Los fans de Godzilla nunca habíamos vivido un presente tan halagüeño.
Godzilla Minus One (2023) se ha saldado con una gran éxito en todo el mundo coronado además por el premio Oscar, y bien merecido, a los mejores efectos visuales. Mientras tanto, el
Monsterverse de Legendary parece escaparse de la desaparición.
Tras el fracaso en taquilla de
Godzilla: Rey de los monstruos (2019),
Godzilla vs Kong (2021) dio la campanada, para total sorpresa de Legendary, siendo un buen éxito para la franquicia. La cinta, que juntaba a los dos mayores colosos del cine en un conjunto gozoso, festivo y vibrante, fue el primer gran
blockbuster "post pandemia", algo que la audiencia recibió con los brazos abiertos. Dichas fuerzas renovadas ha hecho que el presente de la franquicia sea verdaderamente feliz e interesante. Por un lado, la creación de una serie tan notable como
Monarch: El legado de los monstruos (2023), y que ofrecía 10 episodios muy centrados en el drama de personajes. La vertiente cinematográfica, por lo contrario, parece cada vez más obcecada hacia el lado más festivo y pop del género.
Adam Wingard repite labores de dirección para
Godzilla y Kong: El nuevo imperio (2024) y el director se suelta la melena sin ningún complejo para dar rienda a un filme que no se toma en serio a sí misma y que es una auténtica fiesta
cartoon, exagerada y colorida.
El filme muestra un mundo cada vez más acostumbrado a la presencia de criaturas gigantes si bien, unas señalas extrañas presagian la llegada de un desafío que puede poner en peligro la estabilidad del planeta. Da inicio así una gran viaje hacia la Tierra Hueca de la mano de Kong a la búsqueda de respuestas y de algún congénere por el camino...
Godzilla y Kong: El nuevo imperio pone su ojo en las entregas del saurio radiactivo de la etapa de los 70. Estamos frente al
Gorgo y Superman se citan en Tokyo del siglo XXI. El filme decide dar un total protagonismo a los monstruos creando largas
set pieces digitales en donde les seguimos en sus desventuras dejando a los personajes humanos en un segundo (o tercer) plano siendo estos acompañantes y observadores de una gran aventura hacia la Tierra Hueca. El filme no tiene ningún interés hacia el
cast humano, aún a pesar de lo medianamente simpáticos de los personajes, dejando en el tintero aspectos interesantes como la soledad y nula adaptación de Jia en el mundo tras su rescate de Isla Calavera así como su relación con su madre adoptiva Ilene, interpretada por Rebecca Hall. También se recupera a su vez el personaje de Bernie, el podcaster conspiranoico, además de una discutible nueva incorporación en la forma de Trapper, veterinario de monstruos, un
Ace Ventura amante de la música synth pop y rock de los ochenta y representante de la poca vergüenza y despreocupación consciente de la película. Dan Stevens, más que ninguno, se nota que ha venido a la película a divertirse y eso se transmite al espectador desde su momento inicial curándole una muela infectada a Kong hasta dotarle al simio de un brazo cibernético a ritmo de
I was made for loving you de Kiss. Agradecí enormemente, por su novedad, todo ese tramo en donde los personajes se cruzan con esa tribu indígena la cual coexiste en harmonía con las demás criaturas de la Tierra Hueca.
Respecto a los monstruos el filme parece ser un
Invasión extraterrestre (1968) meets El planeta de los simios (1968), optando por explotar, todavía más que la anterior, el protagonismo de Kong, mostrando al simio gigante en depresión, solo y en búsqueda de más congéneres. Su paseo por la Tierra Hueca y posterior encuentro con demás simios resulta, a opinión personal, un tramo que se hace bola por su exceso digital. Aunque dicho tramo está coronado con una resultona escena que remite a
Indiana Jones y el templo maldito (1984), con decenas de simios esclavizados en un pozo lleno de lava y siendo sometidos por Scar, un simio rebelde armado con un una espina dorsal que usa de látigo mortal. Por desgracia, esto nos deja a Godzilla en un plano muy secundario, mostrándole únicamente paseándose por nuestro mundo tratando de cargarse de energía. De Roma a Francia, del Polo Norte a Cadiz... Enfrentándose por el camino a una especie de araña gigantesca, o una serpiente marina a lo Manda. Dicho recargo de energía hace que nuestro Godzi acabe supurando luces violeta por doquier aunque tampoco suponga que el saurio radiactivo sea más poderoso que de costumbre.
El ritmo del filme es alto y no para ni un segundo hasta llegar a un tercio final absolutamente fascinante por lo rocambolesco, anárquico y loco que resulta. Godzilla lanzándose en plancha desde el peñón de Gibraltar, el nuevo enfrentamiento contra Kong entre las pirámides de Egipto, Mothra poniendo paz como en los mejores momentos de
Ghidorah el dragón de 3 cabezas hasta llegar a la culminación con esa sobrada de escena que es la batalla anti gravitacional en la Tierra Hueca con monstruos, naves y demás materia volando a sus anchas. Por contra, la batalla final en pleno Rio de Janeiro se antoja algo deslucida en el sentido de que en sus ansías de querer ser el mayor clímax posible ataja hacia lo excesivo siendo mareante e ininteligible con unos monstruos finales que a pesar del bombo no resultan muy amenazadores como el cacareado Shimo (un Anguirus
mix Space Godzilla domesticado) y un Scar que acaba siendo golpeado y zarandeado por unos Kong y Godzilla en modo matones de colegio.
Godzilla y Kong: El nuevo imperio marca el estado actual del
Monsterverse convertido ya en un festival
cartoon loco y desvergonzado. Una ópera rock con
synth wave y
monstruos dando saltos mortales. Dicha deriva hacia la locura del
Monsterverse es un espejo fascinante de la misma deriva que vivió Godzilla en su etapa
Showa. Si bien, esta última propuesta parece haber calado a las mil maravillas entre la audiencia general siendo el éxito más contundente hasta el momento de la franquicia de Legendary y llevados a fecha de escritura, más de 500 millones de dólares de recaudación. El espectador pide más monstruos y yo solo espero que el nivel de producción a ambos lados del globo no cese.