CRÍTICAS PELÍCULAS

miércoles, 19 de febrero de 2020

CRÓNICAS DE SITGES 2018 (2/3)

A pesar de la fama y el larguísimo recorrido (cuasi interminable) de esta mítica saga, la proyección de "Santo contra el doctor muerte (1973)" era mi primera aproximación al orondo y entrañable enmascarado de plata. Dentro del Festival de Sitges, la pequeña y humilde sala Brigadoon es el último refugio del cinéfilo, un lugar que te acoge para ofrecer joyitas escondidas y muy raras de encontrar para el aficionado.
Grandes momentos he vivido en esta sala, donde destaco el visionado de las obras más bizarras de Jesús Franco, la cita anual obligada con algún documental sobre el splatter italiano o la inolvidable sesión de Rape Zombie 2 y 3.
En esta ocasión, y con motivo del homenaje a la estupenda Helga Liné, se proyectó la cinta que nos ocupa, uno de los films clave de la saga del luchador mexicano. Ya la sinopsis es demencial: Unos ladrones entran en un museo y causan daños en el cuadro Los Borrachos de Velázquez. Se le encarga la restauración de la obra al doctor Mann, sin saber que es precisamente uno de los criminales.
Lo que Mann hará será sustituir el cuadro por una réplica. Además, tiene a varias mujeres secuestradas en su castillo. Aprovechando que el luchador y agente secreto Santo se encuentra en España, las autoridades le piden que investigue el caso junto con el detective Paul.

Con más de 50 títulos en su haber, la saga de Santo es una de las más largas de la historia del cine y abarca desde la seminal "Santo contra Cerebro del Mal (1958)" hasta ya entrados los primeros años 2000. ¡Cuál ha sido mi sorpresa durante el visionado del presente film!.
Lejos de encontrarme con una cinta aburrida y cutre de serie Z (así es la fama que arrastra la saga), Santo contra el doctor muerte (entrega nº 42 de la serie), resulta una entrega divertidísima y deliciosamente ingenua e inocente.
A pesar de que su extenso metraje para un proyecto de estas características (cuasi 100 minutazos) se haga muy cuesta arriba, la película es un despliegue pulp con mad doctors, enemigos imposibles, bases secretas subterráneas, compuertas, trampas mortales, muchas jovenzuelas luciendo palmito y un superhéroe permanentemente enmascarado y que es todo un galán con las féminas pero duro de pelar cuando se le requiere. Además, Liné (la verdadera protagonista), rezuma atractivo y buen hacer como espía y no somos excesivamente torturados con interminables batallas insípidas de lucha libre mexicana con Santo mostrando sus pectorales. Muy divertida muestra de Serie B. Seguiremos con la saga.


One cut of the dead (2018) se ha convertido en una de las grandes sorpresas del año y ni sus creadores se lo creen. Nacida a partir del trabajo de unos estudiantes de cine en Japón, con apenas 27.000 dólares de presupuesto pero con mucho ingenio, pasión y amor. Y eso se nota.
De estrenarse en 3 cines en todo Japón y gracias al boca a boca el fenómeno ha ido creciendo hasta que, meses después, el film aún esté colocado en el Top 10 nacional, con cerca de 10 millones de dólares recaudados además de triunfar por todo aquel Festival de cine que pase.
¿Es One cut of the dead merecedora de tanto revuelo? Decididamente sí. Era esperado la llegada de este film a Sitges y así se ha hecho notar en su primera proyección en una Sala Tramuntana llena hasta la bandera, con casi todo el cast presente. Sin duda, dicha proyección se ha convertido en uno de los momentos más mágicos y emocionantes que he podido vivir en los 13 años que llevo asistiendo a Sitges.
El proyecto se basa en la grabación de una película de serie B sobre muertos vivientes, hasta que ésta se ve interrumpida por un auténtico apocalipsis zombi.
A todo aquel que se acerque a tan encantador film, cuanto menos sepa mejor, porque su original guión es una de sus grandes bazas. Una obra que abre con un plano secuencia totalmente amateur algo discutible y que hace que empieces a dudar y
preguntarte: ¿Pero qué estoy viendo? Hasta que aparecen los zombis, claro, y el rodaje se convierte en un desmadre. No os digo nada más.
One cut of the dead rezuma amor por el cine por los cuatro costados. Amor, pasión y cariño por el proyecto que se está levantando, con unos actores entregados y una merecida reivindicación del trabajo de todos los que están tras las cámaras y que se dejan la piel por su proyecto.
Un largometraje que se pasa en un suspiro, cuyos personajes son verdaderamente entrañables, con un humor sano, muy gamberro, y unos giros de guión verdaderamente originales, que dan una nueva vuelta de tuerca al tan hastiado cine de zombis. Muy bien. Desde ya, mi favorita del año.
Con parte del cast de One cut of the dead tras la proyección
Aparecen los créditos finales, las luces de la Tramuntana se encienden y nos devuelven a la realidad. La sala estalla en aplausos y se pone en pie girándose hacia el cast del film, que emocionados, se levantan con lágrimas en los ojos agradeciendo la acogida. 5 minutos de aplausos y todos tan felices, porque amamos el cine.


Ver una cinta de hostias orientales es una tradición inapelable en el Festival, y The night comes for us no la iba a dejar escapar. La dupla de films de The Raid causaron una pequeña revolución en 2011 y 2014, respectivamente. Desde Indonesia, el inglés Gareth Evans creó una de las obras definitivas del cine de acción mostrando un ritmo desenfrenado, una violencia descarnada y unas luchas de artes marciales que quitaban el hipo. Después vino Timo Tjahjanto, un director procedente del género de terror más “disgusting” (VHS 2, Macabre...), agarró a la estrella de The Raid, Iko Iwais, y nos lo hizo pasar pipa a todos hace dos años con Headshot (2016), una nueva muestra de acción y hostias sin concesiones.
Pero si Headshot era un producto que podríamos considerar de videoclub, pese a sus grandes aciertos, Tjahjanto se supera a sí mismo con una de las obras definitivas del género.
The night comes for us (2018) cuenta la historia de Ito, un hombre que trabajaba para la mafia, el cuál tendrá que proteger a una joven y escapar de su anterior banda criminal, en una violenta batalla en las calles de Jakarta.
Producida por Netflix, la cual permitió al director total libertad para hacer las burradas que quisiera, el film es un espectáculo alucinante que no da tregua.

Da igual que la historia sea más fina que el papel de fumar, que ya ni recuerdas por qué están luchando ni el por qué de tantas muertes, y que hay personajes que vienen y van solo con la excusa de ofrecer alguna escena de acción más, la película te quita el aliento.
The night comes for us (2018) es la culminación del género, una obra que aglutina el silat (las artes marciales indonesas), el cine de acción de Hong Kong, las artes marciales chinas y el gore cartoon de La historia de Ricky (1991).
Las escenas de acción, salvajes y sanguinolentas a más no poder, son un festival de la carne hecha trizas, donde cualquier objeto puede ser usado para matar, un espectáculo cartoon pero no necesariamente cómico que nos shockea a cada segundo y que no deja de superarse minuto a minuto. Un film que pese a sus dos horas largas de duración no da respiro desde el minuto 1, a pesar de algún pequeño bajón de ritmo en su meridiano.
Iko Iwais vuelve a demostrar sus habilidades aunque cambiando a un registro algo más oscuro, cosa que se agradece, y Timo Tjahjanto ofrece una clase magistral de dirección realizando varias acciones en paralelo y sin perder en ningún momento ni el pulso ni el ritmo.
The night comes for us (2018) es de obligado visionado para los amantes de las tullinas sin complejos, del gore salvaje y de la acción desenfrenada. Inolvidable.

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