CRÍTICAS PELÍCULAS

domingo, 17 de diciembre de 2023

GODZILLA MINUS ONE (2023)



Creo que podemos decir que Godzilla nunca ha estado en tan buena forma como en el presente que estamos viviendo. Las sucesivas entregas del Monsterverse de Legendary, la expansión de dicho universo con el reciente estreno de la serie Monarch: El legado de los monstruos (2023) de Apple TV, sumado a las recientes producciones japonesas como Shin Godzilla (2016) evidencian dicho estado de salud. 

Tras 70 años de monstruos, destrucción y batallas colosales, la llegada de Godzilla Minus One (2023) ha sacudido los cimientos de la industria. Lo que ha conseguido Takashi Yamazaki con la nueva entrega del saurio ha sido algo inaudito consiguiendo no solo un gran éxito de crítica y público en Japón sino especialmente en EEUU, algo que no había ocurrido nunca en la historia de Godzilla. A fecha de hoy el filme lleva recaudados más de 60 millones de dólares y sumado a la multitud de nominaciones a premios que empiezan a acumulársele al bueno de Godzilla nos hacen ver que la presente película es algo muy especial. Godzilla Minus One se ha convertido en la entrega mejor valorada de toda la historia del saurio radiactivo y dicho hype por la película no queda en saco roto encontrándonos con una película formidable en todos los aspectos, con alma y profundidad dramática.

Su director, Takashi Yamazaki es uno de los pesos pesados de la industria japonesa. Director de efectos especiales desde los años 80, acumula grandes éxitos de la taquilla desde los tiempos de Returner (2002), live-action como Parasyte (2014), Space Battleship Yamato (2012) o cintas de animación como Stand by me Doraemon (2018). Aunque donde sin duda consiguió un gran éxito fue con sus producciones ambientadas en la postguerra japonesa como la trilogía Always: Sunset on Third Street, donde su mezcla de cine histórico y drama coming of age logró conquistar a la audiencia. Fue precisamente en Always 2 (2009) donde Yamazaki se atrevió a presentar una escena en donde aparecía Godzilla siendo la primera vez que veíamos al saurio realizado enteramente en CGI.

El amor de Yamazaki por la saga y especialmente por la entrega original de Ishiro Honda es palpable y tras casi una década insistiendo, Toho le ha concedido por fin el placer de dirigir su propio Godzilla.

Godzilla Minus One nos devuelve a los orígenes del monstruo estando muy en sintonía en lo que realizó Honda con el filme original de 1954. El de presentarlo como una figura terrorífica, alegórica y atada a los temores nucleares y al trauma de la población japonesa por la II Guerra Mundial. 

La cinta abre fuego en los últimos días de la gran guerra con Koichi, un piloto kamikaze, escapando del conflicto y llegando a la isla de Odo donde tendrá un encuentro traumático y salvaje que lo llenará de pesar y culpa. De vuelta en Tokyo tratará de reconstruir su vida junto a Noriko, una muchacha huérfana quien lleva consigo a una bebé de otra familia. Con un Japón intentando renacer de sus cenizas, una fuerza imparable y descomunal volverá a aterrorizar el país...

Godzilla Minus One resulta magnífica de principio a fin y el gran ejemplo para mostrarnos de que no hacen falta más minutos de monstruos gigantes para mantener interesada a la audiencia sino un gran guión con unos personajes que nos calen y logren interesarnos. La cinta, a través de su personaje principal Koichi (un superlativo y entregado Ryunosuke Kamiki) profundiza en un drama bélico estimulante y que nos habla de nuevo del trauma de la gran guerra sobre la población, del estrés post traumático de sus supervivientes, de un Japón humillado y tratando de recomponer su orgullo y sobretodo de unos personajes tratando de mirar hacia adelante y construir un nuevo futuro. Sobrevuela constantemente sobre la película el mensaje de "vivir". Sobrevivir ante las adversidades y mirar hacia adelante. En ese sentido el arco creado con su personaje principal, el de un piloto que quiere morir para cumplir su deber y que acaba deseando vivir resulta excelentemente construído y lleno de momentos catárticos. El reparto resulta acertado, desde Kamiki, toda una estrella y que lleva desde los 2 años en la interpretación apareciendo en La gran guerra Yokai (2005) o As the Gods Will (2014) de Takashi Miike, Big Man Japan (2007) o Fortuna's Eyes (2018). Su contrapunto femenino también resulta muy acertado con Minami Hamabe construyendo a una Noriko entrañable. También aparecen grandes nombres como la estupenda Sakura Ando o Munetaka Aoki.

Koichi es un piloto kamikaze lleno de culpa y pesar que vuelve a Tokyo tras la guerra.

Pero una nueva amenaza se cierne sobre el país.

Godzilla llega a la ciudad y deja Japón a menos 1.

¿Cómo enfrentarse al monstruo?

Esa es una de las claves de la película, el de saber construir un notable drama lleno de personajes con los que logras conectar y sufres con ellos en cuanto llega la tragedia. Y si hablamos de Godzilla, puedo decir que nunca el saurio había aparecido de una manera tan contundente, salvaje y espectacular como en el presente filme. Un auténtico monstruo malvado, azote permanente del país y que funciona como recuerdo de un pasado trágico que vuelve a golpear a la vez de dios diabólico y apocalíptico. Todas las apariciones del saurio radiactivo resultan memorables y Yamazaki construye largas set pieces con el monstruo que hacen relamer a uno del placer. Desde el homenaje al Jaws de Spielberg en la escena en medio del mar hasta la asombrosa secuencia de destrucción en el barrio de Ginza que le ponen a uno los pelos de punta. En ese sentido el momento en el que el saurio lanza su rayo atómico sobre la ciudad es uno de los momentos más poderosos, dramáticos y contundentes del cine reciente.

Resulta todo un escándalo saber que el filme no ha costado ni siquiera 15 millones y no cejo en mi asombro al ver secuencias de efectos tan llenas de vida y contundencia en el que a veces ni siquiera soy capaz de separar el animatronico del efecto digital. Asombro que crece si los comparamos con producciones mastodónticas de 200 millones de Hollywood en las que el CGI canta más que Pavarotti. La música es otro punto y aparte en donde los score de Naoki Sato, fúnebres, dramáticos y que van evolucionando hacia piezas llenas de coros son todo un acierto y que ayudan a puntualizar los momentos más extasiantes del filme. Y cuando dicha música se mezcla con los temas clásicos de Ifukube la platea se viene abajo. Ejemplo de ello es el asombroso clímax final y que es capaz de sacar el corazón del pecho al más pintado.

Godzilla Minus One es un milagro. Tras 70 años de saga quien nos iba a decir que estaríamos hablando de uno de los mejores filmes, sino el mejor, de este año 2023. Una monster movie que lo cambia todo de arriba a abajo supurando clasicisimo, una contundencia y vigorosidad excepcionales y que sabe vestir la historia del monstruo con un drama bélico/histórico conmovedor que te importa y atrapa. Y ese final, por favor, ese final. Hay un par de momentos en la película que en cualquier otra me hubieran parecido forzados o increíbles pero en la presente, todo está tan bien construido que, sinceramente, me da igual. Es el caso de ese final, de una belleza y delicadeza tal, que me lo como con patatas sin dudarlo. En ese sentido el filme presenta numerosos subrayados dramáticos o sobre explicaciones tanto visuales como en los diálogos con la intención de dejar bien clarito al espectador el mensaje que se lanza. Este aspecto le resta algún punto de la perfección a la película que aún así consigue llegar a altas cotas de excelencia. 

Parece que estos últimos años Japón ha decidido devolver a su monstruo por los terrenos terroríficos, dramáticos y profundos de sus orígenes y se está creando un contraste muy interesante con todo lo que se está produciendo paralelamente en EEUU, volcado sin rubor en el lado más pop y divertido del género. Grandes años para ser fan de Godzilla. Y Yamazaki ya ha confirmado que le gustaría hacer una secuela...

miércoles, 13 de diciembre de 2023

GAMERA -REBIRTH- (2023)



Desde el estreno en 2013 de Pacific Rim los fans del kaiju eiga hemos visto un resurgimiento del género como pocas veces se había visto. Del Monsterverse de Legendary se suman las nuevas y exitosas incorporaciones niponas a la saga Godzilla. Si bien, todavía no se había sumado alguien más a la fiesta... la tortuga gigante Gamera. 17 años han pasado desde la última aparición del quelonio volador desde la simpática Gamera: The Brave (2006), únicamente una especie de teaser o test que vimos en 2016, dirigido por Katsuhito Ishii, excesivamente digitalizado y que no despertó el interés en financiar una entrega en imagen real de la tortuga. Ahora este 2023 y de la mano de Netflix ha llegado Gamera -Rebirth-, el gran regreso que todos esperábamos.

Gamera -Rebirth- es refrescante a la vez de clásica, espectacular e íntima. Un ejemplo de lo grandioso y maravilloso que puede ser el Kaiju llevado a las nuevas generaciones con una propuesta encomiable en todos los sentidos. Una serie fácil y rápida de ver con 6 episodios de unos 45 minutos, cada uno de ellos con Gamera enfrentándose a un monstruo clásico de la saga del monstruo.

La serie consigue coger elementos muy clásicos e inherentes a la serie de la tortuga como es el protagonismo de niños, mostrar a Gamera como un salvador... pero estos elementos, por lo general algo molestos se les da una vuelta moderna, interesante y trabajada. En ese sentido, la serie sigue a un grupo de niños durante un verano de 1989 y que se antojará inolvidable en sus vidas. Un tono muy notable, casi perteneciente al slice of life, de mostrar un cuento sobre unos jóvenes en medio de una aventura extraordinaria y que los ayudará a madurar. Los personajes infantiles están muy bien delimitados y te encariñas fácilmente con ellos. 

Destaca la ambientación de la serie, en los años 80, con el conflicto americano aún en ciernes con japoneses conviviendo con jóvenes americanos debido a la cercanía de las bases militares y en donde vemos episodios de racismo y bullying. Así como esa dependencia del ejército japonés (que apenas puede hacer nada en toda la serie) frente a la libertad de acción que muestra el ejercito militar americano. La trama guarda muchos misterios y estos acaban explotando en toda su gloria en los 2 últimos episodios de la serie. Una vuelta tétrica, inquietante y violenta que yo no me esperaba en un producto de Gamera y que pese a mi extrañeza inicial no hizo sino sentirme a la vez fascinado hacia este muestrario de tramas conspiranoicas, civilizaciones para ricos en la Luna y sacrificios ancestrales.

Un grupo de amigos van a pasar un verano inolvidable.

Kaijus empiezan a atacar la ciudad pero una tortuga gigante acude siempre al rescate.

Gamera se enfrentará a numerosos peligros.

La animación recurre al tan discutido "cel shading" que a opinión personal apenas me ha molestado ni me ha sacado de la serie. Inicialmente resulta algo extraño como queda la animación en los personajes humanos pero la serie siempre tiene la intención de crear planos estéticamente bonitos y que haya algo más en fondo como la incidencia de la luz en plano, atardeceres entre otros recursos, para camuflar dicha extrañeza de movimientos. Si hablamos de los momentos con los monstruos, el nivel de animación es abrumador. Cada batalla de Gamera contra los distintos oponentes (Gyaos, Guiron, Viras, Jiger y Zigra se pasean por los episodios) son set pieces dignas de admirar una y otra vez, gracias a un nivel de detalle y una muy sorprendente bestialidad que resulta asombroso. La sombra de Pacific Rim planea en dichas batallas calcando la misma sensación vibrante que en aquella sin hablar de que la música, con el leit motiv de Gamera siendo bastante parecido al tema principal del filme de Guillermo del Toro.

El responsable del proyecto es Hiroyuki Seshita quien no solo dirige sino que también se encarga del guión. Como curiosidad, es director de cine Computer Generated o generado por ordenador y junto a Kobun Shizuno se encargó de la dirección de la polémica trilogía de animación de Godzilla para Netflix. Si recordamos, en dicha trilogía Seshita quería llevar la historia hacia terrenos más clásicos aunque la visión más filosófica, pesimista y arriesgada de Shizuno acabó tomando todo el peso de la producción. ¿Puede que Seshita hubiera dirigido para Godzilla algo similar al tono de esta Gamera -rebirth-?

Gamera -rebirth- es un triunfo. Una serie que ha pillado a los fans desprevenidos con un producto sorprendentemente de una calidad bien notable y que nos devuelve a nuestra tortuga gigante favorita más poderosa que nunca. Para el recuerdo queda el primer episodio, mostrando unos primeros ataques de Gyaos brutales y coronado con la aparición de Gamera la cual da cuenta de manera sanguinaria con el pájaro alado. O el que es mi episodio favorito de la serie, el número 4, ambientado todo él en una base petrolífera con Guiron persiguiendo a nuestros niños protagonistas y que cuenta con una batalla entre la tortuga y el cuchillo aplatanado gigante sencillamente asombrosa.

Los créditos finales del episodio 6, con la marcha clásica de Gamera tocada a guitarra de manera melancólica, resulta precioso aunque esas dos escenas post créditos no me acaban de convencer en absoluto veremos si la serie acaba teniendo continuidad en el futuro. Hiroyuki Seshita, declaraba antes del estreno de la serie que si ésta tenia éxito tal vez podría dar luz verde a una producción live action de la tortuga. Él por su parte tenia ideas para 10 películas. Veremos...