Uno de los aspectos más interesantes del cine producido en Corea del Sur es su capacidad para revisitar parte de la historia de su país, sin miedo a tratar momentos espinosos y dolorosos como forma de catarsis emocional para el público coreano. Ejemplos los tenemos a patadas desde
A petal (1996),
A taxi driver (2017) o
26 years (2012) las cuales tratan la masacre de Gwangju en 1980 o cintas como
1987: When the day comes (2017) o
Peppermint candy (2000) que relatan uno de los momentos más importantes del país como fue el paso de la dictadura militar a la que se veía sometido hasta la democracia de la que disfrutan hoy día. Para mediados de los 80 la dictadura en Corea se encontraba agonizante tanto por las revueltas sociales como por la presión internacional habida cuenta que en 1988 iban a celebrarse los Juegos Olímpicos en Seúl. También y gracias a una cierta relajación de la censura empezaron a surgir una camada de directores de cine que empezaron a sorprender con nuevas historias y puntos de vista interesantes y arriesgados que ayudaron, poco a poco, a un resurgir del cine del país y que se conoció como el origen del Nuevo cine Coreano.
Im Kwon-Taek fue uno de los cabecillas de esta nueva hornada de cine coreano que empezó a despuntar en los 90 habida cuenta que se trata de un director mítico del país iniciando su filmografía en los años 60 y continuando su carrera hasta la actualidad con
Revivre (2014) como su último trabajo hasta el momento, destacando además films como
La cantante de Pansori (1993) o
Taebak Moutains (1994). Gracias al canal de
youtube del
Korean Classic Film podemos disfrutar de dos centenares de films coreanos clásicos entre ellos algunos de los trabajos de
Kwon-Taek. Uno de ellos es la muy interesante
Gilsotteum (1986).
Ambientada en 1983, el film presenta a Hwa-Yeong quien tras ver en TV una campaña para reunir a familiares divididos por la guerra de Corea sueña con buscar a su hijo perdido en Gilsotteum precisamente durante el conflicto.
Gilsotteum (1986) es un film que sorprende por muchos motivos. Su carácter crítico con la situación de su país en esos mismos años sorprende habida cuenta de que la dictadura (aún desfalleciendo) todavía estaba en activo. El film se vale del juego con la realidad del país mostrando imágenes reales de programas televisivos de la época. Programas que se dedicaban a buscar a familiares perdidos y separados por la guerra y que inundaron la parrilla televisiva del país (y que lo ficcionaron en la monumental
Oda a mi padre de 2014). Otro aspecto a destacar es el excelente uso del montaje y del
flashback para contar la historia de Hwa-yeong y su amante perdido. Unas escenas que nos llevan de la adolescencia de Hwa-yeong siendo adoptada por una nueva familia, el inicio del idilio entre ella y su “hermano”, el odio de la familia hacia ella al descubrir el entuerto, el posterior embarazo y separación de los amantes por la guerra. Mientras en el presente somos testigos del reencuentro de la pareja 30 años después así como la búsqueda del hijo que tuvieron en común y perdieron en la guerra. ¿Seguirá vivo? ¿Lograrán encontrarlo?
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Hwa-Yeong recuerda su traumático pasado durante la Guerra. |
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Y cómo fue adoptada por una familia tras morir sus padres. |
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Aunque pronto la pasión se desata con su nuevo hermano. |
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Relación que no será aceptada por sus familiares. Para colmo, Hwa-Yeong se queda embarazada. |
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Pero la pareja será separada por la guerra. |
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30 años después logran reencontrarse. |
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¿Conseguirán encontrar a su hijo perdido? |
El film, como digo, destaca por el ritmo y el citado uso del montaje que hace que mantengas el interés durante el metraje siguiendo a unos personajes rotos por dentro, separados por culpa de la historia de su país con aún las heridas bien abiertas. Como he mencionado, sorprende lo descarnado de la crítica social del film en pleno año 1986 cuando se estaba viviendo de primera mano los hechos que se cuentan, lo que le suma un plus muy interesante. Cinematográficamente el film destaca por elegantes planos llenos de delicadeza como la primera experiencia sexual de la pareja adolescente ocultos en un granero en medio de la tormenta o las conversaciones entre los dos amantes ya adultos. Por supuesto, la tendencia hacia el melodrama extremo, habitual en el cine coreano, no se evita en el presente film. Todo lo malo que les pueda pasar a la pareja protagonista les pasa.
Gilsotteum (1986) es una muestra sobradamente notable y más que interesante sobre ese cine coreano pre-2000 que muchos desconocemos y que anda sobrada de joyitas como ésta que destaca por su calidad cinematográfica y capacidad para desgranar la sociedad en la que se encontraba Corea del Sur en uno de sus momentos más oscuros.
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