CRÍTICAS PELÍCULAS

miércoles, 13 de octubre de 2021

CRÓNICAS DE SITGES 2021 (1/5)

Un año más, estoy en mi amado Festival de Sitges. El concepto de esta 54ª edición gira en torno al hombre-lobo y a la "bestia interior" que se oculta en cada uno de nosotros. El primer día de festival se disfruta con un tiempo magnífico y una temperatura ambiental la mar de agradable. Todo lo contrario de lo que sufren los protagonistas de Hunter Hunter (2020), mi primera película de esta edición.

La película sigue a Joseph y su familia los cuales viven en un lugar remoto, en una cabaña en medio del bosque, como cazadores de pieles, hasta que su tranquilidad empieza a ser amenazada por un lobo.

Hunter Hunter es una cinta que juega al despiste con el espectador iniciándose ésta como un drama familiar de una pareja de cazadores y su hija pre-adolescente, que a duras penas sobreviven en medio del bosque con las artimañas de aprendizaje generacional que conocen. Dicho tramo de la película va derivando hacia el terror con la aparición de un fiero lobo que perturba la paz de la familia. Es de destacar la capacidad de su director, Shawn Linden, para saber crear una buena atmósfera y potentes situaciones de tensión con los mínimos elementos y sin enseñar al lobo en cuestión. Es así cuando la película da un giro y va tornándose en un survival de misterio y killers. Es en esta segunda mitad del film donde mi interés va mermando sumado al ritmo poco estimulante que le imprime su director. Si bien, Hunter Hunter, es un más que correcto y resultón film que además sabe jugar con la figura del hombre-lobo como alegoría de la propia bestialidad humana culminando con un final ultra sangriento de los que se te quedan grabado en la retina.


Seguimos con el documental Alien on Stage (2020), y que cuenta cómo un grupo de conductores de autobús de Dorset, pertenecientes a una compañía amateur de teatro, deciden crear una obra única: una adaptación de Alien (1979), el clásico maestro de Ridley Scott. La poca experiencia del equipo implicado causarán muchos nervios y ataques de ansiedad al grupo pero su ilusión y pasión logrará conseguir el ¿éxito? cuando les contratan para actuar en un importante teatro londinense.

Alien on stage es un muy simpático documental. Una propuesta curiosa la cual sigue el día a día en la creación, elaboración y ensayos de esta peculiar obra teatral con unos implicados con más bien poca experiencia en esta clase de producciones. A lo largo del metraje vemos como el variopinto grupejo de conductores de autobús (u otras profesiones) se las ven y se las desean para aprenderse los diálogos y encima tener que aguantarse la risa en los diversos ensayos frente al desquiciamiento progresivo del firme y duro director de la obra. 

Alien on Stage resulta, finalmente, en toda una carta de amor al amateurismo. Un documental que se sigue con agrado e inquietud por saber si esta tropa conseguirán llevar con éxito su Alien aún a pesar de los imaginativos trucajes que ingenian con cero presupuesto para replicar los escenarios de la "Nostromo" o las míticas criaturas. Su clímax final, con toda la compañía estrenándose en un mítico teatro londinense, con, para su sorpresa, todas las entradas vendidas, suponen los mejores momentos del film donde fruto de la improvisación y los errores del directo logran darle una dimensión diferente a la obra siendo una experiencia colectiva e hilarante.

La expectación frente al nuevo trabajo de Julia Ducournau era máxima, no solamente porque su anterior obra, Crudo (2016), es una de las muestras más interesantes del género de terror reciente sino porque Titane (2021) se había llevado la prestigiosa "Palma de Oro" del ultimo Festival de Cannes. Un galardón que, sin duda, puede convertirse en una arma de doble filo al enfrentarse al visionado de la película así como en las expectativas de la misma.

El film da comienzo con la pequeña Alexia, la cual sufrió un terrible accidente de coche. Ya más crecidita, Alexia parece estar algo trastornada... Y mejor no contar nada más sobre el argumento de la película.

Titane es una experiencia que golpea a los sentidos. Ducournau recoge conceptos del género como el Cronenberg de Crash (1996) o "la nueva carne" de Videodrome (1983), la pesadilla de La semilla del diablo (1968) o el metal de Terminator (1984), pasándolo por una túrmix a través del estilo personal de su directora transformándolo en algo nuevo. Algo singular, único, excesivo y provocador. La primera media hora inicial está llena de una violencia exagerada y festiva, (llevándose numerosos aplausos de la grada del Auditori Melià) virando, en un ejemplo del sorprendente y fascinante ritmo de la película, hacia un drama paterno filial extraño, oscuro y que logra otorgar muchas más capas a nivel dramático a la historia de unos personajes rotos y desquiciados. Destacan las interpretaciones de su pareja protagonista, unos descomunales Agatha Rouselle y Vincent Lindon, con una compenetración excelente. Titane es un obra singular, refrescante y que te acompaña cada vez con más fuerza tras su visionado. Es una patada a la corrección de hoy día, explotando sexualidad, violencia con un dirección férrea y segura destacando su uso de la luz y colores. El espectacular plano secuencia inicial del film con ese baile sensual de nuestra protagonista junto a un coche es memorable.

Se le puede achacar que sea una propuesta que funciona por retales e imágenes concretas más que seguir una cierta coherencia o lógica a lo que está pasando en pantalla pero, Titane, no busca ese orden prefiriendo la búsqueda de imágenes grotescas y surrealistas como manera alégorica de explicar las emociones de sus personajes. Toda una sorpresa.

La nostalgia ochentera es un tema recurrente en el cine fantástico y de terror de nuevo milenio con una tendencia que ya produce cierto agotamiento. Cualquier excusa parece buena para rememorar estética o argumentalmente el espíritu de los 80 aunque sea de forma vacía. Censor (2021) es una propuesta llegada de Reino Unido y que logra destacar por encima de productos similares gracias a un punto de partida interesante y que funciona muy bien en pantalla.

El film nos traslada al año 1985. Enid, es censora de películas hasta que un dia ve un extraño video que le recuerda poderosamente a una traumática experiencia sufrida por ella de pequeña. Enid, decide investigar la desaparición de su hermana, embarcándose en una aventura a medio camino entre la realidad y la ficción.

Censor acierta en ambientar su historia en la Inglaterra de los años 80, en plena persecución de los infames nasty videos contando con mucha estética de video, formato en cuatro tercios y escenarios con los colores muy marcados (el rojo especialmente). Enid es un personaje interesante (llevado bastante eficientemente por una misteriosa Niamh Algar) pero al que, tras su aparente frialdad y profesionalidad su psique poco a poco se verá puesta en un aprieto al obsesionarse con la posible relación entre un director de cine gore y la desaparición de su hermana. Así tras un primer tercio bastante notable el film va perdiendo fuelle a medida que la investigación de Enid avanza, encontrándonos con tramos ya menos interesantes y que se van desarrollando hasta una resolución correcta pero poco sorprendente.
Si bien, Censor es una muy recomendable cinta de horror, que combina con acierto la nostalgia ochentera con conceptos tan interesantes como la censura y persecución de películas, el circuito de esos productos de horror más oscuros así como la relación del público con el género. A destacar, además, su momento final, brillante y que hace que olvidemos todas las pegas anteriormente citadas para acabar de poner a Censor (2021) como una, no memorable, pero si una cinta de terror sobradamente digna y a tener en cuenta.


Cliff Walkers
 (2021) es la nueva obra de uno de los directores chinos más destacados de los últimos 30 años: Zhang Yimou. El artífice de algunos de los mejores films asiáticos de los años 90, como La linterna roja (1991), Ni uno menos (1999) o El camino a casa (1999), ha sabido mantener una calidad más o menos notable a lo largo de toda su filmografía.

Cliff Walkers propone un drama de espionaje ambientado a principios de los años 30, durante la ocupación japonesa en China. En Manchukuo, un estado títere del Imperio de Japón, cuatro agentes especiales del Partido Comunista regresan a China después de recibir entrenamiento en la Unión Soviética. Juntos, se embarcan en una misión secreta pero, tras ser vendidos por un traidor, el equipo se verá rodeado de amenazas por todos lados desde el momento en que se lanza en paracaídas en territorio enemigo. En los terrenos nevados de Manchukuo, el equipo se pondrá a prueba hasta el límite.

El film destaca por su realización elegante, con un diseño de producción intachable donde la cámara de Yimou brilla especialmente con una nieve incesante y perpetua, proponiendo además, variados momentos de acción con un nivel de tensión muy acertado. Si bien, Cliff Walkers acaba generando bastante espesor mental a partir de su segunda mitad por culpa de un cúmulo de personajes inacabable, muy similares entre si, con una vestimenta y aspecto muy similar (gabardina y sombrero) que dificultan el seguimiento de la historia y más con ese juego constante, y que resulta muy esquemático, de dobles agentes, traiciones, espías infiltrados y planes secretos. Cliff Walkers resulta intachable a nivel visual pero no evité ir desconectando a medida que avanzaba el metraje. No dejé de acordarme de films llegados desde Corea, bastante similares a éste, como El imperio de las sombras (2016) o Assassination (2015), cuyo resultado final estaba bastante más atinado que este último trabajo de Yimou. No obstante, recomendable película.

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