CRÍTICAS PELÍCULAS

miércoles, 29 de enero de 2020

THE HUNGRY LION (2017)

El cine japonés siempre ha tenido una especial predilección por tratar la problemática adolescente y su cinematografía nos ha dado ejemplos de una alta calidad en este sentido como Todo sobre Lily (2001), Linda Linda Linda (2005) o Confessions (2010) por citar algunos títulos. Films cuyas obsesiones (el acoso escolar, la violencia juvenil, la incertidumbre del futuro, la gran brecha generacional entre adolescentes y padres o el uso de las nuevas tecnologías) son piedra común en el genero.
The Hungry Lion (2017) o "Ueta Raion" en el original japonés, es el cuarto film del director de cine independiente Takaomi Ogata. Ogata en sus anteriores trabajos ya había denotado un interés por la problemática adolescente e infantil además de cargar a sus films de una carga crítica social importante. Ya en su obra debut, Never Ending Blue (2011), trataba un tema escabroso como el abuso infantil o el desamparo de unos niños abandonados por su madre en Sunk Into the Womb (2013).
En The Hungry Lion, Ogata da un paso más allá llevando, esta vez, a su cámara a las aulas de un instituto cualquiera y cual espía observa la realidad social actual en torno al uso del móbil, las redes sociales y el abuso hacia la figura de la mujer en Japón.
El film da comienzo con la detención de un profesor de secundaria acusado de acostarse con una menor. El vídeo sexual de dicho profesor con la alumna comienza a correr entre los móbiles de los alumnos y es cuando empieza a extenderse el rumor de que la chica del video tiene un parecido muy cercano a una compañera de clase, Hitomi. Los falsos rumores y las acusaciones irán destrozando la vida de la adolescente.
The Hungry Lion (2017) es un film bien interesante y con muchos valores. Primero, destaca la forma
en la que está plasmada la historia, con escenas de plano fijo con la cámara colocada de tal manera que nos hace sentirnos espectadores ocultos de lo que acontece viendo las intimidades y el día a día en las aulas de la escuela o en la casa de Hitomi. Una opción visual austera y sin apenas movimientos de cámara que resulta lógica con el fondo que toca el film: el uso cruel y desmedido de las redes sociales, los vídeos virales o el cyberbullying además de nuestro papel como espectadores pasivos de estos hechos "cotidianos" (por desgracia) y donde tendemos a no hacer nada. En ese sentido el film logra crear un equilibrado y escalado aumento de tensión e incomodidad ayudado por esta opción de planos y que crea momentos efectivos como ese plano escalofriante y fijo de un coche donde se está produciendo una agresión sexual grupal en su interior sin que la veamos.

Un buen día, la policía detiene al profesor de un instituto por grabarse en pleno acto sexual con una alumna. Menudo.

Empieza a extenderse el rumor de que Hitomi es esa alumna.


Los cuchicheos, las acusaciones y las humillaciones sexuales acabarán destrozando a la pobre Hitomi
El film critica sin tapujos el uso cruel de las nuevas tecnologias las cuales sirven como un altavoz más potente a una problemática ya de por si presente desde tiempos inmemorables como es el papel de la mujer japonesa y el abuso de su figura. El personaje de Hitomi (una muy correcta interpretación de Urara Matsubayashi) es acusada de ser la protagonista del video sexual, a pesar de la negativa de ella los rumores comienzan a extenderse como la pólvora afectándola no solamente en su clase sino en su propia casa. El vídeo se hace tan viral que acaba llegando hasta a los institutos de los alrededores. Tal situación provoca la destrucción progresiva de Hitomi. Nadie la cree ni nadie ofrece su ayuda frente a tal situación de exposición y humillación sexual.
Estos hechos hacen que Hitomi parezca que se haya convertido en un mero objeto sexual sin alma a
la vista de los demás (su novio la lleva primero a la sección porno de un videoclub para después intentar grabarla con su móbil manteniendo relaciones sexuales) hasta llegar a la agresión sexual perpretada por los amigos del novio de Hitomi. Hasta la pareja de su madre divorciada hace el truco de recoger algo del suelo para mirarle las bragas a la adolescente bajo la mesa. Los directores de la escuela tampoco parecen muy empáticos aconsejándola que deje de ir al instituto durante un tiempo hasta que se relaje el tema (momento que me recordó al excelente film coreano Princesa (2013)). La destrucción personal de Hitomi llega a su clímax con su suicidio. Pero donde el film acabaría normalmente aquí, Ogata continua más allá criticando además el papel de los medios de comunicación siendo meras sanguijuelas que empiezan a dedicarse a acosar a la familia de la adolescente y a sus compañeras de clase siendo Hitomi protagonista de rancios debates donde intentan buscar una explicación al suicidio de la adolescente (culpan hasta a la madre de Hitomi del suicidio de su hija debido a que tenia novio a pesar de estar divorciada). El ritmo del film cambia en este punto presentando imágenes de programas de TV, imágenes virales y de social media. Eso si, el director no pierde la oportunidad de torcernos el morro con un plano final surrealista y confuso que da otra perspectiva a toda la historia (o la lía innecesariamente) incidiendo en esa idea de "la mirada".
En el apartado actoral hay mucha cara desconocida pero podemos ver a una cara habitual como Mariko Tsutsui, quien hemos podido ver en films como Llamada perdida (2003), Harmonium (2016), Antiporno (2016) o en JAM (2018) de SABU.

The Hungry Lion (2017) es un film pequeño, bien interesante y curioso, donde y en tan solo 78 minutos se desgrana la sociedad en la que vivimos. Una sociedad machista y enferma que no tiene problema en llevar a la destrucción a una adolescente por un rumor falso usando las redes sociales como altavoz.
Además desde una óptica sin aspavientos, con un uso excelente del plano fijo y una carga critica elevada e interesante.

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