Tal y como nos recordaba Gloria de "CineAsia" antes de la proyección de Sleep... Corea del Sur no es un país muy dado al terror teniendo pocos éxitos en taquilla y contando con grandes excepciones como Dos Hermanas (2003) o The Wailing (2016). Ahora, ésta Sleep se une a ese grupo ya que ha congregado hasta el momento a más de 1 millón y medio de espectadores en el país, siendo toda una sorpresa en la taquilla.
En el filme, una mujer embarazada comienza a preocuparse por los hábitos de sueño de su esposo. Lo que comienza poco a poco como un sueño ligero en el que habla pronto se intensifica y se convierte en un comportamiento inesperadamente grotesco. Ambos consultan a una clínica del sueño sin éxito y, a medida que aumenta su comportamiento de pesadilla, buscan desesperadamente la ayuda de un chamán.
El filme supone el debut en la dirección de Jason Yu quien ya venía de un potente currículum como asistente de dirección en filmes como Okja de Bong Joon-Ho o Burning de Lee Chang-Dong. Aún con esta experiencia sorprende la firmeza y pulso imparable de su debut, realizado con una encomiable habilidad para generar tensión e inquietud en una trama que va cociéndose a fuego muy lento. El terror domestico y los problemas de pareja son el marco elegido para crear un metraje original y sorprendente en el que lo mejor que se puede hacer es no saber nada de antemano sobre la historia.
No podíamos faltar, por nada del mundo, a nuestra cita anual con el anabolizado Ma Dong-Seok, (o Don Lee) con la tercera entrega de The Roundup titulada aquí como Fuerza Bruta: Sin Salida.
Siete años después de la redada en Vietnam, Ma Seok-do se pone manos a la obra con un caso de asesinato. No tardará en indagar más cuando descubre que el caso tiene que ver con una droga sintética traficada por yakuzas.
Dong-Seok parece haber encontrado un filón con la presente franquicia, surgida a raíz de la entretenidísima The Outlaws (2017) y con cada entrega siendo más exitosa que la anterior congregando la presente a casi 11 millones de espectadores este año en Corea. Abrumador. Pese a que Fuerza Bruta: Sin Salida no llega al nivel de la estupendísima segunda entrega, vuelve a ser un entretenimiento delicioso y divertidísimo. La fórmula está clara pero funciona como un tiro (nunca mejor dicho) incidiendo en un thriller policial lleno de humor y donde se explota a consciencia la figura de Dong-Seok y su excelsa capacidad para repartir tullinas con la mano abierta. En esta ocasión, la trama ya involucra a la yakuza y a las tríadas en un conjunto de puro blockbuster de acción con un nivel de producción excelente con numerosas localizaciones y un ritmo férreo. Aún con su numerosa acción no encontré ninguna set piece memorable al nivel de las de las enérgicas y violentas peleas de la anterior entrega. Igualmente éstas cumplen sobradamente por su contundencia.
Para mejorar el sabor de la película, el pase en un Auditori Melià a reventar fue toda una fiesta, con una audiencia entregada que jaleaba y aplaudía cada movimiento de su protagonista con las butacas retumbando a cada tortazo de Don Lee. Con una escena post créditos que augura una cuarta parte... como si hacen diez!!
Y con el subidón que nos ha dejado el bueno de Ma Dong-Seok nos dirigimos hacia la carpa FNAC para asistir una nueva presentación literario del gran Octavio López. Desde 2016 sigue fiel a su cita con Sitges y es que material no le falta. Este año ha rizado el rizo con "¡Zas Zas Zas Lanzarrayos! La historia de los Aurones", editado por Applehead Team, el cual se adentra en el universo de Los Aurones, la mítica serie y posterior película de los ochenta. Un libro de nuevo monumental, atiborrante de datos interesantes sobre el proceso creativo de la serie y con un apartado visual especialmente sobresaliente. La presentación contó con Josep Viciana, creador de "Los Aurones" y que acompañó a Octavio y Enrique Muniesa en la charla la cual acabó por ser memorable al juntarse allí gran parte del equipo creativo de la original "Aurones", algunos de ellos no coincidían desde hacia décadas. Un encuentro formidable y que logró contagiar al público asistente de la energía y pasión de estos artistas por su trabajo.
The Childe (2023) es un gran entretenimiento que ofrece las suficientes set pieces de acción, persecuciones y peleas para despertar los aplausos del respetable. La realización es elegante, como es costumbre en Hoon-Jung y el montaje es bien fluído con una acción constante y casi sin descanso. El fondo de la trama principal no es que sea especialmente elaborado sirviendo únicamente como excusa para llevarnos a toda una serie de explosiones sangrientas, golpes y disparos con el joven Marco como objeto de persecuciones, asesinos y mafiosos. Un misterio que se guarda durante toda la película y que se resolverá en el final de la misma en una resolución acompañada de varios giros de guión bastante increíbles y rocambolescos que a mi personalmente se me antojaron algo forzados.
Unos giritos realizados a mayor gloria de la mayor estrella de la película que es Kim Seon-Ho. Seon-Ho interpreta a un asesino de sonrisa angelical a la par de esquizoide, un experto en el arte de cazar y matar, del que nunca sabes por donde va a salir ni cuales son exactamente sus intenciones. Una notable interpretación y que puede suponer la gran resurrección del actor tras dos años apartado del cine, enterrado en un aluvión de k-dramas.
The Childe no es la mejor muestra de su director, parece caminar hacia la dirección contraria que uno de sus anteriores trabajos, Noche en el paraíso (2020), que era una muestra bastante austera e íntima del género de mafia. Aquí Hoon-Jung se entrega a la acción sin concesiones con grandes dosis de humor, tramas familiares oscuras y una brutalidad sanguinaria en su acción de lo más disfrutona.
Junta Yamaguchi dio la sorpresa en 2020 con la deliciosa Más allá de los dos minutos infinitos. Una muy original propuesta realizada con cuatro duros basada en los bucles temporales. Ahora, Yamaguchi sigue insistiendo en la problemática temporal con River.
En una posada centenaria situada en Kyoto, una trabajadora termina su descanso a las orillas de un río cercano y se dirige de nuevo al trabajo… solo para volver a encontrarse, de nuevo, junto al río. ¿Podría ser que tanto ella como la posada se encuentren atrapadas en un bucle temporal?
Yamaguchi vuelve a dar con la tecla con un filme de premisa muy clara, como son las reacciones de un grupo de personajes frente a un bucle temporal que se va repitiendo cada dos minutos, pintando el metraje de un tono extremadamente agradable, lleno de comedia y un amplio abanico de personajes bien delimitados y entrañables.
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