Mientras investigan una aplicación de tráfico de drogas, Ma Seok-do y su equipo descubren una conexión entre el desarrollador de la aplicación, asesinado en Filipinas, y una organización de apuestas ilegales online. Mientras tanto, en Filipinas, Baek Chang-gi controla el mercado coreano de apuestas ilegales y siembra el terror con secuestros, agresiones y asesinatos. Su socio, el genio informático Chang Dong-cheol, planea un plan aún mayor en la propia Corea. Para poner fin a la creciente amenaza, el detective Ma amplía su operación proponiendo una alianza inesperada...
Esta cuarta entrega no se sale demasiado de los márgenes marcados por la franquicia. En ese sentido se nota un acomodamiento y cierto estiramiento de las coordenadas que marcan la saga. Si bien, parece que este mix entre comedia, acción y thriller policial, salsa marca de la casa, sigue funcionando lo suficiente para que el producto siga siendo muy entretenido. En eso ayuda un protagónico tan contundente como el de Ma Dong-Seok quien demuestra siempre dotar a su interpretación de un carisma espectacular, y el cual va acompañado de una serie de secundarios que funcionan bastante bien, especialmente en los momentos de comedia. Las coreografías de acción no son para tirar cohetes, pero son funcionales. Fuerza Bruta: Castigo es lo mismo de siempre, sin ser eso algo malo. Muchas hostias y risas en una trama cliché pero efectiva con una banda mafiosa metida en el mundo de las apuestas online. Veremos hasta cuando pueden estirar el guantazo brutal de Dong-Seok.
Una de las sorpresas del presente Sitges 2024 ha sido Strange Darling. Dirigida por J.T. Mollner, el filme abre con una joven que tras una aventura de una noche con un asesino en serie, es perseguida. Pero nada es lo que parece.
Strange Darling se vale de los códigos del genero del psycho killer, así como de las expectativas del público en torno a dicho género para crear un puzzle juguetón en el que rompe con lo esperable. Uno de los puntos más interesantes es su curiosa estructura dividida en 6 capítulos, los cuales están diseminados en el metraje de manera desordenada, lo que provoca que lo que hemos visto anteriormente es roto por lo que atestiguamos en un capítulo temporalmente anterior o futuro, y así sucesivamente.
Es en ese juego consciente con el espectador, capaz de manipular lo que el espectador espera, lo que la convierte en un filme necesario, que subvierte el género siendo capaz de mantener la tensión y la atención en todo momento. Willa Fitzgerald construye una interpretación muy notable ayudada por un misterioso partenaire como Kyle Gallner. Atención además a la banda sonora y cómo la canción Love Hurts (una de mis predilectas, cuya versión original es de Nazareth) juega un papel importante. Strange Darling es sin duda una de las sorpresas terroríficas más destacables de la temporada.
Jean Luc Herbulot es un cineasta congolés, aunque formado en Francia y que ya llamó la atención hace unos años en el Festival de Sitges con una producción de acción como Saloum (2021). Ahora, Herbulot vuelve a la palestra con Zero. Producción americana y producida por Hus Miller y Cam McHarg, quienes interpretan a los dos desgraciados con bomba al cuerpo de la cinta, Zero parte de una premisa de lo más potente en un escenario exótico como son las laberínticas calles de Dakar con un empaque visual de lo más resultón.
En el filme, dos estadounidenses acaban en Dakar, Senegal, con bombas atadas al pecho y diez horas para averiguar por qué. Empieza el juego.
La premisa de Zero parece referenciar la inolvidable Jungla de cristal: La venganza (1995) con una estética visual muy cargada y videoclipera a lo Guy Ritchie pero, a opinión personal, con un tercio del talento de los ejemplos citados. La cinta empieza de maravilla siendo un espectáculo adrenalítico donde dicha estética recargada beneficia la locura de lo que ocurre en pantalla amen de un adecuado equilibrio entre comedia y tragedia. Si bien, a medida que avanza la cinta y las pruebas imposibles a los que son sometidos la pareja de protagonistas son cada vez menos llamativas, Zero va perdiendo interés. Es en ese momento donde Herbulot le da una vuelta a la trama hacia lo serio y político, contando unas intenciones revolucionarias a los actos de la historia, que si bien, son muy loables e interesantes no lo acabo de ver bien empastado en el conjunto de la película.
Zero es un filme con ocasionales momentos notables, desternillantes y resultones pero acaba siendo una curiosidad que se ve, se disfruta y se olvida. Atentos a esa voz cavernosa, omnipotente y que envía las órdenes a los protagonistas. Se trata de la voz de nada más y nada menos que Willem Dafoe.
Amparada por la distribución de Third Windows Films en territorio europeo, A Samurai in Time es una producción japonesa de corte independiente y que se vale de una premisa de corte fantástico para contar una historia amable y entrañable sobre el pasado de Japón y cómo éste está siendo olvidado.
Un samurai alcanzado por un rayo se despierta en un plató de cine de la época actual y empieza a trabajar como extra en películas jidaigeki.
Dirigida por Jun’ichi Yasuda (quien también es montador, director de fotografía y guionista tanto en el presente filme como en anteriores trabajos), A Samurai in Time es tremendamente simpática desde diferentes ópticas. Tiene su gracia que un samurai llegue a nuestro tiempo y encima cayendo en medio de un rodaje de un drama jidaigeki lo que proporciona un agradable aspecto "meta" a la película. Así su reflexión sobre el pasado del país, no solo de un mundo que parece totalmente extinto como el feudal, con la ética y costumbres del mundo samurai, sinó del propio pasado cinematográfico nipón tan glorioso de los años 50 y 60, donde el jidaigeki era uno de los géneros rey y que ahora parece también destinado a la desaparición. Dicha reflexión y reivindicación, de cómo lo antiguo intenta de alguna manera adaptarse al presente resulta interesante. Si bien dichas cuestiones, tan complejas, parecen no tener cabida en un filme que lógicamente no es el adecuado para ello, dejando dichos temas en la superfície y centrándose en la evolución y adaptación de este samurai en el presente de Japón, con entrenamientos a espada, amoríos y viejas rencillas.
Es una cinta que en ocasiones se antoja simplona, enroscándose en demasía en aspectos que no eran necesarios, siendo algo larga para lo que acaba contando. Aún así, A Samurai in Time te deja con la sonrisa en la boca, gracias a su trama amable y personajes de lo más entrañables.
Algo a aplaudir es que, concretamente, en el mundo del anime cada vez hay más directoras y en ese sentido, Naoko Yamada es una de las más destacables y de espíritu más personal. Desde sus tiempos en Clannad (2007) su estilo se ha ido afianzando, creando obras tan aplaudidas como la notable A Silent Voice (2016), que daba una vuelta de tuerca de lo más interesante al drama del bullying. Ahora Yamada regresa con The Colors Within.
La estudiante sinestésica Totsuko puede ver a los demás como colores. Kimi, alumna de matrícula de honor, ha dejado los estudios pero finge asistir por su abuela. Se reúnen y deciden formar un grupo con Rui, que sueña con componer con sintetizadores analógicos pero cuya madre espera que se convierta en médico. Juntos encuentran la libertad, la alegría y el amor.
A opinión personal, nos encontramos con la obra más redonda realizada hasta el momento por su directora. The Colors Within es una delicia. Agradable, dulce y preciosa. Y además, aún en su empaque de cinta de género adolescente, resulta arriesgada optando por un trazo sencillo, un ritmo lento, elegante y con decisiones tales como dejar a la imaginación del espectador el pasado y trauma de su trío de protagonistas. Para quienes ya conocen la obra de Yamada, ésta es una experta en introducir numerosos mix de estilos de animación que en la presente The Colors Within resultan deliciosos, desde acuarelas, desenfoques entre otras herramientas visuales que resultan una absoluta gozada, ayudando a introducirte en el agradable embrujo de la cinta. Tanto el tono del filme, su trato de las ansiedades adolescentes y uso de la música me hicieron recordar poderosamente al cine de Shunji Iwai. Sin duda, es curioso como el cine de Iwai ha acabado influyendo más al anime que, tal vez, a la imagen real, como a Makoto Shinkai, fan declarado de Shunji Iwai.
Volviendo a The Colors Within, rebosa calidez, sensibilidad y delicadeza. Y la guinda la ponen las canciones interpretadas por el trío de adolescentes protagonista, quienes forman un grupo llamado Shironeko-do y que me han ganado completamente. Atentos al cañonazo que es "Written Apology ~Good Things, Beautiful Things and True Things~", potentísmo synth-rock que me tiene obsesionado desde que la escuché.
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