Entré a ver
Barbaque (Some like it rare) (2021), sin saber muy bien a lo que atenerme. Era una sesión que me había reservado para rellenar la tarde hasta la llegada de la tardía sesión de
Halloween Kills. En una sala Tramuntana bastante llena, me hizo gracia que detrás mio, en la fila de vips e invitados estaban sentados
Joaquin Reyes y
Alaska, miembros del jurado de la edición del festival de este año.
En
Barbaque seguimos a Vincent y Sophie, quienes han dirigido una carnicería familiar durante más de diez años. Su pequeña empresa está a punto de quebrar y su matrimonio no está en el mejor momento. Todo parece perdido cuando Vincent mata accidentalmente a un activista vegano que destrozó su tienda. La única solución que se le ocurre es deshacerse del cuerpo y convertirlo en jamón que su mujer venderá sin saberlo. La carne vegana resultará ser todo un éxito entre el barrio.
Barbaque ha sido toda una sorpresa. Una comedia francesa pero de tono negro, negrisimo y muy ácido que no tiene problemas en saltarse los límites de la corrección y enviar dardos envenenados hacia la nueva moda vegana, sus incoherencias y radicalismos, la industria de la carne... Además, no se anda con chiquitas a la hora de mostrar sangre pero con un filtro tan divertido que liviana la "crueldad" de lo que estamos viendo. Las interpretaciones están a un buen nivel, en especial la pareja protagonista interpretada por
Marina Foïs y
Fabrice Eboué de química muy hilarante entre los dos. El
film, además consigue mantener el ritmo e interés durante buena parte del metraje, algo a valorar ya que evita quedarse únicamente en una premisa cachonda, sabiendo alargarla y desarrollarla de forma totalmente eficiente. Momentos hilarantes con la pareja totalmente fuera de si y viendo ya a cualquier vegano como chuletas exquisitas (como solo se alimentan de hierbas, su carne es de primera calidad) donde incluso, en un momento delirante, ven con ojos deseosos a un niño regordete en una feria de alimentación.
Barbaque hace gala de un humor negro y políticamente incorrecto, algo sin duda refrescante en estos tiempos de odiosa corrección política en una película divertida, gamberra y que, además, disfruta de buenas cualidades técnicas.
Buen ambiente había en el "Auditori Melià" con una audiencia preparada para ver
Halloween Kills (2021), las nuevas aventuras del amigo Michael Myers. El grito de un incauto de entre la audiencia clamando, "
¡A por ellas, Michael!" acompañó al
King Kong de la mítica careta de entrada del Festival previa a cada película. Esta nueva
Halloween, continúa donde lo dejó la anterior versión de 2018, la cual funcionaba de continuación directa de la película original de 1978 dirigida por
John Carpenter, para sumarle mayor "guirigay" al galimatías cronológico de esta saga. Si bien, aunque el
Halloween de 2018 no me disgustó si que no pude evitar cierto hastío en su propuesta. En mi opinión, aborda una trama muy similar a la que ya ofrecía
Halloween H20 (1998), la 7a entrega y que recuperaba a
Jamie Lee Curtis para el 20 aniversario de la saga, siendo una entrada de mejores o más simpáticos resultados que la versión de 2018.
Esta nueva entrega sigue en la misma noche de Halloween que la anterior con un Michael Myers que aun sigue vivito y coleando (por supuesto). Minutos después de que Laurie Strode, su hija Karen y su nieta Allyson dejan encerrado y ardiendo a este monstruo enmascarado, Laurie se dirige rápidamente al hospital para tratar sus heridas, creyendo que todo ha terminado. Pero cuando Michael consigue liberarse, su ritual sangriento continúa. Mientras Laurie lidia con su dolor y se prepara para defenderse, sirve de inspiración para que todo Haddonfield se levante contra este monstruo imparable.
Halloween Kills funciona bastante bien en sus primeros compases realizando un juego multi-referencial con la magnífica y fundacional primera entrega de la saga (presencia de Donald Pleasence incluída) pero que pronto aburre al respetable con un cúmulo interminable de brutales asesinatos de un Michael Myers, ya definitivamente en modo-Terminator y que parece no tener una motivación clara más que reventar a todo ciudadano que se encuentre. En ese sentido, la película es gozosa para el fan con un festival hemoglobínico pasado de vueltas pero que no compensa al encontrarnos con una trama más fina que el papel de fumar y que nos lleva por lugares comunes. El tratar a personajes afectados por Michael en el año 1978 y recuperarlos en su versión adulta (en el presente), a mi personalmente ya me parece risible y que no me interesa en absoluto. ¿Y donde está Jamie Lee Curtis? Desaparecida del mapa en gran parte de la película, permaneciendo herida en el hospital de Haddonfield, quejándose en plan abuela cebolleta en la que es sin duda una de las peores interpretaciones de su carrera.
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Halloween Kills ofrece buenos momentos. La multireferencialidad con el Halloween original, la maravillosa banda sonora de Carpenter, la escena de la masacre de Michael contra los bomberos... Pero en general, es un film sin muchas ideas atractivas, que camina por lugares comunes ya tocados en la misma saga (la persecución que el pueblo realiza a Michael visto en Halloween 4 (1988)). Con este plan podrían hacer mil más. Esperaremos a las conclusiones de las andanzas de Michael el año que viene con: Halloween Ends (2022).
The Innocents (2021) ha resultado ser una de las mayores sorpresas de esta edición del Festival. Al describirla como una especie de
X-men Origins de autor, tal vez nos estemos quedando en la superfície de esta producción, rica en conceptos. En realidad, el
film es todo un fascinante acercamiento a la infancia, a la maldad o crueldad, inocente o no tanto, que se expresa de manera intrínseca en esta etapa primeriza.
Durante un luminoso verano noruego, Ida, acompañada de su hermana autista y sus padres, se instala en un nuevo hogar. Allí, los pequeños conocen a Aisha y Ben con los que comenzarán a jugar por la zona hasta que empiezan a manifestar ciertos poderes psíquicos.
The Innocents es una producción de Noruega dirigida por Eskil Vogt, quien dota a la narración de una pausa y sobriedad que casan muy bien con la historia. El acierto principal del film reside en cómo trata las relaciones y personalidades de los cuatro niños de la cinta, no tratándolas con distancia o con el paternalismo visto desde el punto de vista de un adulto, sino bajando la cámara hasta ellos y siendo ésta una más del grupo haciendo al espectador de compañero de unas travesuras que cada vez se van tornando más crueles. Sin duda, las interpretaciones infantiles rallan a un excelente nivel. No sabría con cual quedarme de los pequeños, pero destacaría a Mina Yasmin Bremseth Asheim y especialmente a Sam Ashraf, quien crea uno de los villanos más odiosos y crueles que he visto recientemente. Los poderes mentales como forma de expresión de la rabia o marginalidad como respuesta de la perfección que envuelve a los niños en ese barrio residencial ideal, el trato que la película hace del autismo así como sus naturalistas secuencias en donde los pequeños hacen uso de sus poderes convierte a The Innocents en una de las películas más destacables del Festival, así como una de las muestras más interesantes que nos ha dejado el fantástico este año.
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Son (2021) nos llega desde Irlanda y supone un acercamiento al terror satánico con las sectas como eje argumental, de tono serio y lleno de momentos inquietantes, que, por lo menos, resulta una propuesta a tener en cuenta.
Cuando un niño cae enfermo misteriosamente, su madre tendrá que decidir hasta dónde está dispuesta a llegar para protegerle de unas aterradoras fuerzas que estuvieron presentes en su vida pasada.
Son acierta con un primer tercio atrayente y que te pone en alerta. Es de agradecer que la película se ponga en acción prácticamente desde el principio y muestre elementos que generan interés y cierto pavor. El personaje femenino protagonista, Laura (interpretada por una muy correcta Andi Matichak) resulta interesante aunque los intentos que hace la película por intentar confundirnos y jugar con la realidad o imaginación de lo que sufre la muchacha resultan de poca efectividad. Aunque, funcionan bastante bien las pequeñas pinceladas de información que suelta el film acerca de la secta satánica de turno así como sus ritos donde una adolescente Laura era protagonista. Especialmente, los brutales y sangrientos ataques que sufre David, el niño e hijo de Laura, resultan bastante malrolleros y extremos. La película da un par de vueltas interesantes hacia la monstruosidad o una forma de vampirismo pero su interés va mermando a medida que la investigación de su protagonista va avanzando, bajando lo que era una montaña rusa sangrienta en una película de horror más con tendencia al efectismo, concluyendo en un final que no acaba de resultar del todo satisfactorio. Aún así, Son es una muestra de cine de terror satánico apreciable, que no escatima sangre e imágenes malrolleras y además con una protagonista femenina bastante interesante. Se le puede dar una oportunidad.
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Era una de las películas más esperadas de esta edición.
The Medium (2021) une a Tailandia y a Corea del Sur en una producción que desde sus primeros pases en su país de origen se venía hablando de desmayos y salas de cine con las luces encendidas para rebajar el nivel de terror de la audiencia. El film viene dirigido por
Banjong Pisanthanakun, quien se unió a la moda fantasmal asiática con la muy entretenida y también aterradora,
Shutter (2004). Si le sumamos, que
The Medium viene apadrinada por
Na Hong-Jin, director de las geniales
The Chaser (2008) o
El extraño (2016), la cual ya trataba en cierta manera el terror en base a las tradiciones ancestrales de la Corea profunda, ya nos podemos imaginar el
hype que se ha despertado alrededor de
The Medium.
El
film está rodado como un falso documental con unos periodistas realizando un reportaje sobre una chamán en un poblado del Nordeste de Tailandia. Hasta que, lo que podría estar poseyendo a un miembro de la familia, puede no ser la Diosa que se imaginan que es.
Lo más importante a la hora de enfrentarse a The Medium es liberarse de todo este hype. Olvídate de campañas de marketing y disfruta de la experiencia. The Medium está plasmada en forma de falso documental, un subgénero bastante cansino a estas alturas (o más bien prácticamente desde que se inició) y donde el presente film recurre a los mismos tics una y otra vez en lo que podría ser un greatests hits pero a lo loco del mismo género. La película tiene una larga duración de 130 minutos, algo que da una primera impresión de que podría tornarse en excesiva pero que no pesan demasiado en un largometraje abundante en situaciones de horror que permiten un ritmo bien dosificado y de divertido visionado.
Sin duda, la parte más interesante del
film reside en su primera mitad con los reporteros adentrándose en las tradiciones del "chamanismo", el
folk y leyendas de este poblado perdido en medio de Tailandia. Por lo visto, los responsables de
The Medium se documentaron de forma concienzuda y obsesiva por lo que se asegura que todo lo que vemos en pantalla (a nivel de tradiciones, sortilegios o formas de enfrentarse a los espíritus) suceden de la misma manera en la realidad.
Es también en este tramo donde vemos los primeros síntomas de posesión en la sobrina de la chamán protagonista. Unos primeros síntomas que la película va mostrando poco a poco de una manera acertada (me encanta ese momento en donde la joven ve una silueta humana en el campo, en la lejanía) y cómo de unas conductas infantiles o una necesidad de sexo ninfomaníaco con sus compañeros de trabajo (nada que objetar a este tramo de la posesión), pasamos a una posesión demoniaca como marcan los cánones más puros del género, con dotes gimnásticas increíbles, cambios de voz, babas y demás. Es entonces cuando la segunda parte del film se adentra en terrenos de la pura barraca de feria. Un tren de la bruja exagerado donde no se deja nada. Ni las cámaras ocultas, la visión nocturna, bebés en peligro, pueblerinos poseídos y sortilegios centenarios. Un segundo tramo donde se entrega a un terror festivo donde si logras entrar en el juego que ofrece es una experiencia muy divertida y disfrutable.
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Así, The Medium (2021) supone una pieza de horror bastante recomendable. Interesante por su acercamiento a unas tradiciones que nos quedan lejos (de ahí lo singular de la propuesta), además de resultar una experiencia terrorífica de carácter festivo y pasada de vueltas. Algo que acepté de lleno disfrutando enormemente de la experiencia.
La importancia de George A. Romero en el género del terror y el fantástico está fuera de toda duda. Tras implantar los códigos del horror moderno en general y el de los zombies en particular con su saga de los muertos vivientes, Romero sorprende, y mucho, en sus trabajos alejados de los zombies como con la estupenda Martin (1978) o The Crazies (1973). De entre su filmografía había una pieza realizada para televisión y desgraciadamente perdida en el confín de los tiempos... ¡hasta ahora!. Por fin, recuperada en una copia en 4K, The Amusement Park (1973), venía precedida de comentarios que la tildaban cómo la película más aterradora de George A. Romero.
El film sigue a un anciano el cual sale de su casa para disfrutar de un día normal y corriente en un parque de atracciones, pero antes de que pueda darse cuenta se ve envuelto en una pesadilla de dimensiones nunca antes vistas.
The Amusement Park es un film extraño. El origen del proyecto fue un encargo para Romero con la excusa de realizar un comercial para concienciar a la población sobre la marginación que realizaba la sociedad hacia los ancianos. En manos de Romero, el mediometraje (de unos 55 minutos) se convierte en una pesadilla onírica y bizarra llena de simbolismos y llena de la crítica hacia la sociedad tan habitual de su director.
Una experiencia curiosa por su carácter de tesoro escondido y por fin sacado de las tinieblas pero que sufre por su parquedad de medios en una realización bastante cutrona en ese sentido (aunque totalmente perdonado al tratarse de un producto de bajo presupuesto para la televisión americana de los 70). Pero es en su subtexto y en lo que se nos cuenta donde encontramos aspectos muy interesantes. Referencias a la religión, a los estamentos militares, la hipocresía social además de la marginación y casi criminalización de la tercera edad realizada de una forma seca y violenta psicológicamente. Una experiencia inquietante que resulta ser toda una rareza en la carrera de su director y ahora disfrutada con una restauración espectacular e impecable.