El argumento de What to do with the Dead Kaiju? (2022) ya llamó mi atención cuando se anunció su estreno a principios de año. En el filme un gran monstruo ataca Japón, pero muere repentinamente. Mientras la gente se regocija y disfruta del alivio, el cadáver gigante que quedó atrás comienza a pudrirse e hincharse lentamente. Si explota, la nación será destruida.
Que los fétidos gases de un kaiju puedan causar la destrucción de Japón es una premisa que no puede pasar inadvertida. Me sorprendo al descubrir que el filme viene dirigido por Satoshi Miki, director a quien lo tengo más localizado en la comedia indie, de resultados muy destacables y la mar de agradables como Turtles swim faster than expected (2005), A Drift in Tokyo (2007) o Instant Swamp (2009), si bien su director parece haber perdido el tino en el filme que nos ocupa.
La influencia de la fundamental Shin Godzilla (2016) es bien palpable con una predominancia de dirigentes políticos y reuniones en despachos, aunque aquí la crítica política resulta bastante torpona en general. El filme presenta ideas poderosas como ese sempiterno cadáver del monstruo postrado en ese riachuelo, las ansias de querer aprovecharse monetariamente de su presencia o escenas cachondas con el cuerpo del bicho hinchándose y estallando parcialmente expulsando asquerosos detritus. Si bien, el metraje está en exceso alargado. Casi dos horas de película hacen que el chiste pierda totalmente la gracia y así lo hace en una indefinición del tono del experimento, a veces cómico, a veces serio, a veces satírico, una descafeinada subtrama romántica o elecciones de forma que desentonan totalmente como ese mal uso de la cámara lenta.
Aún así, What to do with the dead kaiju? es un experimento simpático, con una protagonista femenina (Yukino Amane) que me tuvo a sus pies en todo el metraje por sus encantos y una perla final, que me pilló totalmente desprevenido y que protagoniza de forma sutil un personaje mitíquisimo de la cultura pop japonesa... y que hacen subir algún puntito a este experimento monstruoso, por lo general bastante aburrido aunque curiosillo.
También cabe mencionar la presencia de Gaku Hamada, de extensa filmografía (Fish Story, Robo-G, The eternal Zero, Himeanole...) y que me supo sacar la sonrisa aún con lo repelente de su personaje.
Y nueva ración kaiju eiga, esta vez de la mano de uno de los personajes más conocidos y míticos de la cultura pop japonesa. Shin Ultraman (2022) es una reactualización del superhéroe alienígena adaptada a los nuevos tiempos, con mucho sabor a la serie original de 1966 y que viene a continuar la senda dejada por la exitosa Shin Godzilla (2016), también realizada por el duo Hideaki Anno / Shinji Higuchi, dejando esta vez el guión para Anno y la dirección para Higuchi.
Pese a las ganas que le tenía, el visionado de Shin Ultraman le deja a uno bastante frío. El filme tiene un arranque espléndido, que homenajea a la maravillosa Ultra Q (1966), primera de las ultra-series, en una presentación que muestra una invasión de monstruos gigantes sobre Japón y que origina la creación de la organización SSSP. El genial ataque de Neronga (guiño al episodio 3 de Ultraman) y la rápida aparición de Ultraman hace que el ritmo del filme sea muy alto desde el principio y gozoso proporcionando buenos momentos de espectacularidad monstruosa donde se opta por un uso extendido del CGI, en lugar de las técnicas tradicionales del hombre disfrazado.
Técnicamente, y siendo consciente de lo que es un blockbuster japonés, todas las apariciones monstruosas y batallas me parecieron competentes consiguiendo buenos momentos a nivel estético-visual. Si bien, es a partir de la aparición a mitad de metraje del alienígena Zarab que la película empieza a experimentar graves problemas.
A medida que va abandonando la gozosa energía propia de la serie original e intenta adentrarse en algo diferente, bastante más profundo, la película se hunde. Y el estilo tan característico de Anno/Higuchi, que tan bien funcionaba en Shin Godzilla, aquí es un error consiguiendo un ritmo plomizo, frio y poco natural.
Su estructura episódica (que remixea 5 episodios de la serie del 66), no acaba de funcionar culminando en un clímax final algo extraño con un remodeladísimo Zetton llegando desde el espacio dispuesto a acabar con toda la humanidad. Hay buenas ideas, como las consecuencias entre la sociedad de la aparición de un ser extraterrestre, qué es lo que supone conocer la identidad humana de Ultraman, debates filosóficos, un tratamiento más explícitamente divino de Ultraman, que Zoffy plantee la destrucción de la humanidad...
Ideas interesantes pero que no acaban por definirse o por recibir un tratamiento interesante. El diseño de los monstruos sorprende en ocasiones por su modernización como Mefilas o Zetton, el cual aparece bajando desde los cielos en el momento más puramente Anno (100% Evangelion) de la película.
Shin Ultraman concentra tramos bastante disfrutables (especialmente en su primera mitad) de acción monstruosa pero su narrativa supone un error y un varapalo para el espectador convirtiendo la película en un ladrillo frío y poco interesante. Una lástima. Aún así tiene una cierta capacidad para crear potentes momentos visuales con sus monstruos y escenas de batallas.
Las propuestas llegadas desde Corea del Sur en este Festival de Sitges están siendo por lo general bastante notables. Una de las que más he disfrutado ha sido con Alienoid: Part 1 (2022), puro blockbuster de ciencia ficción dirigido por un experto en el cine espectáculo como es Choi Dong-Hoon, responsable de otros éxitos como The Thieves (2012) o Assassination (2015).
Alienoid: Part 1 es un puro goce para el espectador que sepa dejarse llevar por su alocada trama. Una película que mezcla los viajes en el tiempo, robots, invasiones alienígenas, artes marciales, espada y brujería, la época feudal coreana... todo conducido con mano maestra en un conjunto vibrante, emocionante y sobretodo muy divertido. Los personajes (esa niña y sus padres robots) son muy entrañables y te hacen llevar por la trama con gusto. En el reparto encontramos grandes nombres como Kim Woo-Bin o la guapa Kim Tae-Ri (deslumbrante en La doncella de Park Chan Wook).
Si que encontré que me interesaba bastante más lo que estaba pasando en el tiempo presente que no todo lo que acontece en la época antigua, por lo que el ritmo iba y venía y con ello mi interés. Si bien, el filme resulta espectacular en sus momentos de acción (esos ataques extraterrestres en medio de la ciudad) y sugerente con todos los elementos que presenta, como esos inquietantes extraterrestres que poseen a seres humanos.
Toda una agradable sorpresa y que nos prepara en un cliffhanger que deja con ganas de más, para una segunda parte que llegará en breves. Yo no me la pierdo.
También conocida como "The year of the shark", la francesa L'Année du Requin (2022) plantea un entretenimiento sin mayores pretensiones y que se suma al enorme listado de productos que clonan o utilizan las claves del clásico Tiburón (1975) de Spielberg. Aunque aquí, la gracia era que aderezaba tal modelo con un poco de comedia francesa... en principio.
Maja es gendarme en un pueblito costero francés donde jamás sucede nada. A las puertas de su jubilación, empiezan a ocurrir algunos accidentes en el mar que le hacen pensar que allí hay un tiburón amenazando al pueblo. Pero para su desgracia, nadie más cree que tenga razón.
L'Année du Requin la protagoniza Marina Foïs, actriz de larga y variada trayectoria como As Bestas (2022) o Barbaque (2021), que la vimos en la edición de Sitges del año pasado. Si bien, a pesar de sus intenciones de ser un entretenimiento ligero la película mantiene una indecisión en su tono que la hace tambalear. Su comedia (poca) resulta muy blanda y por lo general poco graciosa y sorprende que aún a pesar de su envoltorio de cine ligero, la película cada vez se adentre en terrenos más dramáticos y serios con Maja sufriendo en sus carnes el escarnio del pueblo, el acoso y la violencia haciendo que el enfrentamiento con el escualo sea una cuenta pendiente a resolver por ella misma, lo antes posible, antes de que hayan más cadáveres.
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