Iron Fists and Kung Fu Kicks (2019) cumple como recorrido remember de cara a los millenials o nostálgicos de los inicios del género en Hong Kong, de qué manera el exitazo de Bruce Lee consiguió romper muchos tabúes así como el reinado de la Shaw Brothers durante los años 60 y 70 hasta llegar a su decadencia en pos de figuras más físicas y revolucionarias como Jackie Chan. Un recorrido interesante pero que acaba por tornarse superficial y algo más aburrido al centrarse en el impacto de estas películas básicamente en los EEUU de los 70 y de qué manera han influenciado en otros aspectos y movimientos sociales como el breakdance, el parkour o la lucha contra el racismo. Centrándose en el impacto del género en los EEUU a nivel popular se acaba echando de menos en el documental un nivel de información más completista respecto la historia de las artes marciales y su evolución en el cine de acción. Queda igualmente superficial y algo desinformado el rápido repaso del género en otros países bien curtidos en la acción como la India o Tailandia. Documental entretenido a pesar de todo.
Tras llenar el estómago me dispuse a dirigirme a la sala Tramuntana a hacer cola bajo un sol abrasador a esperar la llegada de SABU. Todo un motivo de celebración que el Festival haya traído a un director tan peculiar como éste y que lleva más de 25 años dirigiendo un cine curioso y experimental donde podríamos destacar films como Postman Blues (1997), Monday (2000) o Blessing Bell (2002). Jam (2018) se había vendido como el regreso a los mejores tiempos del director. Pudimos contar con la presencia de SABU en la sala y pude acercarme, saludarle y hacerme una foto con él (no soy muy dado a molestar a la gente y más cuando el pobre SABU se estaba haciendo un cigarrillo en la puerta del cine pero la ocasión lo merecía). Jam (2018) relata las historias paralelas de varias personajes en situaciones bastante extremas emocionalmente hablando. Hiroshi, Takeru y Tetsuo viven en la misma ciudad. Hiroshi es un cantante de pop con poca popularidad que siente un vacío en su vida. Uno de sus fans, Masako, le secuestra. Takeru está convencido de que una joven muchacha ha recobrado la consciencia. Mientras tanto, Tetsuo decide vengarse del yakuza que le envió a prisión.
A pesar de fastidiarle su smokin' time, SABU fue muy amable |
Ya llegando a última hora de la tarde, mi intención era esperar al gran Sam Neill en la ceremonia de clausura del Festival en el Melià, pero Neill llegaba tarde a la alfombra roja y yo no podía quedarme a esperar más ya que Weathering With You (2019) estaba a punto de comenzar en el Prado. Tras el exitazo mundial de la genial Your Name (2016) había muchísima expectación por ver lo nuevo de Makoto Shinkai, quien es, a opinión personal, el director de animación más interesante de la actualidad demostrando una sensibilidad y calidad de animación suprema. Weathering With You cuenta la historia de Hotaka, un estudiante de secundaria que se muda a Tokio para dejar atrás su vida en una isla aislada del mundo. Allí conocerá a Akina, una chica con el misterioso poder de manipular y controlar el clima a su antojo.
Shinkai vuelve a utilizar el fantástico para tratar temas que nos afectan cómo sociedad en la actualidad, en este caso el cambio climático. Una propuesta que parece a primera vista sencilla pero que se va desarrollando y ganando en complejidad. El que quiera comparar esta cinta con Your name se llevará una sonora decepción y le impedirá disfrutar del presente film (a pesar de mantener el mismo mix de componente romántico con perlas de ciencia ficción) y si, Weathering With You es inferior al anterior film de Shinkai pero eso no impide ver sus grandes cualidades. Se trata de un film sobradamente notable, de una animación espectacular y momentos que calan en el corazón aún sintiendo que descarrila en su tercio final y esos algo "increíbles" momentos de acción y persecuciones entre los personajes que me hicieron sacarme del equilibrado tono del film. Pese a todo otra muestra notable de la filmografía impecable del genio Shinkai. Nada más, tras salir de la sesión emprendí el melancólico camino hacia la estación de tren recordando todos los momentos pasados en esta versión reducida que he realizado del Festival. Un enorme placer, como siempre y ¡hasta el año que viene!
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