Vic es una pequeña ciudad a unos 60 kilómetros aprox. de Barcelona y es un lugar que siempre llevaré en el corazón ya que fue allí donde realicé mis estudios universitarios de Comunicación Audiovisual. No solamente eso, sino que durante el último año de carrera pude vivir en la misma ciudad con otros tres compañeros de clase. La de historias que os podría contar y que guardan sus calles en secreto.
En un caluroso 16 de julio de 2016, mi pareja y yo nos dirigimos rumbo a Vic a visionar varias de las películas de la presente edición así como de disfrutar un poco de la ciudad. La edición de este año, además, tenía un plus bien especial para mí ya que la retrospectiva era dedicada al cine Kaiju para lo que proyectaron varias gemas del género (como Los monstruos del fin del mundo o Gappa) además de sacar un libro dedicado al tema: Kaiju! Cuaderno de campo (para el cual pude ser uno de los mecenas en su campaña de crowdfunding).
Kaiju! Cuaderno de campo es una obra excelente y bien rigurosa sobre el género el cual se diferencia de otros tomos relacionados con el tema plasmando a las diferentes criaturas como si de un cuaderno biológico se tratara analizando 10 de las criaturas más significativas del género explicando no solamente sus características físicas sino su historia y apariciones cinematográficas. El análisis se completa con la crítica de una de las películas más representativas de la criatura. Tras el análisis a los 10 kaijus escogidos (hay espacio para los más conocidos como Godzilla y Gamera o las ovejas negras de la familia como Guilala o el Frankenstein japonés) podemos encontrar reportajes muy interesantes sobre temas varios, desde un recorrido por la vida de Eiji Tsuburaya (por parte de Octavio López y Jonathan Bellés), el impacto de Godzilla en el merchandising o un imprescindible artículo por parte del erudito Domingo López descubriéndonos auténticas rarezas Kaiju de países como Corea, India, Filipinas o Tailandia. El tomo coordinado por Eduard Terrades, Carles Gañarul y Domingo López con excelentes dibujos de las criaturas por parte de Ganya se hace muy ameno, interesante y de excelente presentación y apartado visual.
Nos dirigimos al cinema Vigatà y al entrar al hall me embargó una sensación de cómoda familiaridad. Carteles con las películas que se proyectarían en el festival, una maquinita retro de videojuegos, además de varios stands con libros, películas o fotocromos originales de cine. Tras adjudicarme otro libro sobre el Kaiju (Lucha de Gigantes) nos introducimos en la sesión matinal que era nada más y nada menos que Gamera: Guardián del Universo (1995). El revival de la tortuga gigante realizado por Shusuke Kaneko, la cual fue el pistoletazo de salida a una trilogía que iría de menos a más convirtiéndose en la cima del género.
En el film que nos ocupa, una embarcación que lleva un cargamento de plutonio choca con un gran atolón en mitad del océano Pacífico. Segundos después, los horrorizados tripulantes observan como el atolón se aleja lentamente por sí mismo. Mientras, en la isla Himegami, un grupo de biólogos que investigaban una nueva especie de pájaro desaparecen junto a la aldea pesquera en la que residían. Ésta Guardian del Universo, se beneficia de un tono ligero y con ritmo ayudado por unos personajes carismáticos y una estructura que nos va enseñando poco a poco a las bestias. Con escenas excelentes (la trampa a los Gyaos en el estadio de beisbol o esa batalla final en Tokyo) nos demuestra un film que aunque sus efectos especiales se resientan en determinados momentos, es una reactualización del monstruo a los nuevos tiempos con seriedad y buen hacer. Un film de estética espectacular, de ritmo ágil, fresco y con muchas ideas y sanas intenciones borrando de un plumazo todo atisbo de cutreza e infantilismo visto en los films de la saga en los años 60 y 70. Una sesión que disfruté enormemente de no ser por unas personas que estaban en la fila de adelante y que no paraban de hablar y reír ruidosamente.
Tras este fascinante encuentro entramos en la sala dispuestos a ver Baaghi. Os he de confesar que hasta el momento mi experiencia con el cine procedente de la India es bastante mínimo. De hecho, hasta la fecha solo había visto la monumental Baahubali: Part 1 (2015), y porque formaba parte de una maratón de 5 películas en el Festival de Sitges 2015. Los prejuicios frente a ese cine (la abundancia de bailes y música, la interminable duración de sus películas... me tiraban para atrás) me hicieron cometer el error de no explorar esta cinematografía tan fascinante. Menuda sorpresa me llevé con Baaghi. El film sigue las aventuras de Ronny, un joven algo rebelde que acaba en una escuela de artes marciales para aprender así algo de disciplina. Hasta que un día cae rendido por los encantos de Sia, pero los problemas empiezan cuando unos maleantes asesinan a su maestro marcial.
Baaghi (2016) sigue la tradición del cine de Bollywood de concentrar en 2 horas y media las máximas sensaciones posibles en su metraje: trama romanticona, traiciones, humor, bailes, coreografías espectaculares y acción exagerada e impresionante. El film se divide en dos partes bien diferenciadas pero que funcionan como un tiro. En su primera mitad, la menos interesante para el fan de la acción, se concentra en escenas de humor, romance y entrenamiento marcial que me hicieron recordar los mejores momentos de films de la Shaw Brothers como La serpiente a la sombra del águila (1978). Baaghi nos descubre al que es el héroe definitivo del cine de acción, la perfección humana absoluta. Si Nietzsche fabulaba sobre el super-hombre creo que habría pensado en alguien como Tiger Shroff. El chico baila a la perfección, actúa de forma más que eficiente, rezuma carisma por sus poros… y mete unas hostias titánicas. Las escenas de acción de Baaghi están excelentemente coreografiadas y bien dosificadas en el metraje hasta llegar al clímax final del film (ese que más la emparenta con The Raid) con Tiger, solo contra toda la banda criminal en un edificio donde cada planta funciona como niveles de un videojuego hasta llegar al malo final. Todo sea por recuperar a su amor secuestrado.
Tras esta fabulosa experiencia y tras jugar un par de partidas a las "maquinitas" en el hall del Vigatà nos despedimos de este festival tan especial. Muy buenas sensaciones me ha dejado este día y con la promesa de volver todas las ediciones que buenamente se pueda.
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