CRÍTICAS PELÍCULAS

martes, 1 de diciembre de 2020

GODZILLA: THE PLANET EATER (2018)


La trilogía animada de Godzilla, distribuida en todo el mundo por la todopoderosa Netflix, ha levantado polvareda y polémica entre los fans del saurio. La causante: su tono frío, historia a primera vista aburrida y pretensiones filosóficas que la alejan totalmente del espectáculo festivo de monstruos gigantes y destrucción. Dichas pretensiones más complejas y profundas las cuales rompen con cualquier expectativa hacia un producto de carácter más clásico es precisamente lo que, a opinión personal, la ha hecho muy interesante por resultar inédito y diferente en la larga serie del saurio.

Una trilogía comandada por Hiroyuki Seshita y Kobun Shizuno, donde se ha ido denotando a medida del paso de las entregas un peso cada vez mayor de las ideas e intenciones del segundo (Shizuno no le interesaban en demasía las cintas de monstruos) en contrapartida a Seshita quien quería llevar a la trilogía hacia un concepto más clásico. Godzilla: El planeta de los monstruos (2017) servía bien como introducción al universo de la trilogía, con unos conceptos muy interesantes que la acercaban a la ciencia ficción pura amén de un tramo final lleno de acción y sorpresas monstruosas que la convertían en una aceptable película a pesar de sus personajes poco interesantes y animación 3D extraña. La trilogía se encara con Godzilla: City on the edge of battle (2018) expandiendo su universo de manera interesante, profundizando algo más en personajes y explorando conflictos morales convirtiendo este episodio en un film oscuro, nihilista y de desesperanzador clímax. 

La conclusión llega con Godzilla: The Planet Eater (2018), un más dificil todavía de cara al espectador llevando al límite las pretensiones filosóficas y religiosas de Shizuno en un film complicado y oscuro pero fascinante. Lo podríamos resumir como un episodio de Neon Genesis Evangelion (por su fuerte carga y simbolismo religioso) convertido en un film de Godzilla.

El film sigue donde lo dejó la anterior, tras el fallido intento de destruir a Godzilla por parte de los Bilosaludos usando el Nanometal, la aparente inmunidad de algunos humanos a la contaminación de este elemento les hace creer que se trata de un acto divino y abrazan la religión Exif. Aunque la clave para acabar de una vez por todas con Godzilla llegue con el avenimiento de "Dios" a la Tierra.

Godzilla: The Planet Eater (2018) acierta en introducirse en terreno oscuro e inhóspito llevándolo en una dirección no visto en la saga del saurio. Si la tecnología no ha funcionado hasta ahora contra Godzilla y frente a la desesperación de los pocos supervivientes la religión y la espiritualidad se abre paso. Cobra un mayor protagonismo la raza extraterrestre de los Exif y su capataz Metphis quien convierte a Haruo, nuestro héroe, en un elegido divino, el nuevo avenimiento de Jesucristo nada menos. Además de engatusar a los pocos supervivientes con que "Dios" está detrás de la curación milagrosa del "Nanometal" en sus cuerpos llevándolos a la locura religiosa. Se profundiza así en la comunidad de los Hontuas (la civilización que descubrimos en la 2a parte y que sobrevive bajo tierra) y se siguen presentando ideas suculentas como son sus capacidades curativas o su propia sexualidad.

Metphis llena a los supervivientes de fervor religioso.

Haruo se recupera y tiene un encuentro especial con una de las gemelas Hontua.

"Dios" baja de los cielos y le hace pasar un mal rato a Godzilla.

Haruo deberá tomar una decisión.

Frente a la desasogante conclusión de Godzilla: City on the edge of battle, The Planet eater no da tregua al espectador concentrando potencia dramática, un ambiente desolador y apocalíptico que no hace sino aumentar la angustia de la historia. Frente a los ambientes metálicos y tecnológicos de la segunda parte, los escenarios del presente film son terrenales y naturales. Espacios abiertos reforzando la espiritualidad opresiva presente en la historia. Respecto a los monstruos, su conceptualización es acertada utilizándolos como catalizadores de las ideas del film. En concreto Godzilla es presentado más que nunca como una creación divina caído en la Tierra como castigo a la arrogancia de la humanidad. Y frente al fin del mundo todo es dejado en manos de "Dios", convocado por medio del sacrificio humano y que no es otro que un irreconocible Ghidorah, emparentado en su aspecto con el clásico dragón chino (una de las influencias para la creación del dragón tricéfalo en los 60) pero protagonizando momentos espectaculares a nivel visual como su primera aparición atacando la nave espacial de los personajes. La llegada a la Tierra del dragón dorado recuerda visualmente al clásico infravalorado de Ishiro Honda, Dogora, the Space Monster (1964) y resulta impresionante su encuentro con Godzilla rodeándole a éste en una especie de campo gravitacional. El clímax final pondrá contra las cuerdas a Haruo quien deberá tomar una decisión final que afectará el destino del mundo.



Godzilla: The Planet Eater es sorprendente llevando al monstruo gigante hacia terrenos insólitos e inéditos en su mitología. Aplaudo la capacidad que ha tenido la presente trilogía para romper nuestras expectativas, utilizando a los monstruos como excusa para tratar conceptos elevados. Ahora bien, el film tiene varios problemas como su densidad temática, fascinante si, pero que puede ser todo un inconveniente de cara al espectador impaciente. La poquísima caracterización y fondo de los monstruos no ayuda. La presencia en la historia de Mothra en forma de alucinación (o no) de Haruo y que le ayuda en sus decisiones finales me parece innecesaria por ser algo más que anecdótico siendo únicamente un guiño de cara al fan clásico. Así también, la conclusión de la historia y la decisión final de Haruo me pareció algo brusca y precipitada.

Pese a lo apuntado Godzilla: The Planet Eater (2018) supone una conclusión fascinante y llena de ideas suculentas. La nueva vuelta de tuerca a la conceptualización de los monstruos como elementos religiosos y divinos me parece muy interesante y nueva en la saga. 66 años después de Japón bajo el terror del monstruo (1954) y después de ver una y otra vez las mismas batallas entre monstruos colosales agradezco enormemente lo que se ha ofrecido en esta trilogía de animación. 3 films con muchas sombras pero también con muchas luces. Una nueva vuelta de tuerca al saurio radiactivo en forma de apocalipsis espiritual.


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