Los tiempos dorados del
Pinku-Eiga parecen ya muy lejanos. El peculiar cine erótico japonés vivió sus tiempos de gloria en los años 60 y 70 por obra y gracia de productoras como la
Nikkatsu o la
Toei. En los 80, el
Japan Adult Video provocó una crisis de público en el
pinku que obligó a un giro de éste hacia un terreno más explícito y violento encontrando a su vez un mix con el
gore y el terror. Las burradas se contaban por cientos gracias al éxito del mercado videográfico en aquellos años pero tras la llegada del nuevo milenio parece que el género se haya quedado únicamente disfrutado por 4 nostálgicos con piezas que cabalgan en el infrapresupuesto y el
direct to video. Aún podemos encontrar alguna que otra sorpresa que llame la atención entre el público y los festivales como
The glamorous life of Sachiko Hanai (2003) pero en sí, el género, tal y cómo se le conoció en los años 70, está bastante desaparecido. ¿Bastante? ¡No! Aún hay directores que, cabezones, están empeñados en seguir con la tradición del perverso erotismo nipón con unos mínimos de calidad. Uno de los directores más interesantes de este último periodo del género es
Takashi Ishii. La trayectoría de
Ishii es bien larga y tenemos que retroceder hasta los años 70 cuando el hombre fue despedido de la
Nikkatsu por, según ellos, ser un director bastante mediocre.
Ishii, entonces, se dedico a escribir guiones para otros
pinkus además de refugiarse en el
manga. Su trabajo más famoso en el mundo de la historieta fue
Angel Guts, la cual se convirtió en una serie cinematográficas de hasta 5 entregas, la última ya dirigida por el mismo
Ishii en 1988.
Angel Guts se centraba en las consecuencias psicológicas que provocaba el acto de la violación femenina pero desde una cierta perspectiva seria y crítica frente a la postura de otros films (atacando así a la
Nikkatsu) que hacían de la violación algo gratuito y frívolo. Para el interesado, recomiendo de esta peculiar saga cinematográfica
Angel Guts: Nami (1979).
Como he mencionado,
Takashi Ishii volvió a atreverse con la dirección de films centrándose casi exclusivamente en
pinkus pero llegándole el éxito con el
yakuza-eiga Gonin (1995) donde aparecía
Takeshi Kitano. En el nuevo milenio podemos recomendar algunos de sus films eróticos, teniendo estos cierto componente alternativo como
The Brutal Hopelesness of Love (2007) o
Flower and Snake (2004), el
reboot del clásico del
bondage de 1974 que contaba con la espectacular
Naomi Tani. Pero sin duda, si tenemos que centrar nuestra mirada en un titulo de su filmografía ese es sin duda
Sweet Whip (2013). El film sigue el infierno que sufrió Naoko cuando era una estudiante de primer año en la escuela secundaria y fue secuestrada y encarcelada por su vecino durante un mes. En el presente, Naoko sigue traumatizada y busca respuestas.
Sweet Whip (2013) es un viaje hacia lo más profundo y oscuro del ser humano. Una experiencia que te pone a prueba con su trama repleta de vejaciones, sexo masoquista, secuestros y psicopatías varias a través de sus más de dos horas, los cuales pasan en un suspiro. Todo un viaje a la pesadilla sufrido por Naoko, nuestra protagonista, interpretada por Yuki Mamiya (en la versión adolescente) y Mitsu Dan, en su traumatizada versión adulta. Sweet Whip te engancha desde el minuto 1 gracias a un tramo inicial donde predomina un interés por narrar los hechos como si de una crónica policial se tratara. El secuestro de la dulce e inocente school girl Naoko así como el infierno por el que pasa la adolescente se nos es negado por medio de una excelente elipsis en estos momentos iniciales.
Únicamente sabemos que ha pasado un mes desaparecida cuando de repente la muchacha regresa a casa de su madre completamente magullada y ensangrentada. Al pasar los años y ya con la muchacha más crecidita, da la impresión de que la experiencia la ha dejado bastante tocada aún a pesar del paso del tiempo. Renegada por su madre, viviendo sola, sin poder sentir el sexo ya de una manera normal, descubrimos que mientras de día es una dulce doctora, de noche, forma parte de la plantilla de un club de sadomasoquismo vario, el cual acuden los clientes más excéntricos. Por el argumento, notamos un retorno respecto a las obsesiones habituales de
Ishii como es el de presentar un caso de violencia sexual y centrarse en las consecuencias psicológicas albergadas por la víctima. Dicho trauma y problemática está plasmado de una manera excelente, oscura y perversa sin dejar el carácter
exploit inherente de estas producciones con desnudos y erotismo constante aunque realizado en esta ocasión de una manera consecuente con la trama. La Naoko adulta va recordando lo que le pasó exactamente en esos 30 días de cautiverio infernal, un cautiverio en un sótano inmundo y asqueroso donde es sujeta a violaciones, vejaciones, humillaciones y torturas varias sufridas por su vecino aunque como veremos, la relación entre Naoko y su vecino comenzará a ser más dependiente y cercana albergando algo del síndrome de Estocolmo por parte de la adolescente. El tono del film te impregna de suciedad y así continua hasta el final del mismo.
Ishii hace honor a su apellido y se guarda alguna escena que recuerda a la iconografía de alguno de los trabajos en los 60 de
Teruo Ishii y de sus
pinkus sobre torturas ambientados en el periodo Edo. Paralelamente al cautiverio, seguimos a la Naoko adulta en su viaje interior a intentar superar el trauma y buscar aquel sabor tan dulce que sintió estando atrapada en aquel sótano siendo una adolescente y el cual no ha vuelto a sentir nunca más. ¿Que sabor es ese? Lo descubriremos en el
shocking final de la obra.
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Naoko fue secuestrada siendo una adolescente. 1 mes después volvió en esta condiciones. |
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Naoko, años después, parece que ha vuelto a la normalidad. |
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Pero el trauma sigue bien vivo en ella. |
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Por la noche, forma parte de un club sadomaso. |
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Recuerda su secuestro. ¿Qué es ese sabor tan dulce al cual se refiere? |
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La búsqueda de respuestas acaba como el rosario de la aurora |
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Esto solo es apto para gimnastas de nivel. |
Sweet Whip (2013) aún a pesar de sus limitaciones presupuestarias es un trabajo muy bien apañado en todos los aspectos. La ambientación realista destacando todas las estancias siendo éstas lugares oscuros, cerrados e inmundos como el sótano, la comisaría de policía, el piso de Naoko (adulta) o el burdel sadomasoquista. El trabajo actoral es muy notable y si nos centramos en
Mamiya y
Dan, las chicas ofrecen unes interpretaciones muy superiores a lo que estamos acostumbrados en este tipo de films y que saldan con excelente nota ya sea mostrando sus benditas perfecciones físicas como también a la hora de realizar la parte más dramática y seria del asunto. Si estáis interesados (que no me extrañaría nada) en seguir el trabajo de sus dos actrices protagonistas podéis echarle un vistazo a
Wet woman in the wind (2016) con una espectacular y divertida
Yuki Mamiya o la pasable aunque excesivamente larga
Be my slave (2012) de
Mitsu Dan.
El film cabalga por el género de terror y el torture aún no siendo excesivamente explícita en su violencia aunque si que logra incomodar por lo mostrado. Repleta de momentos que se te graban en la retina como ese misterioso inicio, la insensible inspección policial que le hace la policía a la adolescente Naoko, el momento que ésta es colgada como si de una cruz se tratara, Mitsu Dan desfogándose en una bañera o ese catártico final en el sótano sonando el “Por una cabeza” de Carlos Gardel a todo trapo para coronar el momento.
En resumen,
Sweet Whip (2013) es un viaje a los infiernos. Erotismo, terror, viaje psicológico y crónica policial se dan la mano en un conjunto que aun a pesar de su extensa duración, su metraje pasa en un suspiro por sus tramos excelentemente bien dosificados. Un film de buena construcción de personajes, con una historia en torno a una joven que vivió el horror y diez años después aún tiene que lidiar con el trauma. Una experiencia incómoda y de una violencia sexual perversa y dura pero realizado con seriedad y buen hacer por parte de sus realizadores.
Sweet Whip (2013) no es un producto vacío como muchísimos otros films del mismo estilo realizado para pajilleros y morbosos, no, se trata de una de las joyas recientes del género. Un film que costará de borrar de tu mente una vez la veas, si tienes estómago para ello.
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