CRÍTICAS PELÍCULAS

jueves, 21 de agosto de 2025

EVIL DEAD TRAP 2: HIDEKI (1992)


No suelo comentar una segunda parte sin antes haber realizado la correspondiente review a su entrega precedente, pero en este caso, la sorpresa y el impacto ha sido tal que bien lo merece.

La situación del horror japonés durante los años 80 y 90 se estaba adentrando en terrenos inquietantes, sucios, ultraviolentos y por ello verdaderamente escalofriantes. Desde la conjunción entre el softcore propio del Roman Porno con elementos de terror y gore como la trilogia Guts of a Virgin... a la explosión del mercado del vídeo cuya libertad creativa para sus autores generaba auténticas salvajadas llenas de nihilismo, caso de la archiconocida Guinea Pig y sucesivas... hasta otros ejemplos como Naked Blood (1995) de Hisayasu Sato, nos dan una idea de que aún no había llegado el momento del terror fantasmal y sutil que gracias a The Ring (1998) pondría en boga otro tipo de terror que dejaba atrás en gran parte el salvaje cine de género anterior. 

Evil Dead Trap
(1988), también conocida como Tokyo Snuff, dirigida por Toshiharu Ikeda (responsable de la genial Sex Hunter (1980), uno de los mejores y más locos Roman Porno ever), entraba dentro de este horror anteriormente mencionado proponiendo una muy curiosa mezcla de slasher salvaje en torno al mundo de las snuff movies y que derivaba en un tramo final de puro fantástico. Aún con sus taras es uno de los filmes de terror japonés más interesantes de los años 80.

Sin ninguna conexión con su antecesora, Evil Dead Trap 2: Hideki (1992), supone un gran salto de calidad con un producto insólito, demoledor tanto en su fondo como en su forma y que se atreve a presentar una Tokyo deshumanizada, en una fascinante plasmación del barrio de Ginza, envuelta de neones, drogas, prostitución y bajeza moral. Entre esos coloridos edificios nuestro asesino se encarga de ajusticiar a víctimas femeninas con brutalidad llevando la cinta, por su estética y uso de la cámara, a los terrenos de un giallo italiano hipersalvaje y que parece replicar por momentos los asesinatos cruentos de El destripador de Nueva York (1982) de Lucio Fulci. Pero lo más interesante del filme resulta el retrato de sus personajes, en especial la pareja de protagonistas femenina. Mujeres acosadas por el fantasma del aborto, de la obligación social de tener hijos (ambos representados con esas apariciones de un niño fantasmal) y servir al esposo, de la masculinidad tóxica y donde toda esa furia feminista es expresada de manera salvaje y explosiva por medio de una violencia que en ocasiones la acerca al terreno de lo surrealista.


Frente a la explosión de violencia general, el filme sorprende con un tratamiento visual muy cuidado con planos muy expresivos (la silueta del killer persiguiendo a su víctima frente a un enorme edificio de neón, los brazos de una de las víctimas apareciendo tras la protagonista recordándonos a un ángel de la muerte...) hasta otros planos contemplativos más propios de un cine autoral como el de Shinji Somai o el Takeshi Kitano de sus primeros años (ese plano fantasmagórico de la hierba reaccionando al viento).

El clímax final del filme abandona la lógica, convirtiéndose en una alucinada y alucinatoria pesadilla sangrienta con los personajes femeninos luchando entre sí, con desmembramientos, cuchilladas y chorros de sangre cayendo sobre el espectador por doquier.

Sin duda, toda una sorpresa. Dirigida esta vez por Izo Hashimoto, con guión del propio Hashimoto junto a Chiaki J. Konaka (una de las personalidades que ayudaron a fundar el nuevo terror japonés además de guionista esencial en series de Ultraman en los 90) es un filme en ocasiones árido pero enriquecedor y sugerente en las dobles lecturas de sus imágenes, lo cuidado de su tratamiento visual y lo potente que resulta en cuanto abandona lo realista para ofrecer una pesadilla simbólica.


viernes, 1 de agosto de 2025

REBIRTH OF MOTHRA (1996)


La polilla gigante Mothra siempre ha gozado de una enorme aceptación entre el público nipón hasta el punto de convertirse en el kaiju más célebre del género tras Godzilla y Gamera. La mariposa, que además es la favorita del público femenino japonés, goza de un halo bastante único en el bestiario monstruoso kaiju estando rodeado de unas características fantásticas y mágicas, pura deidad achuchable y que ha ayudado en su éxito.

La primera aparición de la polilla fue en la genial Mothra (1961) de Ishiro Honda y tras su enfrentamiento con el saurio en la maravillosa Godzilla contra los monstruos (1964) se convirtió en una secundaria habitual de la saga Godzilla. A principios de los 90 con un renacido Godzilla golpeando la taquilla se pensó en producir un filme de la polilla en solitario, si bien, se dudaba de su poder en la taquilla y finalmente el proyecto acabó mutando en lo que sería Godzilla contra Mothra (1992). El exitazo que supuso esa entrega, la muerte cinematográfica de Godzilla en 1995 además del éxito de la nueva trilogía Gamera (competencia de Toho) acabó de animar la creación de Rebirth of Mothra (1996).


El filme se entrega sin pudor a una estética y tono infantil que en muchas ocasiones recuerda a las infames entregas de Gamera en los 60 con niños algo repelentes siendo dueños de la función. Aunque he de decir que aunque torpes las entregas de Gamera al menos se convertían en un espectáculo loco y divertido de ver, lo contrario, en general de esta Rebirth of Mothra. Sorprende que el guión sea una lágrima y cuyo leve contenido lo encontramos en los primeros 30 minutos de la cinta. El descubrimiento de unas ruinas/fósiles misteriosas y que se sustraiga un medallón que abre la caja de pandora al renacimiento de un Ghidorah remodelado, cuadrúpedo y más monstruoso (convertido para la ocasión en Desghidorah). La aparición del monstruo, a los 30 minutos sirve de punta de lanza para una sucesión de batallas eternas una tras otra, con ataques y rayos cada vez más elaborados y luminosos que acaban por hastiar. 

Si, la presencia de los monstruos es constante pero no hay nada de emoción o de interés tras ellos. Pese a no contener ninguna escena de destrucción urbana, los efectos puramente tokusatsu resultan de un gran nivel, destacando las sobreimpresiones y matte entre actores y monstruos. Lástima que Mothra siga siendo un peluche de tres al cuarto. Horripilante resulta la inclusión de CGI que da pie a sangrantes secuencias como esos videoclips con las gemelitas de Mothra y que no tienen nada que envidiar a los karaokes de los más decadentes restaurantes chinos. La ambiciosa aunque en general fallida y muy alargada escena de las pequeñas gemelas luchando contra su hermana malvada en casa de los niños protagonistas es otro ejemplo de ello.

El constante griterío (Mothraaaa, no te mueraaaaas...), lo limitado de los personajes humanos y la poca originalidad general hace de esta Rebirth of Mothra una mústia entrega, y que de entre el soserío general podemos destacar la fabulosa partitura de Toshiyuki Watanabe, que eleva la cinta hacia terrenos superiores además de algunas escenas visualmente espectaculares como la de la presa o el nacimiento de Mothra Leo (efectos obra de Koichi Kawakita, director de efectos en la etapa Heisei de Godzilla). Lo discreto del filme no evitó que en taquilla funcionara realmente bien (con unos números muy similares a los de Godzilla vs Destoroyah de 1995) dando puerta a una trilogía protagonizada por la mariposa.