El filme da comienzo en plena IIa Guerra Mundial, Mahiko pierde a su madre en un bombardeo. Un año después Mahiko dejará Tokyo y se mudará a una mansión con su padre y su nueva mujer, la hermana de su madre precisamente. Allí empezará a ver cosas raras como la aparición de una garza que empieza a hablarle.
El chico y la garza es una preciosidad. Una película que te transporta a un mundo feliz resultando abrumadora en ideas, conceptos e imágenes. Es un filme que respira a todo el trabajo anterior de Miyazaki con elementos autobiográficos (el padre del protagonista es constructor de aviones), ambientar la historia en los años de la guerra, elementos que nos pueden recordar a El viaje de Chihiro o El viento se levanta...
Hay que avisar que El chico y la garza es un filme exigente. Su ritmo es un punto letárgico y su densidad dificulta conectar con ella. Aún con ello, el filme es desbordante y de una sensibilidad extrema. Sorprende su estructura, dividiendo el filme en una primera mitad slow, contemplativa centrada en el drama familiar y duelo de su joven protagonista y con una segunda mitad en el que Mahiko viaja a un mundo mágico convirtiendo este tramo en algo maravilloso y abstracto repleto de ideas. La guerra, la pérdida familiar, el arte y la fantasía como medio para superar el dolor, conocerte a tí mismo y enfrentarte a la dura realidad, hablar del estado del mismo Studio Ghibli o del propio Miyazaki, especialmente en ese personaje anciano en busca de un sucesor... Sin duda, El chico y la garza es un gustazo, pide paciencia al espectador pero cobra en recompensa una obra bellísima y de un nivel abrumador. Testimonio fílmico de un artista genial y único en la historia.
Pablo Berger es una de las voces más interesantes del panorama español. Con una obra que coquetea con el fantástico, suyas son obras como Torremolinos 73 (2003) o Blancanieves (2012). Ahora adapta el popular cómic americano de Sara Varon para presentar Robot Dreams (2023).
Robot Dreams es una propuesta sin duda arriesgada y singular empezando por tratarse de un filmes sin diálogos y una historia donde todos los personajes son animales antropomórficos. El mundo que presenta es seductor estando ambientada la historia en un Nueva York de los 80 para lo cual se aprovecha para realizar numerosos guiños al cine de la época.
De entre la sección Seven Chances se ha rescatado The McPherson Tape (1989) uno de esos filmes desaparecidos durante años y ahora recuperado en condiciones óptimas. El filme es considerado el primer found footage de la historia del cine, una afirmación que por supuesto cojo con pinzas en una producción de ínfimo presupuesto pero que sabe sacar partido de sus enormes limitaciones.
Un cumpleaños reúne a la familia Van Heese en la noche de la celebración. Tras un corte de luz, descubrirán que éste es producido por el aterrizaje de una nave extraterrestre cerca de la casa. Comienza ahí la pesadilla al ser atacados por los seres "grises" y todo filmado por la cámara de uno de los hijos.
60 minutos dura el experimento en el que la llegada del terror ocurre en medio de una fiesta de cumpleaños familiar. Aún siendo la primera de su especie ya viene cargada tanto de lo bueno del género como de todos sus defectos. La cinta no pasa de la mera curiosidad pero hay aciertos como que precisamente la factura tan pobre de la imagen, con un grano bien presente y unos espacios muy oscuros en gran parte del metraje ayude a dar cierta sensación claustrofóbica, agobiante y que logra aumentar tu nerviosismo, con momentos en los que parece que has visto algo por la ventana pero luego resulta que no.
Poco después de su emisión las copias del filme fueron devorados en un incendio, circulando años después copias pirata en muy baja calidad. Hasta que su director, Dean Alioto, logró encontrar una copia en condiciones y lanzarla en formato DVD. El mismo Alioto realizó un remake más efectista y con algo más de medios: Alien Abduction (1998).
Pese a mis reticencias me adentro en el pase del filme de terror argentino Cuando acecha la maldad, la nueva película de Demián Rugna. Ya en 2018 pudimos ver en el festival su Aterrados, filme que a opinión personal no acababa de combinar bien unas estupendas secuencias de pura imaginería terrorífica con la comedia negra. Si bien, Cuando acecha la maldad perfecciona de manera ejemplar las aristas de dicho filme convirtiéndolo en un viaje pesadillesco a la Argentina rural.
En un pueblo remoto, dos hermanos descubren a un hombre infectado por fuerzas malignas que está a punto de dar a luz a un demonio. Desesperados por evitar la entrada del Mal a su pacífico mundo, los hermanos descubrirán la terrible verdad: es demasiado tarde.
Cuando acecha la maldad es una experiencia de horror puro con alma de road movie. Un filme tenso en el que se logra respirar y transmitir enfermedad, sangre y caos gracias a una realización tensa y sucia. Se trata de una cinta salvaje en el que no se corta ni un pelo a la hora de mostrar momentos truculentos. En ese sentido me quedo con una secuencia protagonizada por una niña en la que todo el Auditori botó del susto...
Fue la noche de J.A Bayona. En un Auditori Melià a reventar, el director fue premiado con la "Màquina del temps" por su trayectoria y fue sorprendido por unos videosaludos en pantalla de celebridades como Guillermo del Toro, Sam Raimi o Bryce Dallas Howard. Tras eso, turno para la proyección de su nueva película, La sociedad de la nieve, producida por Netflix.
La sociedad de la nieve relata unos hechos bien conocidos por todos como es la tragedia de los Andes ocurrido en 1972 con un grupo de personas teniendo que sobrevivir durante 72 días tras un accidente de avión entre las durísimas condiciones naturales y a la que finalmente se vieron abocados al canibalismo. Son conocidas además sus versiones cinematográficas como la realizada por René Cardona Jr, Supervivientes de los Andes (1976) o ¡Viven! (1993), la más conocida por el público general. Por todo esto, La sociedad de la nieve es una apuesta arriesgada. ¿Qué puede aportar Bayona a tal suceso?
El director no realiza un remake de ¡Viven! sino que decide basar su película en el libro de Pablo Bierci “La sociedad de la nieve”, en donde los supervivientes del suceso realizan una reflexión íntima y profunda sobre lo ocurrido décadas después. Bayona convierte la película en un espectáculo inmersivo para el espectador transmitiendo la agonía, el frío, la congelación y la claustrofobia que sufren los personajes a través de un desarrollo modélico y milimétrico. La película es un prodigio de técnica realizado a la perfección en donde destaca la plasmación de los escenarios naturales (gran parte de ello realizado con CGI con una parte rodada en Sierra Nevada) con grandes planos abiertos en donde se siente el peso mortal de la nieve, mostrando a la montaña como un monstruo temible.
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