CRÍTICAS PELÍCULAS

lunes, 20 de marzo de 2023

BLIND BEAST (1969)


Yasuzo Masumura es uno de los directores más destacados de la historia del cine japonés y un director, creo, injustamente olvidado en occidente en favor de los míticos e intocables como Akira Kurosawa, Mizoguchi y Ozu. Masumura, alumno de Luchino Visconti, e influenciado por el neorrealismo italiano y las nuevas olas inicia en Japón su andadura como director con obras capitales como Kisses (1957) o La muchacha bajo el cielo azul (1957) con quien ya contaba en su reparto con su musa Ayako Wakao, quien trabajaría en numerosos filmes del director.

Unos primeros trabajos englobados en el nuevo cine juvenil o el Sun Tribe pero lejos de querer encasillarse en dicha moda, el cine de Masumura pronto vira hacia otras vertientes apasionantes en donde su estilo va por caminos imprevisibles y siempre con una obsesión por retratar la perversidad humana, tanto desde un punto de vista sexual como del propio sistema social japonés. 

Es habitual encontrarse en los filmes de Masumura personajes con motivaciones dudosas y perversas o bien historias de una persona enfrentándose en solitario contra el sistema destapando las miserias del poder japonés y su sociedad. A Wife Confesses (1961), Irezumi (1966), Manji (1964), La mujer de Seisaku (1965) o Red Angel (1965) son obras capitales de su filmografía y ejemplos de obligado visionado para todo amante del cine. Si bien, es una de sus obras más radicales y atrevidas la que ha quedado como uno de sus trabajos más recordados. Estamos hablando de Blind Beast (1969).

Un escultor ciego obsesionado con la "belleza" de la piel femenina, Michio, vive recluido junto a su madre en un estudio lleno de reproducciones parciales o totales de mujeres. Decidido a crear su obra magna, secuestra a una bella modelo, Aki y la retiene hasta que esta accede a posar para él.

Blind Beast (1969) es con derecho propio uno de los mayores clásicos del cine japonés de los 60. Una obra radical y que pone contra las cuerdas al espectador con un relato que se adentra en caminos de pura perversión y sexo enfermo. Masumura ya llevaba varios trabajos adaptando libremente historias del célebre Edogawa Rampo, escritor polémico y responsable del llamado "eroguro" (erotismo grotesco), una respuesta crítica y desafiante a la censura y a los temas tabú de Japón en lo referente al sexo y a la violencia. Tras el erotismo de Red Angel protagonizado por tullidos y afectados por la guerra, en Blind Beast esto se lleva un paso aún más allá logrando un resultado perturbador.

Michio, un escultor ciego obsesionado con la belleza femenina, ve en Aki la creación de su obra magna.

Aki acaba secuestrada en el peculiar estudio de los horrores de Michio.

Los días allí cada vez son más tensos...

La pareja se entregará a un amor irracional y enfermo con el sadomasoquismo como protagonista.

Blind Beast logra adentrarnos en un mundo de pesadillas y sin duda es una propuesta insólita y original. Con solo 3 personajes (el escultor, su madre y la modelo) y unos mínimos escenarios a Masumura le basta y sobra para adentrar al espectador en un mundo agónico y asfixiante ayudado por una ambientación arty surrealista. El estudio de Michio, el escultor, es digno de un Salvador Dalí extremo, lleno de cuerpos femeninos desnudos gigantes esculpidos en la sala y en paredes logrando una sensación inquietante e incómoda. 

Así, esa relación y reflexión entre artista y su obra de arte se antoja interesante y rica en lo que ayuda sus fascinantes personajes. Michio (Eiji Funakoshi), ciego pero que debido a su discapacidad ha logrado tener un sentido del tacto más que fino es un artista de múltiples represiones, de madre sobreprotectora (fantástica Noriko Sengoku) y obsesionado con su propia obra. Mako Midori (Aki) está estupenda y tremendamente sensual en un personaje que pasa por diferentes fases. Siendo primero forzada a un presidio, para ir poco a poco sintiéndose interesada en Michio y la fascinación que él siente por ella con lo que poco a poco irá entregándose a su cometido artístico. Un elemento que la madre de Michio verá como una amenaza para la estabilidad de ella y su hijo.

La tensión entre los tres crecerá provocando que el propio Michio mate a su madre, para posteriormente, dándose cuenta de lo que ha hecho y a la manipulación a la que ha sido sometido por Aki, agredirá sexualmente a esta. Un momento incómodo pero que no es baladí, habiendo un cambio en las motivaciones de sus personajes quienes se entregarán al fin del arte en una relación en el que buscarán las posibilidades sensoriales del cuerpo en una carrera cada vez más extrema y autodestructiva. El torrente de brutalidades (mayoritariamente en unos acertados e inquietantes fuera de plano) que podemos ver en el último tramo de Blind Beast se antoja inolvidable e increiblemente perturbador a partes iguales.

Bind Beast es una de las cimas de una filmografía magnífica como es la de Yasuzo Masumura con la que es, quizás, su obra más recordada por todos sus perturbadores momentos. Si logramos no quedarnos con esto, asistimos a una rica reflexión sobre el arte, el artista y su obra, el poder del sexo femenino y un aspecto muy interesante como es el triunfo de la búsqueda del placer o de las motivaciones individuales (aún a costa de la propia autodestrucción) como respuesta insurgente frente a un país que desde el sistema se obliga al pensamiento de colmena. A ser una masa casi sin pensamiento y donde toda individualidad parece querer ser destruida (otra de las constantes del cine de Masumura). Un mensaje que da colofón a una década de grandes movimientos sociales y manifestaciones como fue la de los 60 en Japón.

Planos magníficos como el de los personajes caminando a través de la escultura de esa mujer gigante desnuda o el inolvidable tramo final del filme confluyen en una película difícil de olvidar y que al acabarla ya no serás el mismo.

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