CRÍTICAS PELÍCULAS

lunes, 7 de diciembre de 2020

PULGASARI (1985)


La realidad supera a la ficción. Las experiencias tras Pulgasari (1985) son de sobra conocidas por el cinéfilo de pro. Kim Jong-Il, el amado ex-líder de Corea del Norte, fallecido en 2011 y padre del actual líder Kim Jong-Un era todo un amante del cine. No solamente escribió un libro sobre el tema en 1978 ("Sobre el arte del cine"), disponía de una colección privada de miles de títulos con mucho cine americano (vivan las paradojas), fantasía, kaiju y demás sino que se puso como objetivo primordial regenerar la industria del cine norcoreano. Con el ánimo de conseguir un nuevo Hollywood comunista en el país, Kim Jong-Il ideó un plan a primera vista perfecto. Secuestró a Shin Sang-Ok, uno de los más destacados directores de los vecinos de Corea del Sur y a su mujer, la actriz Choi Un-hee. La pareja, en Corea del Norte, fueron obligados a rodar numerosos films propagandísticos. Uno de esos proyectos fue el de Pulgasari. El propósito de querer rodar un Godzilla norcoreano para transmitir los ideales comunistas era una idea demasiado potente para dejarla pasar. Pulgasari ya fue objeto de una versión cinematográfica en Corea del Sur en 1962 aunque a día de hoy permanece desaparecida, por desgracia. Únicamente sobrevive algún cartel promocional del film. El Pulgasari norcoreano se convirtió en un pequeño clásico por toda su historia tras la producción de la misma. Una historia bastante más interesante que la calidad del film en cuestión.

El desaparecido Pulgasari de 1962
El film cuenta las desgracias de un pueblo sometido a las tiranías de su rey en la época feudal coreana. Un granjero moribundo en plena prisión construye con la ayuda de arroz y barro una figurita de un monstruo el cual cobrará vida con la sangre de una muchacha virginal. El monstruo irá creciendo más y más debido al acero que utiliza como alimento y ayudará a los insurrectos a luchar contra el rey y su ejército opresor.

Pulgasari (1985) contiene numerosas deficiencias de carácter técnico, supongo que lógicas contando las limitaciones a las que se vio su director para enfrentar la producción con escenarios muy teatrales, interpretaciones grotescas, fallos de raccord o iluminación. Si bien es de destacar que aún así, conociendo el historial tras el rodaje, destacan las intenciones del film aún a pesar de las dificultades y tensión. Todo el film da un vuelco, técnicamente hablando cuando Pulgasari hace su aparición en versión gigantesca. Si las escenas iniciales con los personajes humanos hacen parecer al film una producción de los 60, las escenas de destrucción y acción monstruosa ya parecen más acorde a su tiempo. Esto es debido a que todo el equipo de efectos especiales de la Toho trabajaron en el film, donde participaron gente como Teruyoshi Nakano, quien se encargó de films de la saga Godzilla (recién habían acabado Godzilla de 1984, el reboot del saurio radiactivo). Y dicha experiencia técnica se nota y mucho. Como anécdota, las escenas con el pequeño Pulgasari estuvieron interpretadas por Little Man Machan, quien estuvo bajo el disfraz de Minya en El hijo de Godzilla (1967). Y Pulgasari, en versión adulta, está interpretado por Satsumiro Tetsuda, el cual estaba bajo el disfraz de Godzilla en la era Heisei (1984-1995). 

El monstruo tiene un diseño bastante imponente con un expresivo rostro de diabólicos cuernos (y que resultó toda una inspiración para Colossal (2016) de Nacho Vigalondo) y protagonizando potentes escenas a nivel visual como ese resurgir en la montaña con una infernal luz roja proyectándose sobre la bestia. Más allá de su aparente invencibilidad no presenta muchos poderes más allá de su capacidad para tragarse las bolas de fuego del enemigo y devolvérselas a escupitajos.

Si analizamos el argumento (todo y que la historia de Pulgasari está basada en una leyenda del folklore coreano) es evidente que tiene muchas similitudes con el film Daimajin (1966) de la Daiei la cual ya mezclaba la temática Kaiju en una época feudal y donde el monstruo se enfrentaba a un gobierno tiránico. Aunque es gracioso intentar ver un alegato comunista y a favor del régimen en Pulgasari ya que la historia apunta precisamente a lo contrario, a la insurrección del pueblo en contra de su malvado líder pero al parecer Kim Jong-Il no lo supo ver.

En la Corea feudal, el pueblo las pasa canutas.

Intentadlo en casa. Una figurita de barro con arroz cobra vida en forma de monstruo.

Pulgasari es simpático pero va creciendo. Su alimento: el acero.

El monstruo, ya de proporciones gigantescas, ayuda a los insurrectos a luchar contra el tiránico gobierno.

El resultado os lo podéis imaginar.

Pulgasari (1985) es doblemente disfrutable a pesar de sus evidentes deficiencias: por su historia tras las bambalinas y por la curiosidad de ver un Godzilla a la norcoreana. A su favor hay que decir que el monstruíto aparece casi desde el principio y resulta divertido ver como el kaiju ayuda a los insurrectos coreanos en pleno combate contra el malvado y dictatorial rey. Los efectos especiales son correctos a pesar de algunos matte shots muy cantosos y los momentos de destrucción y batallas resultan trabajadas con cientos y cientos de extras coreanos dispuestos a participar en el proyecto como honra a su patria. Un film mínimamente entretenido, que no destaca precisamente por sus interpretaciones, siendo éstas muy exageradas (influenciadas por el teatro tradicional del país seguramente) y unos decorados en el poblado de los personajes propios de un cine prehistórico. A pesar de todo curiosa propuesta.

Kim Jong-Il junto a Shin Sang-Ok y Choi Un-Hee.
¿Como acabó el entuerto con Shin Sang-Ok y Choi Un-Hee? La pareja siguió dirigiendo films en Corea del Norte un par de años más. Kim Jong-Il se encontró muy satisfecho con Pulgasari y lograron convencerle de presentar la película en festivales europeos para dar más visibilidad así al cine del país. En un viaje a un festival cinematográfico en Viena, la pareja aprovechó un despiste de sus guardaespaldas para coger un taxi y a toda prisa pedir asilo en la embajada americana. Una historia de película. Shin Sang-ok siguió dirigiendo aunque ya en Estados Unidos trabajando en cosas como 3 ninjas peleones (1995). Como enorme curiosidad, Sang-ok dirigió en EEUU una nueva versión camuflada de Pulgasari y llamada La leyenda de Galgameth (1996) donde el argumento era muy similar.

Si estáis más interesados en dicho culebrón os recomiendo enfervecidamente el documental The Lovers and the Despot (2016) donde se relata con pelos y señales (grabaciones ocultas de la pareja al dictador incluídas) toda la odisea de Shin Sang-Ok y Choi Un-Hee en Corea del Norte. El film podía disfrutarse en Netflix

Muy curiosa foto de rodaje.

Por otro lado, los franceses idearon la miniserie Kim Kong (2017) que no era sino un homenaje con mucho cachondeo de todo lo que pasó tras el rodaje de Pulgasari donde un cineasta francés es secuestrado por el gobierno de Corea del Norte y obligado allí a rodar una película sobre King Kong. 

Pulgasari (1985) se mantuvo desaparecida durante bastantes años y no fue hasta 1998 cuando ya pudo ser vista en occidente. Y como última anécdota. El técnico en efectos especiales de la Toho, Teruyoshi Nakano, por lo visto un día comentó en broma en el rodaje que echaba en falta cerveza japonesa. Al día siguiente Nakano se encontró en su habitación de hotel una nevera entera repleta de cerveza.

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