CRÍTICAS PELÍCULAS

lunes, 16 de marzo de 2020

CRÓNICAS DE SITGES 2015 (1/3)

Un año más en el Festival de Sitges. Un año más, listo para disfrutar de paseos maratonianos al Auditori Melià o al cine Retiro, encontrarme con conocidos y ver mucho cine y de calidad (o eso espero). Mi primera incursión en el festival (cuyo cartel homenajea a Seven en su 20 aniversario) ha sido con un film procedente de Turquia y que se adentra en las corrientes del torture porn (de moda gracias a ejemplo franceses como A l’interieur, Martyrs o Hostel). Turquia es un país cuyo cine me retrotrae al exceso de los años 60, 70 y 80 con sus imperdibles imitaciones casposas de los mayores éxitos americanos del momento (Rambo, Rocky, Star Wars...). Pese a esa rancia imagen que tengo en mi cabeza del cine de este país, la verdad es que Baskin ha destacado por su tono serio y horripilante.

Baskin nos adentra en una noche que será inolvidable para un grupo de policias dispuestos a investigar una llamada de socorro proveniente de un edificio en medio de la nada. El film sorprende por su atmósfera rara, que te impregna y llega a inquietar. Si bien, el primer tramo del film, al querer colocarnos a sus diversos personajes (que al final acaban por no importarte demasiado) acaba aburriendo haciéndote desear que empiece la carnicería. Es cuando el variopinto grupo de policías llega a la misteriosa casa que la cosa se anima... y de qué manera: seres extraños, misas negras, torturas, mutilaciones, violéncia sexual... ¡menuda les cae a los polis! Dicha secta de brujería está comandada por un enano de aspecto grotesco y horripilante interpretado por Mehmet Cerrahoglu y que es sin duda el mejor y más inolvidable personaje de la cinta. 

Así, Baskin es un ejemplo remarcable de este nuevo torture porn que pretende poner a prueba nuestro aguante y además producido en un país como Turquía (cuyo cine nos llega muy a cuentagotas por no decir que de manera invisible). Un film de conseguida atmósfera terrorífica y que nos adentra en una misa negra inolvidable. Si bien, lo aburrido del primer tramo y que no conectemos con los personajes hace que el film pierda algo de fuelle pero bien vale la pena un visionado. Además la historia guarda algunos ases en la manga que se revelan al final que le dan gracia al asunto.

El Festival de este año también rendía homenaje a un director tan genial como Sion Sono entregándole La màquina del temps y no había mejor año que éste la verdad. Un 2015 en donde el iconoclasta director japonés ha estrenado nada más y nada menos que 5 películas, 4 de las cuales pasan por el Festival. Sono logró despuntar a inicios de los 2000 con la notable Suicide Club (2002) y suyas son joyas como la magnifica Love exposure (2008), Cold Fish (2010) o Himizu (2011). 

Una de los films que presentava en Sitges era Tag y el director no ha decepcionado.
Tag, es un film que se beneficia por su corta duración (poco más de 70 min) y un arranque inmejorable. No hay que negar que su escena inicial te mete de lleno en el film. Esa masacre de colegialas en el autobús por un ente invisible es inolvidable. Pese a que el film presente momentos marca de la casa: ese tono exagerado, violencia cartoon, sangre y mucha colegiala, éste destaca por tomar un papel simbólico y mayoritariamente crítico hacia el papel de la mujer en Japón. Para ello el tono del film bordea lo onírico, abunda en simbolismos visuales y lo surrealista es moneda común en sus imágenes. Tres historias de diferentes mujeres para mostrar tres caras diferentes de la mujer (adolescencia, juventud y edad adulta).

Pese a su corta duración si que es verdad que por momentos el tono del film acabe por hastiarte o descentrarte però Tag es toda una curiosidad que merece la pena visionar por su tono alocado, sus explosiones de violencia y el sustrato social y critico en clave feminista. Otro ejemplo destacable de la filmografia del genial Sion Sono.
Para acabar, es curioso que Sono aborde en Tag la visión machista hacia la mujer japonesa y a la vez el mismo año, el director estrene un film como The Virgin Psychics (que explota al máximo el físico de la mujer). Contradicciones de Sono.


Miss Hokusai es el ejemplo del amplio abanico en el que se mueve el anime desde hace décadas. Un
género que no solo se cierra (como el 90% de la animación occidental) en la animación para niños sino que al igual que el cine de imagen real aborda todos los géneros y edades (drama, ciencia ficción, violencia o hentai) eso es lo atractivo.

Miss Hokusai relata la vida de una de las hijas del célebre Katsushika Hokusai (uno de los más reconocidos artistas japoneses) y de qué manera intenta sobresalir de la obra e influencia de su padre además con el agravante de ser mujer en un periodo como el de Edo. El film, pese a su interés por el retrato del contexto histórico en el que se mueve, el retrato de la ciudad de Edo antes de que se convirtiera en Tokyo, desgraciadamente se mueve en una inconcreción argumental que dificulta engancharse en la trama. 

La falta de un hilo argumental claro y el protagonismo de un personaje poco empático como es el de la hija de Hokusai sumado a un excesivo metraje dificulta el aprecio de este film que si bien presenta aciertos como una animación sobresaliente, el citado retrato de Edo y las costumbres de su gente pero acaba por ser un film insuficiente que peca de ser demasiado contemplativa y poco interesante. Curiosa ante todo.





El thriller coreano y el cine de mafias ha alcanzado excelentes momentos en la cinematografía del país del soju. A bittersweet life (2005), Dirty Carnival (2006) o Friend (2001) son ejemplos bien notables del género. Gangnam Blues nos llega a Sitges relatando un periodo de la historia de Corea del Sur la mar de interesante: la creación del barrio de Gangnam (barrio ahora muy exclusivo cerca de Seûl) de la mano de las mafias locales en los años 70.

El film, sigue el camino de 2 amigos unidos desde la infancia y que tras ser derribadas sus casas se involucran en las revueltas políticas para conseguir algo de dinero. Poco a poco irán uniéndose a las mafias más poderosas de la zona.

Gangnam blues es otro ejemplo de lo mejor del cine coreano. Su director, Yoo Ha, ya nos había ofrecido notables films como la citada A dirty carnival (2006) o El espíritu de Bruce Lee (2004). Una factura técnica impecable, casi insultante, el plus de estar ambientado en la década de los 70 además de lo interesante del contexto como es la creación de la mano de las mafias del barrio de Gangnam pero todo articulado y conducido a través de la relación de amistad de Jog-Dae y Yong-Ki. Un film de grandes momentos y que destaca no solo por el elemento mafioso de la trama sino por el lado humano de la historia como es la relación de amistad entre Jog-Dae y Yong-Ki (unos muy acertados Lee Min-Ho y Kim Rae-Won). Un nivel de tensión que va fragüandose a fuego lento hasta estallar en momentos como la brillante escena de la pelea en el barro. Lo negativo del film es que puede pecar de un exceso de duración y de una afluencia de personajes que dificultan el poder seguir la trama pero el conjunto acaba resultando notable y gratificante. 

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