CRÍTICAS PELÍCULAS

miércoles, 14 de junio de 2023

SUZHOU RIVER (2000)


El cine chino desde los años 90 experimentó una apertura y un relajamiento de la censura que lo permitió crecer y alcanzar nuevas cotas de genialidad provocando que éste lograra entrar y con éxito en festivales internacionales y occidente. Son los años de Zhang Yimou o Chen Caige. Es una generación de directores que buscaban volver a tratar historias íntimas e incorporar la estética del documental o del underground en sus trabajos. 

Lou Ye es un artista polémico y guarda una filmografía con la que siempre ha mantenido un pulso con la censura y el gobierno del país atreviéndose con temáticas consideradas tabú en el cine local hasta el momento como la plasmación del sexo y la desnudez o un cine de carácter más político. Ejemplos de ello lo tenemos con cintas como Weekend Lover (1996) o Summer Palace (2006). Lou Ye es responsable de una de las películas más importantes de la sexta generación del cine chino, una película que curiosamente no llegó a estrenarse en China por orden de las autoridades del régimen comunista chino. Estamos hablando de Suzhou River (2000).

En el filme seguimos las andanzas de un cámara profesional, al que nunca vemos la cara, y que acaba subyugado por los encantos de MeiMei, una joven que trabaja en un bar de poca monta realizando un espectáculo donde se disfraza de sirena. En el fragor de la relación MeiMei, le habla de la historia de Mardar. ¿Quien es Mardar? Un joven mensajero que un buen día un contrabandista de alcohol le pidió llevar a su hija de 16 años, Moudan, a casa de su tía. En el trayecto, ambos se sientieron atraídos... Ambas historias acabarán cruzándose.

Suzhou River es un fascinante e interesantísimo drama romántico que capta con total acierto y autenticidad la China del cambio del siglo mostrando una Shanghai gris y sucia pero extrañamente seductora. 

Lo primero por lo que llama la atención el filme es por su propuesta visual y el punto de vista del narrador en parte de la cinta y es que el protagonista de la historia, que hace la función de narrador en el filme, no se le ve cara en ningún momento, optando el filme por el uso de la primera persona en unos tramos virtuosos y excepcionales desde el punto de vista técnico. 

Tras el primer tercio del filme, nuestro protagonista empieza a relatar la complicada historia de amor entre Mardar y Moudan, optando el filme por un punto de vista en tercera persona pero siguiendo explotando esa manera de rodar tan peculiar del filme con mucha cámara en mano y planos fuera de lo normal. Uno de los puntos más interesantes que nos depara el guión de la cinta es que los personajes de esta historia de amor traspasan al relato principal creando un interesante juego de espejos ayudado por el hecho de que tanto MeiMei como Moudan están interpretados por la misma actriz. El filme gana puntos en algunos momentos en los que aborda el realismo mágico, especialmente en esos momentos tan sugerentes de Moudan, una vez desaparecida, apareciéndose como sirena a los pescadores del lugar en el río.

Un cámara que lo graba todo.

Acaba enamorado de MeiMei.

Ésta le cuenta la historia de Mardar, un mensajero en moto con contactos peligrosos.

Y que conoce a la joven Moudan.

Tras un turbulento amorío y la desaparición de Moudan, Mardar no dejará de buscarla...

¿Me buscarías si desapareciera?

Suzhou River parece cabalgar por los paisajes visuales de Wong Kar Wai gracias a una magnífica fotografía y plasmación de espacios callejeros. Una ambientación sucia, húmeda y decadente pero plasmada con una extraña belleza ayudándose de elementos como la bruma, la lluvia o esos neones sempiternos de la ciudad. En ese sentido, el filme recoge elementos del noir como esos clubes nocturnos de dudosa legalidad o la presencia de mafiosos y otra gente de dudosa calaña. Su drama romántico, casi existencialista, resulta absorbente y de peculiar plasmación, donde gana muchos enteros la misteriosa y fascinante doble interpretación de Xun Zhou.

Suzhou River es una muy interesante muestra de lo atrevido del cine chino de la sexta generación, aún a pesar del pulso constante que han de mantener sus directores con el gobierno comunista del país. Lou Ye consigue una obra que cala gracias a una propuesta visual absorbente y un contenido que da lugar a pasajes románticamente conmovedores atreviéndose a plasmar realidad social, pobreza y el conformismo de la población coronado además con un abierto pero poderoso final. Una joyita a descubrir y que ahora la tenemos disponible de nuevo gracias a una magnífica restauración en 4K, distribuida en España gracias a los buenos de Atalante Films.

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