Los años 90 fueron una década donde el género del terror sufrió un cierto deterioro o agotamiento de ideas. Mientras en occidente renacía el slasher o cine de terror adolescente gracias a éxitos como Scream (1996) o Se lo que hicisteis el último verano (1997), en Japón The Ring (1998) significó una revolución para el género y sobre todo un soplo de aire fresco con una propuesta sencilla, clásica y que helaba la sangre apelando a nuestros miedos más primarios. Un filme que recuperaba esas historias tradicionales de fantasmas o las películas de yurei (fantasmas y espíritus) que aparecieron en los años 60 en Japón. El exitazo a nivel mundial de The Ring tuvo su parte mala y es que durante la primera mitad de la década del 2000 se produjeron cientos de imitaciones tanto en el mismo Japón como en otros países orientales como Corea del Sur o Hong Kong los cuales se apuntaron a la moda del nuevo terror asiático. Para mayor desesperación, Estados Unidos realizó docenas de remakes de dichos éxitos orientales lo que provocó un rápido agotamiento y sobresaturación de estas películas sobre chicas fantasmas de larga melena negra y camisón sucio.
Cuidado con el teléfono móbil... |
Phone nos presenta a Ji Won, una periodista la cual acaba de publicar un artículo en el que destapa casos de abusos sexuales a menores. Tras diversos acosos y llamadas de amenaza, Ji Won cambia su número de móvil y es cuando empiezan los fenómenos extraños...
Phone sabe trasladar los miedos tecnológicos presentes en sus homólogos japoneses para presentar herramientas cotidianas que generarán terror. Si era la televisión en The Ring, Phone nos mete el miedo en los teléfonos móviles como herramienta de actuación del fantasma de turno. El filme, aún con su ADN terrorífico, sigue la tradición intocable del cine coreano de meter a la mínima elementos melodramáticos que desvían el filme del horror puro y duro a un drama con elementos fantásticos. Se trata de una película que va de menos a más, con una primera mitad que parece más un telefilme de sobremesa rutinario con problemas familiares y donde seguimos los avatares de Ji-Won mientras intenta escaparse de un acosador misterioso a la vez que su hermana la alerta de que su hija pequeña cada vez mantiene comportamientos más extraños. Es un tramo que concentra alguna que otra escena que no tiene mucho sentido en el futuro devenir de los acontecimientos y que sirve más bien de poco. Toda la subtrama del acosador de Ji Won así como ese ataque del mismo bajo la lluvia es ejemplo de ello. Si bien, poco a poco, va sumando elementos de interés y hasta inusitadamente atrevidos. El momento de la niña pequeña besando lascivamente a su padre es sorprendente e incómodo. Por supuesto, todo tiene una explicación...
Ji-Won es periodista y está siendo acosada tras destapar un caso de abusos a menores. |
Mientras la hija de su hermana comienza a mostrar comportamientos muy extraños... |
Sus padres esconden más de lo que parece... |
El filme se va encarrilando poco a poco, curiosamente cuando va abandonando el terror, para convertirse en un melodrama de corazones rotos en un sugerente montaje cargado de flashbacks y puzzles emocionales que ayudan poco a poco a encajar todas las piezas. La resolución final con la aparición de la obligatoria fantasma peluda es bastante escalofriante, lástima que antes hayamos tenido que aguantar un largo secuestro en la casa de los protagonistas con la niña poseída pegando berridos bajo el atronador sonido de los truenos.
Sus interpretaciones son simplemente correctas en general aunque destaco el protagónico de Ha Ji-Won, una actriz a la que le tengo especial cariño y que ha aparecido en numerosos trabajos bastante interesantes como His Last Gift (Last Present) (2008), Haeundae (2009) o As One (2012). Mención especial merece la niña de la película, quien mete unas caras de pura maldad que harían estremecer hasta al muñeco diabólico Chucky. La actriz es Eon Seo-U, quien contaba con solo 5 añitos durante el rodaje de la película.
Comentar, que su director, Ahn Byeong-ki, ha seguido insistiendo en el terror realizando una ringexploitation todavía más evidente que Phone: la divertida Bunshinsaba (2004). El personaje fantasmal de dicha película ha protagonizado a su vez ingentes entregas en China, encargándose el mismo Byeong-ki de las 3 primeras entregas entre 2012 y 2014.
Volviendo a Phone, se trata de un trabajo mínimamente entretenido e interesante aunque irregular. Si bien no esconde su envoltorio claramente comercial y palomitero. Aún a pesar de caer en los lugares comunes del género muestra una historia de fondo bien trabajada y su mezcla de melodrama fantasmal no evita algunas escenas horripilantes como ese inicio en el ascensor. A destacar, a su vez, el genial uso que se hace en la trama del "Claro de Luna" de Beethoven. Es una de las mejores imitaciones a The Ring que se realizaron en Corea del Sur en estos años de efervescencia fantasmal en Asia.
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