CRÍTICAS PELÍCULAS

miércoles, 8 de enero de 2020

GODZILLA VS MECHAGODZILLA (1993)

Desde Godzilla contra King Ghidorah (1991), el personaje estaba viviendo una segunda edad de oro y un nivel de popularidad en Japón impecable. Tanto, que se volvió a retomar el proyecto de una versión americana del monstruo radiactivo, por lo que Godzilla vs MechaGodzilla (1993) se planteó como el final de la saga (y la muerte del monstruo), aunque diversos motivos como el constante retraso de la pre-producción de la entrega americana y que al mismo tiempo Godzilla, en Japón, era una máquina de hacer billetes para la Toho, hizo que la Serie Heisei continuara hasta 1995. Repite Takao Okawara en la dirección, recuperando a otro de los monstruos más queridos por los fans, MechaGodzilla, esta vez al servicio de las fuerzas del bien para vencer a la amenaza de Godzilla.
El concepto por el que partieron era muy sencillo, simplemente ofrecer la entrega de Godzilla más espectacular como humanamente se pudiera. Y Godzilla vs Mechagodzilla (1993) es simplemente eso, el más épico, espectacular y asombroso capítulo hasta el momento, con batallas entre monstruos por doquier (el primer kaiju aparece a los 10 minutos y desde ahí es una escalada constante) más destrucción masiva. Preocuparse únicamente por esto hace que el guión se deje de lado por completo, evidenciando un cansancio de la Serie Heisei que se iría acusando en las dos posteriores entregas contando con una cierta repetición y dejadez.
Se recupera el concepto de la monster mash, el de reunir en un mismo film a todos los monstruos posibles; 4 en este caso (Godzilla, Baby Godzilla, Mechagodzilla y Rodan).
Los personajes muy poco tienen que aportar, y por desgracia se recupera el elemento del comic relief o alivio cómico (tan presente en las entregas penosas de los años 70), un personaje protagonista patán y torpe que en teoría tiene que hacernos gracia.
Si no tuvimos suficiente con Minya (el hijo sesentero de Godzilla), aquí nos presentan a un nuevo vástago del monstruo, llamado simplemente Baby. Aunque no esté demasiado bien a nivel técnico, resulta menos amorfo y desagradable y más simpático que el anterior, aunque no evita protagonizar algún que otro momento infantil. Otro ejemplo de la dejadez a nivel de guión es el plan de matar a Godzilla, describiendo que tiene dos cerebros (uno de ellos prácticamente en el culo) y que con destrozar uno de ellos bastará para matar a la bestia.
Baby Godzilla no es tonto y muestra sus encantos a la enfermera de buen ver
Papá Godzilla está que trina

El film no escatima en batallas

La lucha final es espectacular
Akira Ifukube vuelve a hacer un trabajo impecable en la banda sonora aunque ya acabe cansando escuchar el “Godzilla Theme” cada vez que la bestia aparece, creando un efecto hasta paródico (aunque es obligado ponerlo, claro). Rodan, no deja de ser un muñecote alado algo más deslucido que el aspecto que tenía en la clásica Los hijos del volcán (1956) pero sorprende al presentar nuevas habilidades.
Si nos ceñimos a nivel de espectacularidad, efectos especiales y diversión monstruosa, ésta es la entrega perfecta de Godzilla. Y los combates son espectaculares, llegando al clímax en una batalla final donde el espíritu de Rodan se ha fusionado con Godzilla (sí, como oís) aumentando el poder de Godzilla a un nivel que ni Gokuh en Super Saiyan.
Godzilla vs Mechagodzilla (1993) ya denota cierto cansancio, se repite y el guión es más fino que el papel de fumar, pero ofrece un nivel de diversión y espectacularidad incomparable hasta el momento, perfecto para apagar el cerebro y disfrutar. Nuevo exitazo para la saga, con 3,8 millones de espectadores. A nivel de taquilla, Godzilla aún funcionaba a las mil maravillas.

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