Corea del Sur no es un país muy dado al terror teniendo por lo general poco apoyo del público. En ese sentido han habido pocos éxitos en taquilla contando con grandes excepciones como Dos Hermanas (2003) o The Wailing (2016). Ahora, ésta Sleep se une a ese grupo de cine de terror que ha trascendido su género convirtiéndose en todo un fenómeno en el país ya que ha congregado a más de 1 millón y medio de espectadores en el país, siendo toda una sorpresa en la taquilla.En el filme, Soo-Jin, una mujer embarazada, comienza a preocuparse por los hábitos de sueño de su esposo, Hyun-Su. Lo que comienza poco a poco como un sueño ligero en el que habla pronto se intensifica y se convierte en un comportamiento inesperadamente grotesco. Ambos consultan a una clínica del sueño sin éxito y, viendo que la situación empeora, buscan la ayuda de un chamán.
Sleep supone el debut en la dirección de Jason Yu quien ya venía de un potente currículum como asistente de dirección en filmes como Okja de Bong Joon-Ho o Burning de Lee Chang-Dong. Aún con esta experiencia nada desdeñable sorprende la firmeza y pulso de su debut, realizado con una encomiable habilidad para generar tensión e inquietud en una trama que va cociéndose a fuego muy lento. El terror doméstico y los problemas de una pareja a primera vista perfecta son el marco elegido para crear un metraje original y sorprendente en el que lo mejor que se puede hacer es no saber nada de antemano sobre la historia. Dividido en diversos capítulos, Sleep nos sumerge en la progresiva degeneración en los hábitos del sueño de Hyun-Su que aterrorizan a su pareja, Soo-Jin, que viendo el panorama acabará entrando en un mayor estado de paranoia y terror. Sensación que se acrecenta al estar embarazada y posteriormente temiendo por la vida de su recién nacida hija.
El filme es austero en localizaciones y actores, en ese sentido está sustentado a las mil maravillas por unos maravillosos Jung Yu-Mi (Train to Busan, Silenced, Our Sunhi) y el tristemente fallecido Lee Sun-Kyung (Paju, A Hard Day, Parásitos). La química de la pareja resulta verdaderamente notable y ayuda a seguir la historia y conectar con los personajes aún con lo estrambótico que parezca todo. Sleep parece querer caminar en todo momento en una fina línea entre lo estrafalario y lo terrorífico, entre lo ridículo y lo serio, salvando constantemente la papeleta gracias al buen hacer su director coronado además por un tercio final en donde parece que cualquier cosa puede pasar y el cual se guarda una guinda en forma de giro de guión bastante divertido. Aún así el guión es lo suficientemente inteligente como para dejar cierto aire ambiguo a los hechos de la trama.
Sleep es una propuesta sorprendente y peculiar, quirúrgica y precisa en su realización así como encomiable en su manejo de crear inquietud y terror mezclado con una muy agradecida comedia negra. El uso del terror como parábola de la descomposición de una pareja. Sin duda una de las producciones coreanas más singulares de estos últimos años.