sus escenas. Un estilo narrativo que el que esté acostumbrado al estilo de Anno aceptará sin demasiados problemas, aunque agobiará al público en general. Dicha parte política sirve para que el film critique e ironice sin tapujos a la inoperancia del gobierno japonés engullido por la lentitud de la burocracia y repleta de viejos dinosaurios acomodados que mantienen en la sombra a un equipo joven y renovador a los cuales no se les da ninguna oportunidad. Esta crítica provoca que se plasmen momentos calcados a la realidad de 2011 como el del primer ministro japonés anunciando a los medios que la bestia gigantesca no tomará tierra cuando a la vez el monstruo está destruyendo la ciudad. Un aire paródico que rodea tanto a las decisiones políticas como al aspecto de chichinabo de la primera forma de Godzilla y que ocupan la primera parte del film. 

Una vez llegamos al epicentro del metraje nos adentramos en terrenos cada vez más serios y donde se tratan conceptos fascinantes: pesadillas del pasado, el espíritu del intervencionismo americano, la dependencia de Japón frente a los EEUU... Fukushima, Hiroshima y la posibilidad de la caída de una tercera bomba atómica en Tokyo son temas que aborda el film y resultan apasionantes dejando frases demoledoras en este sentido: “La confianza y orgullo del gobierno imperial japonés provocó la muerte de miles de personas en la II Guerra Mundial”. Godzilla en este film se aparta de todo lo visto anteriormente (y tras 30 películas se agradece), ya que el monstruo no solo demuestra tener nuevos poderes destructivos (ahora sus rayos radiactivos también le salen de su espalda) sino que va evolucionando a lo largo de la película adoptando diversas formas. 

Godzilla en su fase final, indestructible
Nada funciona contra la bestia

Godzilla reduce la ciudad a cenizas


Los jovenzuelos piensan un plan que puede funcionar

Rascacielos sobre el monstruo

¿Y ahora qué?
Que el monstruo evolucione (idea una vez más de Hideaki Anno) provocó los rechazos iniciales de la Toho. Godzilla, fruto una vez más de la contaminación radiactiva, es plasmado de una forma muy interesante ya que es una criatura que va mutando dependiendo de la situación a la que se enfrente. Desde una primera forma submarina (la cual únicamente vislumbramos su cola) a una criatura grotesca con cabeza de anguila y con dos patas hasta pasar a una versión reducida del saurio radiactivo con una piel casi en carne viva, similar a un feto recién nacido hasta finalmente acabar al Godzilla que todos conocemos (es el más grande de la saga con 118 metros de altura). Y aun se deja la puerta abierta a que ésta puede que no sea su última evolución (¿alguien comenta que puede desarrollar alas?).

El diseño de Godzilla en esta ocasión es radical, monstruoso, demoniaco e irreal. Diseño que ha causado disgusto o fervor a partes iguales y que mira directamente a los orígenes del saurio radiactivo y a una de las primeras ideas de Ishiro Honda y Eiji Tsuburaya en el que se propuso que el cuerpo del monstruo estuviera plagado de cicatrices producidas por la bomba atómica además de un cuello alargado y de una cabeza pequeña como si fuera un hongo atómico para rememorar explícitamente la
amenaza de la gran bomba. 
Primeros bocetos desechados en 1954 pero recuperados en toda su gloria en 2016. Godzilla es representado como un ángel de la destrucción caído en nuestra civilización. Un castigo divino indestructible que surge por los pecados de una sociedad frente a su uso de las energías atómicas y destructoras con el medio ambiente. Un sentido que dota de gran fuerza a la figura del saurio (hay un momento glorioso en el que hay manifestaciones a favor de Godzilla y su justicia divina y destructora). Una seriedad y poder indestructible que no se le poseía desde quizás los albores de la serie en 1954, cosa que se agradece.
 
Otro motivo que rompe más que nunca con el género es que por primera vez en la historia, Godzilla no es un hombre disfrazado, sino una creación digital realizada de forma impecable. En este sentido los efectos especiales superan todo lo visto anteriormente en la saga llegando a momentos espectaculares (pese a las escenas paródicas, algo risibles, aunque grotescas, de la primera versión de Godzilla atacando la ciudad). La visión de la destrucción en este film consigue que cada plano con los monstruos sea impecable e inéditos en la saga. Desde las primeras escenas de destrucción (calcadas al tsunami de Fukushima), hasta pasar al ataque del Godzilla adulto en Tokyo con las fuerzas de defensa atacando al monstruo con una constante obsesión de retratar la enormidad del monstruo. 

Punto y aparte es hablar de la escena nocturna del film en Tokyo, absolutamente GLORIOSA y en la que es sin duda la culminación de Godzilla como dios de la destrucción y a 62 años de películas. Godzilla desplegando su aliento radiactivo sobre Tokyo destruyéndolo todo a su paso es el momento álgido del film y de la saga del saurio. La vieja guardia política muere abrasada por Godzilla lo que provoca que la sangre fresca se encargue de solucionar la crisis. Así, el clímax final con el ataque definitivo hacia Godzilla es brillante, descerebrado y divertidísimo con rascacielos cayendo sobre la bestia. Como curiosidad, la manera en que congelan a Godzilla es calcada a cómo apagaron el reactor nuclear de Fukushima.

Realidad y ficción se dan la mano









Finalmente Godzilla acaba congelado, como una estatua en medio de Tokyo, como recuerdo de un problema que aun persiste, cual reactor nuclear en Fukushima cuyo peligro es aun latente pese a la censura informativa al respecto del gobierno japonés. A nivel interpretativo ningún actor sobresale excesivamente por encima del resto debido al tratamiento coral del film. Pero podemos destacar a Hiroki Hasegawa como joven político que se enfrenta a la crisis. Satomi Ishihara, interpreta a la representante de EEUU en Japón con un inglés macarrónico y aspiraciones políticas de ciencia ficción (aunque con espectaculares y agradecidos atributos físicos). La música mezcla temas originales de Akira Ifukube (que siempre funcionan como un tiro y resultan emocionantes para el fan), magnificas partituras solemnes con coros angelicales además de otros temas rockeros o electrónicos convirtiéndose en un batiburrillo algo confuso pero estimulante.

El film no esconde guiños a la saga. Los primeros segundos del film son calcados a Japón bajo el terror del monstruo (1954). El logo clásico y original de la Toho que podemos ver al inicio se rehízo para la ocasión. Y se cogen directamente sonidos y scores musicales de la saga dándole un tono extraño y retro. La tercera evolución de Godzilla (en la que es la versión reducida del monstruo) toma el rugido original de Japón bajo el terror del monstruo (1954) además de modernizar la escena del primer ataque de la bestia a Tokyo (incluso con la misma música y el mismo plano de gente aterrada!!!).

El misterioso plano final del film
Y llegamos a uno de las aspectos más fascinantes del film y es el personaje del científico Goro Maki (mismo nombre que el periodista de Godzilla de 1984). Personaje que no aparece en todo el film y que parece haberse suicidado al inicio del metraje. Y aquí lanzo una de las teorías del film: ¿El sacrificio/suicidio de Goro Maki es el detonante de la aparición de Godzilla? ¿És el científico uno de los organismos de los que forma parte Godzilla?
 
Otra caso aparte es el último y misterioso plano del film donde podemos ver como de la cola de Godzilla surgen criaturas extrañas con apariencia humanoide. La posible teoría es que si Godzilla va evolucionando a partir del ambiente en el que se tiene que enfrentar y una vez vencido por la humanidad parece que el monstruo puede evolucionar a un ejército de pequeñas criaturas humanoides. Un concepto muy interesante y que espero exploren en futuras entregas. Los aspectos negativos del film por supuesto varían en la forma en que entres o no en el juego que proponen Anno e Iguchi. El nivel de información es abrumador y el ritmo del film agobiante para el espectador no preparado por lo que su visionado puede tornarse excesivo y agotador.

En resumen, Shin Godzilla (2016) supone una sorprendente modernización del monstruo y que rompe y renueva los patrones clásicos del género con un ritmo abrumador desde el minuto 1, recuperando poder crítico y metafórico frente a la situación política del Japón actual presentando a un Godzilla totalmente renovado y que vuelve a infundir terror. Una propuesta arriesgada no exenta de puro espectáculo destructivo, critica y parodia política. Un film único, más japonés que nunca.

Shin Godzilla (2016) conectó a la perfección con el público japonés siendo el taquillazo del verano en su país y que con aproximadamente 5,7 millones de espectadores (cifra que no se alcanzaba desde 1964 con Ghidorah, el dragón de tres cabezas) se ha convertido en el film más taquillero de la saga, con 80 millones de dólares. Datos espectaculares. Además de haberse vendido a una cifra récord de más de 100 países a lo largo del mundo es la primera película de Godzilla en los últimos 37 años en estrenarse en cines españoles (aunque de forma muy limitada), desde 1980 con Galien el monstruo de las galaxias ataca la Tierra. En los premios cinematográficos japoneses salió claramente vencedora llevándose 7 premios incluyendo los más importantes en un certamen de estas características; “Mejor director” para Anno e Iguchi y “Mejor película”.

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