CRÍTICAS PELÍCULAS

jueves, 29 de julio de 2021

COLE, COLE, QUE TE COMO (1980)


Tsui Hark
 es uno de los mayores pesos pesados de la industria del cine de Hong Kong. Hark inició su carrera en los años 70 y se especializó en el cine de acción o los  grandes blockbusters dirigiendo trabajos como Zu, guerreros de la montaña mágica (1983), Shanghai Blues (1984) o Érase una vez en China (1991) con Jet Lee. De entre sus inicios podemos encontrar esta irresistible joya que lograba combinar, con éxito, la comedia más absurda, las artes marciales, el horror y el gore. De título Di yu wu men (1980), conocida internacionalmente como We're going to eat you y aquí en España con el cafre, incorrecto pero divertidísimo título de Cole Cole que te como.

En el film seguimos al agente 999 quien, junto a PickPocket, un ladrón, viajan a una isla remota en busca de un bandido llamado Rolex. A su llegada, se encuentran con el jefe de policía y pronto comienzan a notar que los habitantes del pueblo son todos unos despiadados caníbales.

Cole Cole que te como es un pequeño clásico de la época. Una película que adoré al verla de adolescente. Un puro entretenimiento cuyo ritmo no cesa en todo el metraje. El buen sabor general es conseguido gracias a su fluido y conseguido mix de géneros, destacando la comedia y las artes marciales siendo representada en el Agente 999, que acude al poblado de marras en busca del malvado Rolex. El Agente 999 está interpretado por Norman Chau, visto en films como Seeding of a ghost (1983), la también de Tsui Hark, Zu, guerreros de la montaña mágica o más recientemente en el revival de Mr. Vampire: Taoist Priest (2021). Chau nos deleita con excelentes momentos de acción con unas coreografías vistosas y divertidas. En el reparto también encontramos nombres como Melvin Wong (Bewitched) como Rolex o Eddy Ko (Flash Future Kung Fu). El problema del poblado de la película y que se enfrentará el Agente 999 es que debido a la falta de comida se han convertido al canibalismo cocinando a la parrilla a cualquier aventurado o despistado que acabe en el poblado. Impagables son las caras de alegría de los pueblerinos al llegar el Agente 999 y Pickpocket al lugar con el desconcierto de éstos.
El Agente 999 y PickPocket son atacados por unos enmascarados en el bosque.

Al llegar al poblado, la gente se comporta de forma rara...

...¡Son caníbales!

Pickpocket se lleva la peor parte...

El ambiente despreocupado de la película lo empapa todo. Desde el evidente cachondeo con los nombres de los personajes (Rolex, Pickpocket...) a los gags de brocha gorda donde destaca el bizarrísimo momento de aquel monstruoso travestido que cae rendido ante Pickpocket y el cual se quiere comer (metafórica y literalmente). Así, Cole Cole que te como es un film divertidísimo y que es un ejemplo más de la imparable y sorprendente edad de oro del cine de Hong Kong. Una fiesta llena de chistes, violencia, artes marciales, en un tono de sana diversión, con unos personajes caricaturizados y con situaciones llevadas a la consciente exageración. Una comedia slapstick sanguinolenta y que tal vez podríamos considerarla toda una pionera en este mix de género gore/comedia y que luego explotaría con éxito gente como Peter Jackson en Braindead (1992).

Como curiosidad de la película. Se utilizan insertos de la música de Goblin utilizada en el clásico Suspiria (1977) de Dario Argento.

miércoles, 21 de julio de 2021

ARMAS INVENCIBLES (POLICE STORY) (1985)


La importancia en el cine de acción y artes marciales de una figura como Jackie Chan aún no está lo suficientemente tomada en serio. Chan, acompañado de su cuadrilla (como Sammo Hung o Yuen Biao) revolucionaron el cine de artes marciales de Hong Kong y lo elevaron a un nivel aún no superado. Para muestra, solo hace falta echar un vistazo a los trabajos que Jackie realizó durante los años 80. Es para tirar a cualquiera de espaldas: El chino, Los piratas del mar de China y su secuela Los Tesoros del Mar de China, Los supercamorristas, La armadura de Dios, Los tres dragones o Gángster por un pequeño milagro. Pero si hubo una saga que catapultó todavía más la figura de Chan fue Police Story. Armas invencibles (1985), que fue así como se conoció en España, fue el pistoletazo de salida de una saga que cuenta con 6 entregas siendo Acción policial (2013) el último capítulo, hasta el momento. Armas invencibles redefinió el cine de artes marciales llevándolo al terreno de lo policial y abriendo un campo de nuevas posibilidades para el género con una temática más urbana y un tono de violencia seca. Un proyecto surgido por la frustración ocasionada por la película El protector (1985), otro de los intentos de Jackie para abordar el mercado americano y que se saldó en una mala experiencia que no ayudó a la estrella marcial.

Jackie y sus suicidas escenas de acción
En Armas invencibles seguimos al aguerrido y atlético Kevin, un policía de Hong Kong que se enfrenta a una difícil misión: atrapar al capo de la droga del país. Pero para condenar al criminal solo hay una testigo que puede incriminarle y Kevin es el único que puede protegerla. Evidentemente todos los criminales a las órdenes del capo intentarán matar a la testigo y a su guardaespaldas.

Si en algo destaca Armas invencibles es en su planificación de las escenas de acción. No miento si digo que aquí, Jackie y su equipo de stunts nos deslumbran con algunas de las set pieces más espectaculares, memorables y bestias de la historia del género. Tal nivel de suicidio marcial y espíritu kamikaze propone escenas imborrables como todo el prólogo de la cinta donde se construyó desde 0 un pequeño poblado solo para ser destruido en escena. O el inolvidable clímax final en el centro comercial con cientos de cristales destrozados en el fragor de la batalla ¡un culmen de la carrera de Jackie! Es de sobras conocido que Jackie realizaba él mismo la grandísima mayoría de sus escenas de riesgo sin uso de dobles, una decisión que le ha ocasionado numerosas lesiones. Las más graves, precisamente, se las ganó en el rodaje de Armas invencibles. Por poner ejemplos. Jackie casi pierde un ojo con uno de los cristales rotos en el clímax del film. Se quemó las manos en la escena que baja por la barra metálica del centro comercial además de dañarse varias vértebras y dislocarse la pelvis. Dicha escena fue rodada en una sola toma y sin cables. ¡Una locura! Los stuntmen también pillaron de lo lindo. El momento en el que un autobús frena de golpe frente a Jackie y tres stunts salen despedidos del auto, estaba previsto que cayeran sobre unos coches pero algo falló y cayeron sobre duro suelo de cemento. Lo dejaron tal cual en el montaje final.

Kevin es un aguerrido agente de policía de Hong Kong

Kevin deberá proteger a una testigo que podría incriminar al capo de la droga del país

Pero no lo tendrá fácil...

La mítica escena de la barra metálica

El problema de Armas invencibles es que, si bien, todos sus momentos de acción son excepcionales cuando Jackie no está dando patadas o haciendo alguna locura el interés baja dramáticamente. Esto lo notamos en todo su tramo central con Kevin protegiendo a la testigo y provocando los celos de Maggie Cheung (May). Un tramo poco interesante con una profusión al humor absurdo que resulta bastante sonrojante. El equilibrio entre acción e interés por los personajes es un aspecto que me resulta muy mejorado en la secuela, Superpolicía en apuros (1988), que en conjunto la considero algo superior. 

En todo caso, Police Story, o Armas invencibles es el inicio de una de las sagas más exitosas y aclamadas del cine de acción de Hong Kong. Un film donde es evidente que Jackie se empleó a fondo con obsesiva perfección por ofrecer lo mejor. Una primera entrega ejemplar e insuperable en sus kamikazes escenas de acción y que actualiza el género de las artes marciales integrándolas en el mundo moderno, con tono policial y mostrando los bajos fondos de la gran ciudad teniéndose que enfrentar el héroe de turno con mafiosos y sus imperios de la droga. Un conjunto que a mi parecer, fracasa en un tramo central más aburrido por su sonrojante humor pero que remonta inmediatamente hasta el infinito en cuanto aparecen sus deslumbrantes escenas de acción.

Como curiosidades. La canción de la película, Hero Story, viene interpretada por el mismo Jackie Chan. Si es que vale para todo. Y la Academia de Hong Kong premió como "Mejor película" a Armas invencibles. El único de estas características en la carrera de Jackie.

viernes, 18 de junio de 2021

BETTER DAYS (2019)


Las películas que tratan el tema del bullying son bien frecuentes en el cine adolescente oriental. Tal vez derivado de su sistema de estudios tan exigente y competitivo que lleva a muchos adolescentes al suicidio más allá del problema estructural que supone el acoso escolar es una problemática desgraciadamente habitual en ciertos países de Asia. Si Japón propuso, entre muchas otras, cintas como Confessions (2010) y Corea del Sur, The King of Pigs (2011), ahora Hong Kong se apunta con la potente Better Days (2019).

El film cuenta los meses previos al examen "gaokao". Para casi diez millones de estudiantes, este examen para entrar en el programa nacional de estudios determinará su vida. Chen Nian ha estado muy ocupada preparando el examen, dejando todo de lado, pero su existencia es alterada tras el suicidio de una compañera de clase debido al acoso al que se veía sometida por sus compañeros. Nian también es víctima de un acoso brutal por compañeras como Wei Lai. Una noche, Nian conoce a Xiao Bei, un joven delincuente el cual está siendo golpeado por una pandilla. A pesar del rechazo inicial, poco a poco irán intimando y Bei empezará a protegerla del acoso. Todo cambiará cuando, a unos días del examen, el cuerpo de Wei Lai es encontrado sin vida.

Better Days es uno de esos films que te pegan en el estómago con una propuesta que no se anda con chiquitas a la hora de contarte una historia dura, seca y llena de violencia tanto física como psicológica. Una trama cuyo objetivo es denunciar un sistema escolar (el de Hong Kong en este caso) de carácter elitista, competitivo y exigente donde nuestra protagonista, Nian, es brutalmente acosada y maltratada por sus compañeras y quienes se pavonean inmunes a un castigo. De hecho, la principal acosadora, Wei Lai, es totalmente intocable por el estatus monetario de sus padres, aunque descubriremos que está llena de carencias afectivas. El infierno de Nian no solo la aguarda en el instituto, sino que tiene que aguantar vivir en un piso sola, con una madre que nunca está en casa y con los acreedores acudiendo a su puerta por estar endeudados. La película está rodada de maravilla, estando provista de recursos visuales llamativos y momentos de quitar el aliento. A este respecto podemos observar el excelente arranque, con el suicidio de la compañera de clase de Nian, siendo plasmada viendo las reacciones de los alumnos, sin mostrar caras ni el cuerpo, y centrándose en el rostro de la propia Nian.

El film crece al explorar la curiosa relación que se establece entre Nian y Xiao Bei, quien no vive un presente muy halagüeño, viviendo el muchacho en una casucha bajo un puente y ganando dinero de donde puede siendo otro ser maltratado por la vida y sin ninguna esperanza de mejorar. Poco a poco, los dos empezarán a estrechar su relación, unidos frente a un mundo que parece rechazarles. Solo la mínima esperanza de que Nian apruebe sus exámenes y eso le proporcione unas condiciones laborales mejores en el futuro es lo único que los agarra a una esperanza. Pero no todo será tan fácil. 

Better Days está llena de una violencia física y psicológica que a veces se antoja difícil de aguantar. En ese sentido, el drama de la película acaba por tornarse, quizás, algo excesiva. Es que, ¡nada peor les puede pasar a la pareja protagonista! Aunque es comprensible por el contexto en el que nos encontramos. Así, del drama adolescente, el romance oscuro y la trama de abuso escolar, la película vira poco a poco hacia el thriller policial surgido a partir de una muerte inesperada y que pondrá contra las cuerdas a la pareja protagonista en un catártico final para ellos. 

Es interesante también el contexto social que rodea al drama de la película, mostrando a unos compañeros de clase que se comen unos a otros, en un ejercicio que no deja de ser una traslación de lo que viven en casa con unos padres ausentes o que dan pocas muestras de cariño. Por otro lado, en mostrar a esa Hong Kong de contrastes con más pobreza de la que parece con jóvenes que parecen haber sido expulsados del sistema y dejados a su suerte. También es interesante el elemento policial de la película, tomando partido éstos en la investigación del suicidio de la compañera de clase de Nian para luego aumentar su presencia tras imponer Nian denuncias a su acoso. Siguiendo con el tono agrio del film, también se nos muestra a una policía incapaz de poder tomar cartas en el asunto debido a la ambigüedad legal dificultando, además, la capacidad de indagar en la mente de estos adolescentes. Finalmente, Nian y Xiao, incapaces de confiar en el sistema, se inventarán una manera de solucionar el problema en el que se encuentran por sí mismos.

La compañera de clase de Nian se suicida.

Nian es acosada en su día a día.

Pero una noche conoce a Xiao quien comenzará a protegerla.

La relación entre los dos jóvenes se estrecha cada vez más, pero no todo será tan fácil.

Better Days está dirigida por Derek Tsang, quien primero fue un actor de prolífica carrera con films como Adult Video (2005), Dream Home (2010) o The Brink (2017) para combinarlo con la dirección tras una ópera prima como Lover's Discourse (2010). Zhou Dongyu está excelente como Chen Nian. La actriz se está labrando una muy interesante carrera desde que Zhang Yimou la descubrió para Amor bajo el espino blanco (2010), apareciendo en trabajos tan recomendables como Nosotros y ellos (2018) o Soul Mate (2016), también de Derek Tsang. El aspecto tan juvenil y virginal de Dongyu permite encajar a su personaje de 17 o 18 años sin notar que la actriz tenga en realidad unos 27 años. Jackson Yee interpreta eficientemente a Xiao Bei. La pareja encabeza un reparto con numerosas caras adolescentes e impolutas con otras más maduras como Fang Yin (Operation Red Sea) o veteranos como Jue Huang (Largo viaje hacia la noche).

Así, Better Days (2019) quiere dar visibilidad (como se puede ver en sus créditos finales de manera más explícita) a la grave problemática del acoso escolar con un conjunto epatante, de infarto y de tono duro. Un conjunto visualmente intachable y de un ritmo muy equilibrado a lo largo del mismo. Si bien, encontré su tramo final algo apresurado y no del todo bien cerrado quedando algunas cuestiones en el aire. Pese a esto y sus excesos dramáticos, Better Days es una muy notable obra, a tener en cuenta por su crónica social del momento a la vez de por su nivel cinematográfico. Acabó siendo la representante de Hong Kong en los Oscars 2020 para el premio a "Mejor película de habla no inglesa", aunque no entró en la selección final.

miércoles, 16 de junio de 2021

HANUMAN VS 7 ULTRAMAN (1974)



El personaje de Ultraman no solamente se quedó para la televisión sino que protagonizó varios largometrajes para cine en los años 70 y 80. De films que simplemente recopilaban episodios a proyectos como Ultraman Story (1984), que introducía escenas nuevas de entre un greatests hits de los mejores momentos de la franquicia hasta el momento. Aunque el personaje aparecería en varias producciones tailandesas y de resultados pintorescos. 

El verdadero protagonista de esta historia es Sompote Saengduenchai, fundador de la Chaiyo Productions y responsable de los mayores éxitos de la historia de Tailandia con films en su mayoría de fantasía y monstruos como Cocodrilo (1981), Krai Thong (1980) o Twelve sisters (1981). Sompote, que siempre quiso dedicarse al cine, acabó estudiando en la Krungthep Technical College y tras realizar un film propagandístico a petición del gobierno tailandés recibió una beca de dos años para trabajar en la mismísima Toho. Allí colaboró con pesos pesados del estudio como Akira Kurosawa o Eiji Tsuburaya con quien estuvo trabajando en la elaboración de diversos efectos especiales para películas kaiju o en los inicios de la producción de Ultraman. Con los deberes aprendidos, Sompote vuelve a Tailandia y realiza Tah Tien (1973), delirante cinta llena de elementos de humor y un tramo final heredero del cine de monstruos japoneses como Daimajin (1966), debidamente mezclado con las leyendas tradicionales de Tailandia con dos estatuas gigantes causando el pánico en Bangkok. El film supuso un gran éxito en el país lo que dio la idea a Sompote de mezclar personajes procedentes de la Tsuburaya Productions con el folklore tailandés. Tras conseguir cerrar un acuerdo con la productora japonesa, Sompote realiza Jumborg Ace & Giant (1974), donde junta al héroe robótico de Tsuburaya con la estatua desmesurada vista en Tah Tien. La siguiente víctima de Sompote fue nuestro Ultraman. 

En Hanuman vs 7 Ultra Brothers (1974) se volvía a insistir en mezclar a personajes nipones con la imaginería tradicional tailandesa, esta vez, enfocada en el dios mono Hanuman, deidad de origen hindú. 

El film da comienzo con un grupo de niños bailando frente a un templo. El sol cada vez está más cerca y el calor está provocando graves sequías en la zona por lo que esperan que sus bailes calmen a los dioses y las lluvias lleguen. De repente, 3 rufianes, se adentran en el templo y roban la cabeza de una estatua de Buda. El cabecilla del grupo de niños, el valiente Koh, se enfrenta a los malvados pero tras ser golpeado y pateado con crueldad, es disparado a bocajarro. ¡Malvados! Este crimen es visto desde los cielos por la Ultrafamily, quienes recogen el cuerpo de Koh y lo devuelven a la vida convertido en el dios Hanuman, quien se encargará de vengar la muerte del infante. A todo esto, paralelamente en una base militar, un científico, el doctor Wisut, quiere probar un experimento para hacer que llueva de nuevo lanzando una serie de cohetes al cielo. El invento sale mal, provocando una enorme explosión en cadena que provoca la aparición desde las profundidades de la Tierra de, no uno, ni dos, sino de cinco monstruos gigantescos. Frente a la imposibilidad de que Hanuman pueda contra los cinco, los Ultra Brothers (Ultraman, Ultraman Jack, Zoffy, Taro, Ace y Seven) bajarán a la Tierra a echarle una mano.

Hanuman vs 7 Ultra Brothers
es un subproducto de muy limitados valores artísticos pero que no obstante tiene claro a lo que va sin disimular su carácter exploit del tokusatsu japonés mirando sin tapujos al disfrute del público infantil con una presencia casi constante de los héroes gigantes de la función. Sompote no pierde la oportunidad de insertar momentos sanguinolentos y sádicos que no casan en una producción de este estilo. Koh, el niño protagonista y que luego acabará convirtiéndose en Hanuman, recibe una tunda de golpes y patadas varias por el trío de ladrones del film acabando por recibir varios balazos en la cara. La venganza de Hanuman a la muerte del infante, y que supone la mejor escena de la película, presenta al dios mono pisoteando a los rufianes y atrapando a uno de ellos entre sus manos haciendo estallar de entre sus dedos una cascada de sangre. En otro momento, uno de los monstruos enemigos es despellejado hasta quedarse, literalmente, en los huesos.
Un grupo de niños dan la turra mientras bailan y cantan frente a un templo.

Unos malvados rufianes se cargan a tiros a uno de ellos.

La familia Ultraman revive al niño convirtiéndolo en el dios mono Hanuman.

Hanuman aplasta a los rufianes pero se enfrentará a una amenaza monstruosa.

Los Ultra Brothers echarán una mano a Hanuman.

El film supone todo un caos narrativo ya que intenta contar tantas tramas como sea posible. A la trama de los niños bailarines se le suma la del mad doctor. Por otro lado, somos abordados en varios momentos por unas presuntas secuencias cómicas protagonizadas por una pareja de pilotos (nos cuentan que son los mejores de su promoción) haciendo monerías y caídas de una visión estomagante y de vergüenza ajena. Los efectos especiales del film son muy pobretones con escenarios paupérrimos y batallas sonrojantes con los monstruos (venidos de series como Mirrorman o Ultraman Taro) actuando como niños pequeños. De vergüenza son esos momentos de Hanuman bailando cada dos por tres o hablando con los Ultra brothers durante la batalla. Lo peor de todo es que la representación de sus voces están desprovistas de cualquier sensación de enormidad pareciendo una conversación entre caballeros en medio de una calle. Pese a lo que comentamos, el film fue toda una superproducción dentro de los márgenes tailandeses de la época aunque el resultado en pantalla es bastante "Z".

Hanuman vs 7 Ultra Brothers es un film terrible a nivel artístico no exento de diversión muy casposa, pero sus 107 minutos le pesan como una losa llenando gran parte del metraje (hasta que llegan los monstruos) de un despliegue de gags cómicos estomagantes, bailes interminables, cháchara y lloriqueos. Aún siendo sus efectos especiales muy dudosos, no obstante ofrecen algunos momentos aislados destacables como la primera aparición de Hanuman, algunas maquetas vistosas o ciertos momentos de la batalla final con Gomora (el enemigo más recordado de la primera Ultraman) protagonizando un momento alucinante y absolutamente alucinógeno con el monstruo causando tsunamis con la mente (momentos extraídos vía stock footage de The Return of Ultraman) en un montaje de luces y formas de colores que seguramente causó algún ataque epiléptico en su estreno. 

Aún a pesar de las limitaciones de la película, esto no evitó que fuera todo un éxito de público en su país de origen acabando por estrenarse por media Asia y ayudando a consolidar a la franquicia "Ultraman" en territorios como Tailandia o Malasia.

Pero, la vida de la película no acaba aquí. Es entonces cuando empieza la locura de los montajes y remontajes. Su estreno en Japón fue algo tardío, llegando en 1979, con un montaje algo alterado de 90 minutos y llevando por título The 6 Ultra brothers vs The Monster Army. Pero antes de llegar a Japón, fue comprada por la todopoderosa Shaw Brothers con la intención de exportarla a Hong Kong y Taiwan. Así, en 1975 llegó a Hong Kong, Hanuman and the Seven Ultramen, en una versión con un metraje reducido que provenía de una versión sin editar de la película apareciendo en la imagen diversas marcas de edición o códigos de tiempo.
Otro montaje más. Hanuman vs 11 Ultraman (1984).

Space Warriors 2000 (1985).
Lo más marciano realizado con Ultraman.
La Chaiyo Productions insistió en seguir sacando rédito de la película y en 1984 realizó un nuevo remontaje. Hanuman vs 11 Ultraman toma hasta 40 minutos de films como Ultraman Zoffy: Ultra Warrios vs The Giant Monster Army (1984) y Ultraman Story (1984), que ya de por si estaban basadas casi enteramente de material reciclado.  Lo mejor es que este nuevo montaje fue realizado sin el consentimiento de la Tsuburaya Productions.

Pero fue desde Estados Unidos donde se realizaría el remontaje más surrealista de todos. En Space Warrios 2000 (1985), el productor (y socio de Sompote) Dick Randall pensó que seria una buena idea realizar una nueva versión de Hanuman vs 11 Ultraman rodando nuevas escenas con actores americanos e introduciendo a la historia un marcado tono cómico. La historia de un niño y el muñeco de Ultraman que su padre le regala se mezcla con escenas recicladas por doquier de Hanuman vs 11 Ultraman siendo cambiadas de orden respecto a la original, banda sonora de stock además de un doblaje al inglés absolutamente psicotrónico. El film tras unos pocos pases televisivos en 1985 desapareció tras la demanda impuesta por la Tsuburaya Productions hacia nuestro amigo Sompote.

Como apunte final, las fechorías de Sompote Saengduenchai no afectaron únicamente a la Tsuburaya. Toei también fue víctima del tailandés apropiándose éste, sin permiso, de los personajes de Kamen Rider en la marciana Hanuman and the Five Riders (1974). Un despropósito que toma material de stock de la película Five Riders vs King Dark (1974) y de la serie Kamen Rider X junto a una trama sin pies ni cabeza con múltiples batallas, el retorno de Hanuman, chicas desnudas siendo ajusticiadas en el infierno, decapitaciones y unos Kamen Rider de Hacendado. Algo alucinante.

PARÁSITOS (2019)


Que se puede añadir a estas alturas a una película de la que se ha oído tanto hablar en el último año como Parásitos (2019). La última película, hasta el momento, de Bong Joon-Ho consiguió lo inimaginable. Tras despegar con éxito al ganar la prestigiosa "Palma de oro" del "Festival de Cannes", el film arrasó, imparable, con todos los premios habidos y por haber. La noche del 9 de febrero de 2020, en la "92a edición de los Oscar", los fans del cine asiático en general y del coreano en particular nos saltaron lágrimas en los ojos al ver como la obra de Joon-Ho se llevaba, para sorpresa de todo el mundo, hasta cuatro estatuillas: "Mejor película de habla no inglesa", "Mejor guión", "Mejor director" y "Mejor película". Un triunfo absoluto, que encima coincidía con la conmemoración del primer centenario del cine coreano, en un año donde la competencia era dura con películas como El irlandés de Martin Scorsese, Érase una vez en Hollywood de Quentin Tarantino o Joker.

Parásitos (2019) supone una culminación, celebración y depuración del estilo tan personal que Bong Joon-Ho lleva realizando desde finales de los 90. Una forma de hacer cine que ya apuntaba maneras desde sus inicios con la cínica y negra comedia Perro ladrador, poco mordedor (2000) y que acabaría explotando en la excelente Memories of Murder (2003) o la monstruosa The Host (2006). Cintas en las que se acudían a géneros mal llamados populares, el thriller y el Kaiju Eiga, en este caso, pero que al pasar por el filtro de Joon-Ho eran convertidos en otra cosa, igual de estimulante, despojándolos de tópicos, llevándolo por caminos novedosos y ganando en comentario social y crítico. La carrera de Bong Joon-Ho es una de las más coherentes y estimulantes del cine reciente. Mother (2008) suponía un regreso al thriller y Snowpiercer (2013) una, a ratos, apasionante ciencia ficción con herencia de cómic europeo y que ya lo juntaba con grandes nombres occidentales como Ed Harris o Tilda Swinton, la cual repitió con el director con la muy notable Okja (2017).

Parásitos es su regreso, tras 11 años, a un equipo enteramente coreano con una producción que, de nuevo, apunta a la crónica social como son las claras diferencias entre clases económicas. Una problemática que, aunque podamos pensar que es algo más perteneciente a épocas pasadas, (recordemos en la Edad Medieval, la disposición de un poblado, con el castillo del todopoderoso rey destacando en el centro del mismo y por encima) es una realidad actual y, a mi parecer, inmovilista. Y más en estas épocas de crisis económica donde parece separar cada vez más la línea entre ricos y pobres. 

En el film seguimos a los Park, una familia con bastantes problemas económicos y sin trabajo. Cuando su hijo mayor, Gi Woo, empieza a dar clases particulares en casa de la adinerada familia Kim, los Park, poco a poco comenzarán a introducirse en la vida de los Kim.

Parásitos es una muestra impecable y explosiva de la capacidad de Bong Joon-Ho para enganchar al espectador en un empaque de lujo y de carácter comercial pero que evoca al Buñuel más social, el humor negro y los giros de guión de Alfred Hitchcock o el Kurosawa de El infierno del odio (1963). La trama de la película y como ésta se va desarrollando con imprevisibles resultados es uno de sus puntos fuertes cabalgando en una amalgama de géneros que inicialmente la llevan a la comedia subversiva hasta dar un vuelco hacia el puro drama o incluso el horror sin abandonar ciertos gags de comedia absurda pero deliciosa. Unos saltos de género, por otro lado, bastante corriente en el cine de Joon-Ho. Como también plasmaba a la perfección Charles Chaplin, la realidad de nuestras vidas cabalga por la comedia y el drama de un segundo a otro, algo que parece haber tomado nota el director surcoreano.

La familia Park pasa por graves problemas monetarios.

Gi Woo consigue ser profesor de refuerzo de la hija de los millonarios Kim.

Poco a poco, la familia Park empieza a introducirse en el hogar de los Kim.

Pero las cosas darán un vuelvo inesperado.

Uno de los aspectos más interesantes del film es su coherencia entre fondo y forma. La casa de los Park representa la podredumbre en la que viven, estando ellos en un piso que ya directamente está bajo tierra. No son más que unas ratas o unos insectos. Esos maravillosos momentos de los personajes subiendo cuestas y escaleras hasta llegar a la impresionante mansión de los Kim (un decorado construido desde cero), sirven de total contrapunto a ese mundo intocable y al cual parecen no pertenecer, pero sueñan con ello. Esa traslación literal y muy visual de esos pasos por los diferentes mundos de los personajes es llevado a sus últimas consecuencias en la excelente secuencia de la lluvia donde el barrio pobre es inundado, con la familia Park corriendo por las calles como esos ratones que acaban de escapar de la gran mansión de los Kim, los cuales, en su posición, no les afecta la terrible tormenta. Dicha coherencia entre fondo y forma también se ejemplifica en la milimétrica elección de los planos y la edición tendiendo a movimientos de cámara que van de arriba a abajo y viceversa. El inicio y final del film es cíclico en ese sentido.

Respecto a la dicotomía rico/pobre, es inteligente la película en no juzgar a sus personajes, ya que se podría haber caído en la crítica fácil ("que malos son los ricos"), evitándolo y mostrándolos más como una serie de personas que simplemente viven en su propio mundo y están ajenas a lo que está ocurriendo más allá de sus cuatro paredes. Como curiosidad, el germen de la película está basada en una experiencia del propio Bong Joon-Ho, el cual en una ocasión, siendo joven, fue profesor particular del hijo de una familia adinerada.


Parásitos funciona como un reloj suizo, no solamente gracias a una dirección prodigiosa y de una matemática edición sino también por la excepcional elección de sus actores. Song Kan-Ho no necesita presentación ya que es, tal vez, mi actor coreano preferido y uno de los mejores actores a nivel mundial de estos últimos 20 años (ya ha colaborado con Joon-Ho en buena parte de su filmografía) pero le acompañan Lee Sun Kyun (A Hard Day) y Cho Yeo--Jeong (La concubina) quienes interpretan al matrimonio de clase alta, los Kim. Particularmente me han supuesto todo un descubrimiento Park So-Dam (The Priests) y Choi Woo-Sik (Train to Busan), actores de sobrada filmografía aún a pesar de su juventud pero que particularmente aquí brillan interpretando a los hijos de la familia Park.

Aún a pesar de lo maravilloso y bien orquestado de la propuesta si que encuentro que su final tiende a una sobre explicación algo innecesaria o una chocante entrega al derramamiento de sangre en su clímax y que son todo un contraste aunque, éstos, son elementos nimios y que son por intentar sacarle algo negativo a esta joya.

El éxito de Parásitos (2019) ha demostrado al público más mainstream que, tal vez, deberían fijar su mirada cinematográfica hacia otros lugares del planeta más allá de EEUU, para encontrar así propuestas diferentes, originales y que son capaces de trastocar los cimientos del cine. 

Una nueva obra maestra de un director irrepetible y muy personal. Aún sintiendo que, tal vez, su mejor trabajo es Memories of Murder (2003), Parásitos es un disfrute de principio a fin por su perfección técnica y actoral, su capacidad para agarrar al espectador y moverlo de un lado a otro por la comedia excéntrica, el drama o la violencia súbita mezclado con un más que enriquecedor comentario social lleno de detalles con mucha miga (ese olor de la pobreza que repugna al señor Kim) y que se va tornando más agria a medida que avanza.

En 2020, Bong Joon-Ho preparó una versión en blanco y negro de la película, según él, más allá de su amor por el formato, para así, recalcar más, visualmente, las diferencias de clase social de los personajes.

viernes, 11 de junio de 2021

MATANGO (1963)


Las bombas atómicas caídas en Hiroshima y Nagasaki en 1945 marcaron para siempre a la sociedad japonesa y eso se vio reflejado en mucho de su cine, especialmente en la ciencia ficción, donde el temor atómico es frecuentemente tratado. Japón bajo el terror del monstruo (1954) fue una de las primeras en tratar con valentía y seriedad las caídas de las bombas atómicas, utilizando el terror, la destrucción y el sufrimiento del ciudadano japonés para representarlo en un monstruo gigante de forma catártica para el espectador nipón de la época. El film, estuvo dirigido por el gran Ishiro Honda, quien, a pesar de realizar durante los siguientes años películas que se enmarcaban en una gran variedad de géneros como el romance, el drama adolescente, la comedia o el musical, acabó siendo encasillado por la Toho en el género de la ciencia ficción. Es en esta primera etapa de Honda, donde el director despuntó con proyectos muy personales y que seguían bebiendo del trauma atómico y la postguerra. De la tragedia monstruosa de Los hijos del volcán (1956), a la destrucción del cuerpo debido a la radiación la cual proponía The H-Man (1958) a cintas mucho más ligeras sobre invasiones extraterrestres pero divertidísimas como The Mysterians (1957) o Battle from outer space (1959). Si bien, se suele enmarcar a una trilogía de películas con las que Honda quiso adentrarse en una ciencia ficción adulta y cercana al horror que la diferencia de muchos de sus otros trabajos. Esta trilogía la formarían la mencionada The H-Man, junto a la discreta The Human Vapor (1960) y el film que hoy nos ocupa: Matango (1963).

La historia de la película sigue a un variopinto grupo de japoneses de excursión en un velero. En plena tormenta nocturna naufragan y llegan arrastrados por la corriente a una isla perdida donde no hay comida, ni agua potable, solamente una especie de hongos los cuales están por toda la isla.

Pruebas de maquillaje
Matango (1963) es, sin duda, toda una pequeña joya del cine de horror japonés de la época y una de las muestras más destacables de la filmografía de Ishiro Honda. El film destaca por ofrecer una ambientación sencillamente maravillosa y atmosférica llena de elementos que ayudan a aumentar cierta incomodidad o inquietud como es esa bruma incesante, una isla perdida en medio del océano donde por no haber nada no hay ni alimento, un barco varado en la playa o esas extrañas criaturas que apenas se vislumbran de entre la jungla. Se opta por un desarrollo que, para el aficionado al horror más efectista, será de difícil calado ya que Matango huye del terror de sustos y sobresaltos para cimentar el miedo en base a la atmósfera y el suspense. 

Más allá del contenido de la trama ésta ofrece elementos subyacentes ya habituales en el cine de Honda, que la enriquecen y que apuntan de nuevo al trauma atómico. El guión viene firmado por Takeshi Kimura (a partir de la adaptación que realizaron Shinichi Hoshi y Masami Fukushima de la historia "The Voice in the Night" de William Hope Hodgson), el cual se encargaba de estas producciones de Honda de tono más oscuro, alegórico y social. Una de las obsesiones de Kimura eran las consecuencias que podría provocar en nuestro cuerpo la radiación atómica. Matango da un paso más allá siendo el elemento maligno unos "hongos" que al ser consumidos, no solamente provocan una fuerte adicción, sino que produce que te conviertas en un hongo de proporciones humanas. Al respecto, no hay más que ver las prótesis de maquillaje de los afectados por los hongos y que apuntan claramente a los efectos de la radiactividad. Es de agradecer que la presencia de los "champiñones humanos" se oculte hasta el final. Una decisión quizás motivada por las limitaciones presupuestarias pero que ayudan a crecer tu interés por el misterio de estas criaturas y las cuales protagonizan un momento final que, pese a lo involuntariamente cómico de su aspecto, funciona más que bien. El film muestra un mensaje muy pesimista y trágico, nada habitual en otras coetáneas americanas de la época, mostrando a una sociedad egoísta y donde se comen el uno al otro. Una sensación acrecentada por ese final nada feliz con el personaje de Akira Kubo mirando hacia la moderna Tokyo, la verdadera jungla y deseando haberse quedado en la isla junto a sus compañeros, convertido él también en un hongo.
Un grupo variopinto de vacaciones en barco.

Tras una tormenta naufragan y llegan a una isla misteriosa.

Una isla donde no hay ni personas ni alimento. Solo unas extrañas setas...

Pronto, las tensiones empiezan a aflorar.

Y la adicción a los hongos provocará insospechadas consecuencias.

Hideyo Amamoto con mala cara
Otro de los puntos fuertes de Matango es su reparto ya que aquí aparecen prácticamente el "dream team" del cine Kaiju clásico. Desde la habitualmente fotogénica Kumi Mizuno (Los monstruos invaden la Tierra), Akira Kubo (El hijo de Godzilla, Invasión extraterrestre), Hiroshi Koizumi (Mothra), Kenji Sahara (Los hijos del volcán, Ultra Q), Yoshio Tsuchiya (Frankenstein conquers the world) o Miki Yashiro (Godzilla contra los monstruos). Los personajes que interpretan se componen de profesores, escritores, cantantes o empresarios los cuales forman un abanico que representa tanto la nueva sociedad japonesa de postguerra como un fresco de los comportamientos humanos y como éstos cambian en momentos límite. En este sentido, las intenciones de Honda eran poder explotar más el componente social y crítico inherente de la historia. El director se inspiró tras leer una noticia en la que relataba cómo unos niños ricos robaron el yate del padre de uno de ellos y que después tuvieron que ser rescatados. En palabras de Honda "ese fue un momento en el que todo se americanizó y ciertas personas querían llevar una vida moderna. Habían nuevos ricos que mandaban a sus hijos a colegios montados en coches extranjeros. Intentamos mostrar ese contenido de fondo a la película". Éste fue el primer film de Honda después de una larga temporada de parón. Al respecto, el actor Yoshio Tsuchiya recuerda al director verdaderamente entusiasmado con Matango. Kenji Sahara se metió mucho en el papel y se preparó a conciencia para retratar el carácter duro y violento de su personaje. Honda le sugirió que se cubriera los dientes de negro para retratar mejor dicha imagen pero Sahara llegó más lejos y fue directamente al dentista a que le quitaran un diente.

Ishiro Honda en faena.
Matango (1963) es una fantástica película que explora el horror desde una perspectiva puramente atmosférica hecho que tal vez ahora le juegue en contra pero no hay que negarle su excelente capacidad para crear inquietud creciente en base a unos elementos que la acercan al pulp con islas misteriosas, barcos perdidos y criaturas extrañas. Un conjunto que desemboca en un final excelente con los personajes sucumbidos a sus instintos más primarios, volviendo a una especie de estado embrionario y fusionados de nuevo con la naturaleza. Un conjunto que se eleva gracias a un subtexto bastante más pesimista y agrio de lo que se presupone en una cinta de estas características.

Curiosidades. Se rodó otro final para Matango en donde Akira Kubo mostraba su rostro siendo éste totalmente normal dando a esta conclusión un aspecto más ambiguo que el final original que vemos en la película. Haruo Nakajima (el hombre bajo el disfraz de Godzilla) interpreta a uno de los hombres seta mientras que Hideyo Amamoto (el mítico Doctor Who de King Kong escapa) también hace acto de aparición como ese hombre ya medio convertido en seta y que les pega un buen susto a los protagonistas dentro del barco. El film a punto estuvo de no estrenarse debido al terrorífico maquillaje de los hombres seta y que eran muy reminiscentes de los afectados por la radiación de la bomba atómica.