Es evidente que la cinematografía de Hong Kong está muy lejos de sus años de mayor gloria. Ese pasado legendario centrado en los años 60, 70, 80 y 90 en donde, Hong Kong, era el centro del mundo gracias a su explosividad y creatividad desde el wuxia, artes marciales, thriller, acción, categoria III... Aunque no nos deprimamos, en el presente aún podemos encontrar diversos trabajos de los más destacables cada año, entre variadas producciones que tratan de devolvernos a aquellos años de esplendor del cine del país.
The Goldfinger parece querer encuadrarse en el cine realizado en los años 90. Un argumento enmarcado en la corrupción, el thriller policial y que junta a las 2 mayores estrelles de la época como son Andy Lau y Tony Leung Chiu-Wai (además de secundarios de lujo como Simon Yam), sin duda, caballo ganador. La cinta hasta replica los mismos efectos de imagen y de montaje, como esas cámaras lentas renqueantes entre otros efectos, que ya eran algo caducos en su época y que en la presente resultan sonrojantes. Si bien, la trama es lo suficientemente divertida y rocambolesca (está basada en hechos reales) como para seguir con interés y atención todo el transcurso de la misma siendo, además, uno de los grandes alicientes, el duelo interpretativo entre Lau (sufrido policía sin vida familiar) y un descontrolado y magnético Leung, convertido en un tiburón de los negocios. Un filme notable, divertido y pasado de vueltas que se sigue con interés aún a pesar de algunas torpezas en su forma visual (los efectillos ya mencionados) o algunos chromas digitales que cantan la traviata. Aún con todo, bastante recomendable.
Junto a mis queridos Pou "Max Rebo" y Rickman, del canal Cine Fórum, me adentro en una sesión nocturna en la sala Tramuntana para asistir al pase de la taiwanesa Dead Talents Society. Tal y como nos relataba su director John Hsu antes de la proyección, la idea para la película se le ocurrió años atrás en un festival de terror en donde, a pesar de que todo el mundo parecía aterrorizado, él no podía estar más aburrido con la cinta de horror con fantasmas que estaba viendo. Además sintió pena por el pobre espectro melenudo, que no dejaba de arrastrarse en sucios retretes tratando de asustar a los vivos. Esto fue la chispa para crear para la deliciosa Dead Talents Society.
En el filme seguimos a un grupo de fantasmas los cuales quieren convertirse en la más espeluznante de las leyendas urbanas y en las estrellas más exitosas y famosas de los bajos fondos mediante sus tácticas para asustar a los vivos.
Me he sentido conquistado por una propuesta como Dead Talents Society. Envuelta de un aura constantemente alegre, llena de un humor absurdo, capaz de reírse sanamente de los clichés del cine de fantasmas (concretamente del J-Horror), es un filme de lo más disfrutón y notable. Hsu se vale de un montaje hipercinético, acelerado, pero que casa con la comedia surrealista del filme. Y es que la premisa tiene su gracia, en esta especie de Bitelchús, con un mundo fantasmal en el que los espíritus, para evitar desaparecer completamente, deben crearse una leyenda urbana y espantar lo máximo posible a los vivos. Así, no solo se deberá buscar una historia escabrosa en torno al muerto sino que se debe idear un movimiento mortal que decidirá el éxito o no del cometido. Buen momento para reírse de las contorsiones imposibles de anteriores fantasmas cinematográficas que andan hacia atrás o hacían el pinopuente en demostraciones contorsionistas más propias del Cirque du Soleil.
Las presiones de la fama y de la perfección se complementan con un grupo de personajes de lo más entrañable. Perdedores e imperfectos, llenos de un patetismo que enamora. Desde la vieja gloria que ya apenas logra asustar en su hotel del amor mortal, al inolvidable Makoto, agente de talentos y antigua estrella del pop rancio. Dead Talents Society es un filme encantador y terroríficamente divertido que además sabe ponerse serio cuando toca a la vez que parodia con mucha gracia algunos tics sociales actuales como las redes sociales o los videos virales. Un caramelo de película.
Uno de los grandes directores del cine japonés es Kiyoshi Kurosawa. Activo desde los años 80, despuntó a finales de los 90 con sus muy personales abordajes al terror nipón, destacando Cure (1997), Seance (2000) o la estupenda Kairo (2001). En unos años algo irregulares, en donde el mismo director declaraba hace un tiempo que le era complicado encontrar financiación para sus proyectos, nos encontramos ahora con un filme como Cloud, y las expectativas han crecido al conocer que es la candidata de Japón para presentar a los Oscar de este año.
En el filme seguimos a Yoshii, quien es un hombre que gana dinero mediante la reventa online con unas prácticas algo dudosas. Si bien, a su alrededor ocurrirán sucesos extraños que pondrán su vida en riesgo.
Para Cloud, Kurosawa parece retornar a ese espíritu V-Cinema de sus primeros trabajos y así lo parece en su estética, propuesta formal y sequedad de la acción. Su primera mitad logra descolocar al espectador, sin saber muy bien hacia qué derroteros tomará la historia de este joven, emocionalmente frío que revende productos en un camino hacia la perdición. Los peligros de Wallapop...
Uno de los grandes directores del cine japonés es Kiyoshi Kurosawa. Activo desde los años 80, despuntó a finales de los 90 con sus muy personales abordajes al terror nipón, destacando Cure (1997), Seance (2000) o la estupenda Kairo (2001). En unos años algo irregulares, en donde el mismo director declaraba hace un tiempo que le era complicado encontrar financiación para sus proyectos, nos encontramos ahora con un filme como Cloud, y las expectativas han crecido al conocer que es la candidata de Japón para presentar a los Oscar de este año.
En el filme seguimos a Yoshii, quien es un hombre que gana dinero mediante la reventa online con unas prácticas algo dudosas. Si bien, a su alrededor ocurrirán sucesos extraños que pondrán su vida en riesgo.
Para Cloud, Kurosawa parece retornar a ese espíritu V-Cinema de sus primeros trabajos y así lo parece en su estética, propuesta formal y sequedad de la acción. Su primera mitad logra descolocar al espectador, sin saber muy bien hacia qué derroteros tomará la historia de este joven, emocionalmente frío que revende productos en un camino hacia la perdición. Los peligros de Wallapop...
Una narración misteriosa que vira en un tramo final en donde los afectados por los pecados del protagonista lo acorralan en una especie de fábrica y los tiros y cadáveres comienzan a acumularse. Un tramo, que rompe con los visto anteriormente y que la sume en una reiteración algo hastiante. Si bien, Cloud es interesante en su exploración del mal, el egoísmo humano, la pérdida de los valores así como del uso malvado de la tecnología y las redes sociales. Temas habituales en la filmografía de su director y que pasan en la presente con mejor o peor trato. Particularmente, ese juicio público al que es sometido el protagonista en redes sociales hubiera merecido un trato algo más profundo, quedándose éste en la superfície. Al igual que la presencia de personajes algo discutibles como ese ayudante, poco más que un adolescente convertido en un yakuza experto. El toque de humor, la tragicomedia que envuelve a la acción de la película se agradece tanto como ese fascinante plano final con los personajes adentrándose en un infierno incierto y del que no hay vuelta atrás. No está ni de lejos entre lo mejor de su director pero es una muestra bien interesante del presente fílmico de Kurosawa.
Co-producción España – Argentina - Francia, El llanto ha supuesto una de las sorpresas más agradables de la presente edición del festival y un filme que desde que su director, Pedro Martín-Calero, ganara el premio a mejor dirección en el pasado festival de San Sebastián, siendo además su ópera prima, me ha ido generando mucha expectativa.
En el filme, algo acecha a Andrea, pero nadie, ni siquiera ella misma, puede verlo a simple vista. Hace veinte años, a diez mil kilómetros, la misma presencia aterrorizaba a Marie. Camila fue la única persona que pudo entender lo que le ocurría, pero nadie las creyó. Al enfrentarse a esa amenaza opresiva, las tres escuchan el mismo sonido sobrecogedor. Un llanto.
El llanto ha supuesto ser una obra de lo más singular y que resulta ejemplar en su forma de transmitir terror, inquietud y mucho mal rollo. Algo ejemplificado no solamente en las escenas con golpes de efecto sino que cada plano está especificamente creado para generarte miedo o malestar. Una obra rodada de manera muy elegante, precisa y que además se beneficia de una estructura basada en 3 historias separadas en el tiempo pero unidas por un nexo en común de lo más terrorífico. Así, dicha maldición, que afecta a generaciones de mujeres de una misma familia (madre, hija...) es representada en la figura de un anciano blanquecino malrollero, representante de la opresión y maltrato hacia la mujer. Una figura, que me recordó al reverendo Kane de Poltergeist II: El otro lado (1986), y que resulta muy efectiva como ente eterno y cíclico y que protagoniza algunos momentos de lo más aterradores.
El llanto es rica en ofrecer ideas y propuestas visuales tales como el uso vampirizador de la imagen, como es ese tramo en el que una de las protagonistas, estudiante de cine, graba a escondidas a una de las víctimas de la maldición. Y la guinda la pone ese final, que no es final, y que puede descolocar totalmente al espectador medio pero que a mi me resultó de lo más efectivo y coherente en su manera de representar una maldición que nunca se detendrá. Una propuesta de lo más singular y aterradora. Seguiremos de cerca la trayectoria de su director.
Uno de los momentos destacados del festival iba a ser la presencia de Corey Fieldman, quien recibiría el premio "Màquina del temps" por toda su trayectoria y contribución al fantástico. Finalmente, para tristeza de muchos, Fieldman no se presentó en el festival a última hora alegando supuestos problemas de pasaporte que no le permitieron entrar a nuestro país. Finalmente el propio director Eugenio Mira recogió el premio en su nombre.
Fue una proyección de altura en el que se pudo disfrutar de una impoluta copia en 4K de la ópera prima de Mira, The Birthday (2004) la cual era presentada en una nueva versión con escenas adicionales celebrando su veinte aniversario.
El filme sigue al joven Norman Forrester quien ama a Alison sobre todas las cosas. Por eso cuando ella le invita a la fiesta de cumpleaños de su padre, Norman acepta convencido de estar dando un decisivo paso hacia delante en la relación. Pero desde que llega al hotel donde se celebra la fiesta, una sorpresa sucede a otra, incluyendo lo que parece ser una rara secta adoradora de un dios a punto de nacer.
Sin duda, una obra singular, puerta de entrada para su director y que disfruta de una realización impoluta y perfecta. En ese sentido, la puesta en escena, la edición y cómo la cámara va moviéndose a través de unos pocos escenarios resulta ejemplar, teniendo además a un protagonista tan patético, entrañable como hilarante como es el personaje interpretado por Corey Fieldman. Me resulta muy interesante y genial jugar con las expectativas del espectador colocando la trama en una aparente fiesta de cumpleaños, clásica historia de novio tímido conociendo a un suegro que impone (genial Jack Taylor) y que poco a poco el terror y el desconcierto van adueñándose de la película. Pero si que consideré que dicho salto de la comedia al terror se hizo mucho de rogar. Mucho.
Desconozco si esto es debido a las nuevas escenas incorporadas a este nuevo montaje del director, pero sí que encontré que era un montaje con reiterados momentos de paja. Cuando llega el tramo final, el descontrol hemoglobínico y las tramas apocalípticas, la confusión en el espectador sigue manteniéndose con igualmente divertidos resultados. Hay que destacar la edición de sonido de la película, otro de los grandes aciertos (el momento acople de altavoces es genial). The Birthday es toda una curiosidad y un pequeño clásico a redescubrir dotada de una estructura sorprendente que sabe descolocar y jugar al despiste con el espectador.