Regresando a los tiempos de gloria del cine de Hong Kong, abundaron durante los años 80 y 90 cine de acción o
thrillers policiales centrados en el modo de vida de las tríadas. Un genero bien popular y que fue llevado desde la explosividad balística del cine de John Woo o similares, al nihilismo de Johnnie To. Sin duda, una de las sagas más míticas y exitosas de los 90 es la saga
Young and Dangeruous. Polémicas y controvertidas por su romantización y glorificación del mundo de la mafia, tuvieron un éxito abrumador a finales de la década de los 90, generando una saga de 6 películas, varios
spin-off y un remake realizado en 2010. Tanto fue el revuelo generado por la saga que fue calificada como CAT III para alejar así a lo jóvenes de los cines.
Basado en un cómic manhua creado por Cowman y Dickey Yau,
Young and Dangerous sigue las vicisitudes de un grupo de amigos en sus inicios en las triadas. El filme resulta notable en su plasmación del funcionamiento de las tríadas en Hong Hong, la división en diversos grupos y familias, cada uno con su zona de control, tipos de negocios concretos y rencillas entre los mismos. Debido al carácter comercial de la propuesta dicho organigrama no resulta confuso teniendo cierta habilidad la película para ayudarte a no perderte en los diferentes personajes.
Si bien, aunque en un inicio algunos de los carácteres tienen una pátina superficial, las siguientes continuaciones de la saga ayudan a explorar adecuadamente el trasfondo de cada uno de ellos. Personajes como Nam o Chicken se convirtieron en leyendas de la noche a la mañana, catapultando a la fama a sus actores Ekin Cheng y Jordan Chan, respectivamente. Sin duda, el pulso que mantienen ambos personajes en la cinta, su relación de amistad la cual va teniendo muchas subidas y bajadas a la vez que ambos intentan ascender en su posición de las tríadas resulta ejemplar.
La cinta resulta muy acertada en su plasmación de los barrios más pobres y peligrosos de la ciudad, consiguiendo un nivel de suciedad y crudeza en diversos momentos sorprendente y conseguida. El grupo de personajes principales, amigos de la infancia y que les une un sentimiento de honor y unidad, resultan muy entrañables todos ellos. Jóvenes sin aspiraciones, abandonados a su suerte en unas circunstancias donde poco tienen que hacer salvo entregarse a la delincuencia para tratar de cumplir sus sueños de prosperidad.
De estética elegante y sucia a la vez, el filme recoge sin pudor su herencia del cómic en el que está basado mostrando en determinados momentos viñetas para llevarte por los diferentes tramos de la historia. Por supuesto, siguiendo el carácter comercial de la propuesta el filme no abandona las adecuadas dosis de sentimentalismo, drama y romance además de canciones, que no empañan en absoluto el conjunto.
Así,
Young and Dangerous, resulta un entretenimiento de lo más notable. Eficaz en su manera de plasmar la idiosincracia de la propia mafia y de sus relaciones de poder. Interesante en su narración de historia de ascenso de un grupo de personajes. Súmale la presencia de estrellas míticas del género como Simon Yam para hacer de su visionado una experiencia muy recomendable y quizás la más sólida entrega de una saga que por si misma es bien sólida. Ya la iremos comentando en un futuro en este blog. Si bien aprovecho la presente crítica para recomendar al lector
Young & Dangerous 4 (1998) y especialmente los
spin off realizados de personajes secundarios de la saga, la mayoría de ellos todavía más notables que la saga madre y dotados de un aura de fatalismo y melancolía muy conseguidos, caso de
Young and Dangerous: The Prequel (1998),
Portland St. Blues (1998) o
These Were the Days (2000), centrada ésta última en la infancia y adolescencia de Chicken.
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