CRÍTICAS PELÍCULAS

martes, 5 de abril de 2022

THE RAID (2011)



Cuando todo parece repetitivo y piensas que todo está ya inventado, no te preocupes, siempre aparecerá alguien con talento que logrará contar la misma historia de otra manera o más difícil aún, reinventar un género. El impacto de un filme como The Raid (2011) en el grueso de fans del cine de acción y artes marciales es muestra de ello. Y tuvo que ser un director inglés como Gareth Evans quien, afincado en Indonesia desde hace años, y fascinado por el silat, el arte marcial del país, insistió en dar su punto de vista sobre las artes marciales. El primer intento vino con Merantau (2009), una entretenida cinta de acción que sin ser nada del otro jueves ya presentaba algunas de las claves que luego explotaría en su futura dupla de filmes de The Raid. La cosa aún estaba algo verde, tanto como el joven Iko Uwais, protagonista de dicho filme. Uwais, actualmente ya consolidado como una de las mayores estrellas actuales del cine de acción, fue descubierto por Evans en una escuela de artes marciales y el director, ya desde ese momento, se sintió fascinado por las posibilidades del chico.

Con The Raid, la mejora general respecto a Merantau es brutal. Una propuesta que se entrega a la acción sin tapujos como concepto gozoso, sin intelectualidades ni aspavientos. Hostias como panes y rodadas de la manera más intensa y verista posible.

La película nos mete en uno de los barrios bajos de la ciudad de Jakarta, y en dónde hay un edificio que sirve de refugio para los criminales más peligrosos de Indonesia. Un grupo de fuerzas especiales de élite intentará derribar sus defensas y penetrar en sus entrañas. Pero la operación no sale según lo previsto, y los policías se encontrarán atrapados en el edificio, sin escapatoria posible y rodeados de asesinos y gángsters.

Que se puede decir de The Raid a estas alturas (olvídense del horrible titulo español de "Redada asesina"). Al filme le basta una breve presentación de 5 minutos de su personaje principal, utilizando poquísimos elementos pero suficientes para empatizar con él así cómo con sus circunstancias personales y de repente, somos introducidos en esta redada policial sobrehumana en un edificio de mala muerte poblado por la peor calaña. Una Jungla de cristal (1988) pero de una suciedad y violencia elevada a la enésima potencia con los personajes subiendo de planta en planta y cual videojuego, enfrentándose a peligros mayores. El manejo de la tensión y el suspense está ejemplarmente realizado por Evans, la cual se podría cortar con un cuchillo. Y si nos centramos en las escenas de artes marciales, éstas son extraordinarias. A los que nos gustan las artes marciales estamos acostumbrados a las coreografías espectaculares de Jackie Chan, Donnie Yen, Jet Li... Pero lo que vemos aquí es un punto y aparte en el género otorgando un plus seco y violento al concepto. Aquí hay brazos y piernas partidas, objetos impensables que son convertidos en armas mortales. Añade, además, el prodigioso dominio de la cámara de Evans en las escenas de acción con el operador de cámara prácticamente rodando por el suelo junto a los personajes consiguiendo que cada golpe te duela de verdad. Un uso de la cámara más coreográfico respecto a las escenas de acción y que resulta de lo más acertado a la hora de transmitir aún más dosis de adrenalina.
Un grupo de fuerzas especiales se infiltra en un edificio poblado por los peores criminales.

Pese al sigilo, la situación se sale de control.

Entre los policías se encuentra el joven Rama, el cual tendrá que ingeniárselas para sobrevivir.

Aquí las hostias duelen mucho.
Frente a la escalada constante de la acción que ofrece The Raid si que he de comentar algún aspecto negativo. Me rechinó un poco, por ejemplo, que se introdujera la subtrama del hermano de Uwais a mitad de metraje. Soy consciente de que tal vez Evans buscara un mínimo de desarrollo o conflicto emocional más allá de ofrecer simplemente 100 minutos de acción desenfrenada pero, esta decisión narrativa en concreto, me sacó un poco de la película además contando con la enorme casualidad de dicho encuentro en tales circunstancias.

Si bien, a pesar de ello, The Raid es un clásico moderno del género y un antes y un después para el mismo. Un conjunto vibrante y festivo, sin pretensiones, contundente y de ritmo imparable. Un filme de entorno y ambientes cínicos y en el que no puedes dejar de gritar y aplaudir frente a tales "mandobles" y "tullinas" de la mano de un protagonista tan competente como Iko Uwais. El trabajo de montaje y de cámara es impoluto sabiendo crear una tensión insoportable con los mínimos elementos, otorgando, además, un prisma diferente a las escenas de acción sumándole una violencia dolorosa y seca. Una fiesta de película.

El filme tuvo una secuela igual de extraordinaria en 2014 y en donde se quiso dar una mayor profundidad a los personajes y el mundo por el que se mueven. A pesar de los rumores de una tercera parte ésta se encuentra continuamente retrasada, lo cual me hace dudar de que llegue a hacerse algún día. Si bien, no nos preocupemos, porque tenemos a directores como Timo Tjahjanto que han cogido el relevo de Evans siguiendo el mismo estilo de acción con la muy entretenida Headshot (2016) o la espectacular The night comes for us (2018).

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